Mientras los políticos (y nos referimos a todos los sectores, partidos y demás) se esfuerzan por presentar números y promesas que puedan “convencer “ a los votantes sobre la seguridad en el país, pensamos qué lejos están de sentir, las preocupaciones del ciudadano común.
El que sale a laburar temprano diariamente y vuelve tarde del día a su hogar. El que sabe que “los muchachos” del barrio no trabajan en nada, algunos porque no quieren, otros porque no saben hacer nada y la enorme mayoría porque ha encontrado otra forma de tener , que es quitarle al que tiene porque trabaja, dinero, poder u otros bienes, y dedican el tiempo a “informarse” de la vida y obra de los demás.
A esto hemos llegado y no busquemos culpables, porque nos daremos cuenta que en mayor o menor grado todos somos culpables de la situación que tenemos.
Hoy más que nunca pensamos en el Uruguay en que vivimos con dos o tres asesinatos (ahora les llaman homicidios) diarios. Hay quienes se esfuerzan en presentar aquellos números en que la delincuencia ha bajado, mientras que los que cuestionan esta posición hacen hincapié en ellos. Los que sostiene que estamos mejor que antes, se cuidan en presentarse siempre como “insatisfechos”, aunque transitando (según ellos) por el camino correcto.
Lo que no vemos es que se asuma el tema en toda su dimensión, porque como siempre lo hemos sostenido es un tema social y las políticas seguidas hasta el momento llevan a esto, las penas “duras” –que deben existir siempre- no desalientan a nadie, por la sencilla razón de que no conocemos a un solo delincuente que piense en la pena que le darán, porque “a él no lo descubrirán nunca”.
La seguridad ha puesto y sacado gobiernos en la región, como en el mundo. La seguridad es un tema acuciante que nos va carcomiendo poco a poco y nadie quiere asumir que se trata de un tema con muchísimas derivaciones y solo lograremos mejorar la seguridad cuando entendamos que se trata de un tema complejo, que las medidas represivas e individuales tienen un alcance muy limitado.
El tema carcelario lo muestra. Los grandes cabecillas siguen reinando desde ellas y cada pandilla conserva sus líderes adentro como afuera, porque el sistema y el poder de “don dinero”, sigue intacto y ellos manejan mucho.
Como lo hemos ya muchas veces en estas columnas, mientras insistamos en patear contra el clavo será poco o nulo lo que conseguiremos.
A.R.D.
