El pasado primero de octubre se celebró en nuestro país al menos, el Dia del Adulto Mayor. Todos los que nos siguen saben que somos poco adeptos a este tipo de celebración, porque entendemos que la mejor forma de celebrar un día es ofreciendo todos los días el mismo respeto, cariño y reconocimiento a las personas que está a nuestro alrededor.
Nada que ver con lo comercial que entendemos legítimo pero a nuestro criterio no debería de regir estas celebraciones porque quien no puede o no tiene circunstancialmente posibilidades de regalar nada se siente totalmente excluido de la celebración.
De todas formas, no nos parece desatinado elegir un día en especial para celebrar la vida y la entrega de alguien.
En este caso es la vida de nuestros mayores, quienes han formado la comunidad en la que vivimos u otra.
Entre las civilizaciones más sabias y antiguas se cuenta la china y allí tenemos entendido que siguen teniendo vigencia los consejos de ancianos, integrados por personas que más allá de su profesión, de su preparación y de su aporte específico a la sociedad, adquieren el derecho a integrarse por su avanzada edad.
Es este un reconocimiento sencillo y práctico de lo que significa haber vivido y conocido otros tiempos, otras épocas, no importa si peor o mejor que la actual pero al menos diferente. Es una forma de reconocer el valor de la experiencia, del conocimiento empírico, de valorar nuestro origen y las dificultades que hubo que superar para llegar a nuestros días.
Reconocer el aporte de los adultos mayores a nuestro tiempo, tiene mucho que ver con el Día del Patrimonio, porque en definitiva, no venimos de generación espontánea, sino que hubo que recorrer un largo camino, a veces milenario, para llegar hasta nuestros días.
Con motivo del reciente Día del Patrimonio, celebrado el fin de semana anterior, decíamos que nos parece acertado conservar algunos elementos realmente emblemáticos, que justifiquen su conservación para recordarnos de donde venimos y lo mismo sucede con la memoria de las personas.
Puede que su aporte no haya sido determinante para nada, pero la sola vivencia justifica que les reconozcamos y valoremos como es debido.
El Día del Adulto Mayor, que a nuestro entender debería de asimilarse al Día del Abuelo, que es casi lo mismo. Tiene para nosotros casi el mismo valor del Día del Patrimonio, porque lo que se recuerda se vuelve a vivir y está bueno que no lo olvidemos nunca porque se ha dicho que “los pueblos que pierden la memoria están condenados a cometer los mismos errores”.
A.R.D.
