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viernes, 9 de mayo de 2025
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No nos convence

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Diario EL PUEBLO digital
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En estas columnas no cedemos a la improvisación, ni tampoco a las primeras y más «cómodas» versiones, por la sencilla razón de que no siempre encierran la verdad de los hechos. En estas columnas, dijimos y hoy lo ratificamos, que difícilmente el caso de las denuncias falsas fuera obra «sólo» de las dos mujeres «trans» que un día decidieron difamar a un precandidato a la presidencia de la República.

Ahora todos los medios del país se ocupan del caso de la renuncia del presidente del directorio del Partido Nacional. Vaya si es noticia, porque se trata del presidente del partido al que pertenece el actual Presidente de la República.

Pero seamos claros. No nos convence el hecho de que, dada la fecha en que se emitieron los «chats» que hoy trascienden, y la jerarquía del senador al que fueron dirigidos, se trate sólo de una cuestión de amistad, porque hacía mucho tiempo que compartían la actividad política y de allí que se intentara defenderlo ante cualquier ataque.

No nos convence la «razón» esgrimida por el Ministro del Interior de entonces (Luis A. Heber) y el propio Presidente de la República para considerar inocente al denunciado. No nos convence el hecho de que fuera un «error» del presidente del directorio nacionalista que intentó hallar una fiscal de su confianza, de su amistad y correligionaria para el caso.

No nos convence y nos parece lamentable que se apunte al periodismo que dio a conocer los «chats», porque cualquiera que se llame periodista lo hubiera hecho y el que no lo hizo fue por una de estas dos razones: 1) porque no se animó o no consideró que esta era su obligación; 2) porque no tuvo la primicia o no supo buscarla.

No nos convence que con la renuncia del principal implicado se haya solucionado el tema. Sucedió en Salto Grande, donde los ediles del sector del Presidente de la República se apresuraron a hacerse con un cargo remunerado sin importarles que su cargo, de acuerdo con lo que establece la Constitución de la República, debe ser honorario.

Sucedió con los guardaespaldas del presidente, sucedió en la Cancillería de la República y sucede con el que aparece como sucesor del Presidente de la República, que eligió como su asesor a un hombre que tiene cuentas pendientes con la Justicia.

Ahora aparece involucrada, y contando con la «bendición» de algunos poderosos, la fiscal que procesó por varios delitos al senador quizás más importante del partido de gobierno.

Sucede que, como en la guerra, lo primero que se esconde aquí son las verdaderas intenciones, y es probable que estas no las conozcamos nunca. No basta con la renuncia de los principales implicados.

A.R.D.


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