Edil Mario Furtado
Coord. de bancada Frente Amplio
Lista 70
En la política departamental estamos ante un momento crucial. Se nos pide acompañar un compromiso financiero que pretende resolver urgencias de hoy, pero que hipotecará el futuro de Salto por los próximos veinte años. Y es nuestra responsabilidad advertirlo. Porque la política no puede reducirse a firmar lo que otros necesitan sin medir las consecuencias; la política es pensar en las familias que vendrán detrás, en el territorio que vamos a dejarles.
Mientras tanto, conviene recordar algo que parece olvidado: este gobierno dejó fuera de la Intendencia a 291 familias. No fueron números, fueron personas que durante años formaron parte del entramado cotidiano del departamento. Personas con arraigo, con experiencia, con saberes prácticos que hoy hacen falta. Y la ausencia se ve: plazas con el pasto largo, baños públicos deteriorados, espacios turísticos en decadencia. No por falta de voluntad de la gente, sino por falta de funcionarios que sabían hacer ese trabajo, porque ya tenían la dinámica incorporada. Esas pequeñas grandes tareas son la carta de presentación de una ciudad turística. Sin embargo, lo que debería ser prioridad se ha ido cayendo a la vista de todos.
A ese deterioro se suma otro, quizás más profundo: el deterioro de la palabra. En estos tiempos hemos visto falta de ética, falta de compromiso y falta de diálogo. La palabra, que antes tenía un peso moral, hoy se ha vuelto liviana. Y esto no es casual: como bien digo siempre, “las nuevas generaciones no son orgánicas y rompen filas”. Y cuando se rompen las filas, también se debilita la responsabilidad política, se diluye la ética, se pierde la noción de colectivo. No todo vale en política. No todo se negocia. No todo se usa para la foto o la coyuntura.
Quienes me conocen saben que sigo siendo el mismo. Mi teléfono sigue siendo el mismo. Las puertas siguen abiertas como cuando presidí la Junta. Siempre hubo diálogo, siempre lo buscamos y lo seguiremos buscando, porque creemos en la construcción colectiva y en la política con respeto. Pero últimamente pareciera que, en lugar de conversar, se prefiere contestar por la prensa. Y así es difícil avanzar.
Hoy se nos pide acompañar un préstamo millonario cuando ni siquiera se han podido resolver los problemas visibles del departamento. ¿Cómo pedir un crédito para mostrar hacia afuera, si hacia adentro todo se está descascarando? ¿Cómo endeudar a Salto por veinte años sin antes ordenar la casa?
Desde nuestra fuerza política siempre estaremos dispuestos a apoyar lo que sea bueno para Salto. Pero jamás vamos a vender nuestra dignidad ni nuestra ideología. Elegimos estar acá porque creemos en otra forma de hacer política: con honestidad, con diálogo real y con responsabilidad hacia la gente que confía en nosotros.
Decir NO a este crédito no es obstaculizar. Es evitar que sigamos cambiando pan para hoy por hambre para mañana. Salto merece más que eso. Y yo voy a seguir defendiendo esa convicción, desde el mismo lugar de siempre, con la misma palabra de siempre.