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domingo, agosto 31, 2025

Pablo Vierci, autor de La Sociedad de la Nieve, estará en La Feria del Libro de la 33 presentando su nuevo libro El niño que heredó el silencio

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Diario EL PUEBLO digital
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En entrevista exclusiva para diario El Pueblo, Pablo Vierci nos habla del mundo de la literatura, sus novelas y la importancia de eventos que incentiven y formen escritores y lectores. 

¿Qué significa para usted una feria del libro?

He participado en muchas ferias del libro en diferentes países, incluyendo la más prestigiosa de Estados Unidos, el Festival Nacional del Libro de la Biblioteca del Congreso, donde presentamos con Roberto Canessa el libro “Tenía que sobrevivir” en 2018. También la Feria del Libro de Barcelona, la de Sant Jordi, el 23 de abril de 2024, cuando presenté “La sociedad de la nieve” acompañado de Juan Antonio Bayona, el director de la película, y dos de los actores. 

Esta última feria me resultó maravillosa, incluso hablé con algunos de los organizadores para saber qué se requiere para reproducir algo similar en Uruguay, el país con más lectores (por habitante) de América Latina. En esta feria de Barcelona se instalan puestos en toda la ciudad donde se venden rosas y los autores firman libros, donde se manifiesta una suerte de “amor por la lectura”. 

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La peculiaridad del Sant Jordi de Barcelona, donde da la impresión que toda la ciudad participa, es que los niños en la escuela ya escuchan hablar de esta celebración y aprenden a participar, disfrutan de hacerlo y se convierte en una celebración, algo que los ilusiona. 

O sea, lo traen en la sangre desde que son niños. Y para los que creemos que los libros nos enriquecen, en todos los sentidos, ese es un excelente ejemplo a seguir.

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¿Cuánto trabajo lleva publicar un libro?

Yo parto de la base de que a todas las personas les gusta contar historias, hacer volar la imaginación, ahondar en otras vidas posibles. La diferencia con los autores es que estos se dedican a esto, tienen más entrenamiento, en mi caso desde mi primera juventud: mi primera novela se publicó cuando tenía 29 años y se tradujo al inglés y al portugués. 

Creo que en un libro uno pone lo mejor de sí durante mucho tiempo. En este caso de mi última novela, “El niño que heredó el silencio”, fueron cinco años.

Esto implica un tremendo esfuerzo, no solo de hurgar en la memoria y traerlo a la conciencia, sino luego de investigar las razones por las que ocurre con tanta frecuencia algo tan destructivo como el abuso. Las peculiaridades psicológicas del abusado, del abusador, y del entorno familiar, ya que la mayoría de los casos de abuso es intrafamiliar. 

Escribir ya es un trabajo arduo, aunque extremadamente gratificante para mí. Y luego todas las otras etapas para que se convierta en libro, la edición, la corrección, la difusión. Son años donde el foco de uno está concentrado en el libro. En mi caso, con 13 libros, puedo decir que son 13 pedazos de mi vida, de mi cuerpo y de mi mente que se dedicaron a ello.

¿Cómo podríamos hacer para que Salto aumente las posibilidades de publicar a sus autores?

Eventos como La Feria del Libro de Salto colaboran para impulsar el placer de la lectura. Leer no es una obligación, ni una imposición, sino que debería vincularse con una gratificación. 

Y en el mundo de hoy, cada día se requieren más historias, las que a su vez pueden llegar al cine, o a las plataformas de streaming en forma de películas o series. 

Yo tengo la experiencia de “La sociedad de la nieve”, un libro que terminó como película, en cines y en Netflix y que la vieron 250 millones de personas, en una población mundial de 8.000 millones. 

O sea, yo confirmé con mi experiencia que un libro es como una botella que uno lanza al mar y jamás puede adivinar a dónde puede llegar. Y esto es un incentivo tremendo para el autor: aportar un granito de arena en la imaginación y la gratificación de la gente.

Hablemos de su nueva novela “El niño que heredó el silencio”

Rearmar el puzzle de tu vida puede ser la única salvación”

¿Cómo la definiría?

Es la historia de un abuso reiterado, cometido por alguien poderoso. El protagonista, Andrés, queda desamparado en la infancia y recién cuarenta años después puede reconstruir su vida. Es un thriller psicológico atravesado por el abuso, el suspenso y la redención.

¿Por qué considera que este tema hoy resulta tan fuerte?

Porque en los años 50 y 60 no se hablaba de abuso infantil. Todo era rumores, retazos de historias susurradas. El silencio era absoluto y eso me marcó. La novela surge de esas memorias fragmentadas y del enigma de cómo algo tan devastador podía quedar oculto.

¿Cómo aparece el silencio en la trama?

Lo más destructivo es cuando el niño se anima a hablar y los adultos que deberían protegerlo le piden callar. Ese silencio cómplice agrava el trauma. La novela muestra justamente ese escenario, el más frecuente.

¿Qué rol cumple el poder en esta historia?

El perpetrador es un “tío” que además es un hombre influyente, dueño de un imperio. El niño ve a su abusador como alguien todopoderoso. Eso refuerza la asimetría, el miedo y la complicidad del entorno.

¿Por qué el thriller psicológico es adecuado para este relato?

Porque el trauma se oculta en el inconsciente como un parásito. El suspenso y la intriga permiten explorar esas zonas oscuras de la memoria, donde lo emocional pesa más que lo racional.

¿Qué dicen los números sobre este tema?

Unicef indica que una de cada cinco mujeres y uno de cada siete hombres sufrió violencia sexual en la infancia. Save the Children señala que 8 de cada 10 casos son intrafamiliares. Sin embargo, apenas se denuncia un 15% de los abusos.

¿Cómo influye Internet hoy en el abuso infantil?

La revista The Lancet advierte que 1 de cada 12 niños sufre abuso en línea. Internet se volvió “una escena del crimen”, incluso con deepfakes. El acceso temprano a la pornografía agrava la situación: en Uruguay el 45% de los adolescentes dice haber visto contenido sexual, incluso a los 11 o 12 años.

¿Ese viaje de Andrés termina siendo sanador?

Sí. Releer la propia vida, aunque sea doloroso, puede ser una salvación. Como dice William Blake: “aquel que nunca altera su mirada es como el agua estancada, engendra los reptiles del espíritu”.

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