Alguien de edad avanzada, nos consultaba ¿a que le atribuíamos el hecho de que ya no se acostumbra a concurrir masivamente al cementerio el 2 de noviembre, como se lo hacía unos años atrás?.
La respuesta más lógica para nosotros está dada por los cambios lógicos que se dan en todos los tiempos. ¿Quiere decir que ya no guardamos la memoria de nuestros muertos como antes?.
No para nada. Sencillamente que la manifestamos de forma diferente o no la manifestamos, lo que no quiere decir que ya no los recordemos, que les guardemos el merecido respeto y reconocimiento que les hemos guardado siempre.
El hecho que no se vaya al cementerio en esta fecha tiene sus particularidades. En primer lugar es la diferencia en la forma de recordar a nuestros muertos que teníamos antes y la que tenemos actualmente.
Es más notemos que antes era muy difícil que alguien hiciera conocer su voluntad de ser incinerado una vez fallecido. Hoy es bastante frecuente.
Antes se acostumbraba el velatorio en la casa de familia durante 24 horas y hoy raramente el velatorio se hace en este lugar.
Antes se acostumbraba ir al cementerio al menos una vez por mes. Hoy las visitas si las hay son más esporádicas. Hay también un sentido religioso, que indica que antes los fieles que participaban de estas actividades eran mucho más numerosos.
Significa esto que hoy les tengamos menos respeto, menos agradecimiento por lo hecho. No, para nada, quizás sencillamente es más entendido el concepto de que todo ser viviente, vale decir todo ser que tiene vida, sea animal o vegetal, lo normal es que nazca, crezca, se desarrolle y muera.
Mueren nuestros adultos mayores (generalmente en mayor número), pero también mueren jóvenes y hasta niños. Mueren personas enfermas que han nacido con enfermedades endémicas y mueren otras personas en siniestros o accidentes domésticos.
En todos los casos la muerte nos causa dolor, pero también respeto. Lo válido es entonces valorar la vida, agradecer a las personas mientras están con nosotros y demostrárselo.
Una vieja polémica que llega a nuestros días, plantea la interrogante si los homenajes deben hacerse en vida o para recordar a una persona ya fallecida.
Es bueno que se plantee esto, porque en el fondo lo que se está planteando es “cuándo” debemos reconocer y agradecer el camino abierto por nuestros mayores.
La cuestión para nosotros, está en la autenticidad de la demostración y el entendido de la vida misma.
A.R.D.