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martes, 4 de marzo de 2025
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No somos El Salvador, pero… ¿hasta cuando?

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Dentro de los aciertos que el Presidente de todos los uruguayos ha manifestado en Chile, debemos incluir el pronunciamiento sobre un régimen parecido al instaurado por Bukele en El Salvador.

El Presidente uruguayo ha sido categórico: no es la realidad que tenemos en el Uruguay. Hay que saber que en estos momentos El Salvador tiene 72.000 presos y pese a haber construido la cárcel más grande y segura de Latinoamérica, pronto tendrá que resolver que hacer cuando este número siga aumentando.

Pero la realidad de El Salvador, dominado por las pandilleros o los maras, no es la realidad uruguaya, aunque la seguridad no es un fuerte precisamente del Uruguay y vamos en el mismo camino.

No hay que restar importancia a las denuncias que pesan sobre el régimen de Bukele en materia de derechos humanos. De ser ciertas estas denuncias hay gente inocente que ha sido detenido arbitrariamente, torturada y sometida sin tener nada que ver.

Esto es lo que no queremos ver en el Uruguay. Pero quien quiera ver la realidad uruguaya, notará que vamos en el mismo camino. El miedo se abre paso y en los barrios nadie se anima a hablar, por temor a las represalias. Es decir ¿Quién manda allí?

Esto nos lleva a preguntar ¿Qué tan lejos estamos de la realidad de El Salvador? Si seguimos en el mismo camino, atacando sólo las consecuencias y cuando estas se ponen de manifiesto y “cobijando” a los que tiran la piedra y esconden la mano, pronto nos encontraremos en igual situación.
En ocasión del año electoral hemos escuchado las mismas propuestas, los mismos análisis. Las que se podrían resumir en más sanción, más mano dura, más represión, pero ¿Dónde ha sido exitosa esta política?

Tenemos una realidad que lejos está de ser dominada. El asesinato – tan frecuente en nuestros días-suele ser el peor de los delitos y nada importa que bajen los demás delitos si estos crecen y se vuelven incontrolables.

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Debemos asumir de una vez por todas que se trata de un problema social y nadie por más que prometa o imite lo hecho por otros países, puede aportar una solución a corto plazo. El problema de seguridad no admite soluciones a corto plazo, sino que hay que comenzar a sembrar hoy para recoger frutos dentro de 10 ó 15 años y siempre y cuando no se cambie el rumbo sobre la marcha.
Mientras sigamos apostando a la represión no habrá salida por más que vayan aprontando más y mejores cárceles.


A.R.D.

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