No es cuestión de nombre

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Desde luego que no nos conforma, pero si vemos como un acierto total lo que se está haciendo en una cárcel del interior del país, donde cada centímetro de tierra es aprovechado para producir. Es asi que hemos visto viveros, huertas y otros muchachos dedicados a labores que le permiten formarse en actividades productivas.
Se nos explica que la incorporación a esta experiencia llevada adelante por el Instituto Nacional de Rehabilitación (INR) es seleccionada, vale decir que el privado de libertad que participa en ella no sólo debe demostrar voluntad de rehabilitarse, sino también buena conducta y demás.
Creemos que este es el camino. Vale decir que toda persona, y sobre todo jóvenes y menores de edad, que demuestren ganas de cambiar de vida, de aprender un oficio o incluso de estudiar debe ser apoyado.
Hemos asistido a experiencias a veces que lindan en lo absurdo y son totalmente ineficientes. Es así que hubo directivas en el país “años atrás”, que prácticamente prohibió que se siguiera denominando “cárceles” a los establecimientos adonde se remitía a los autores de delitos.
Así nació la denominación del INR y “privados de libertad”, para denominar a las cárceles y a los reclusos. Es un aspecto menor, porque las cárceles no dejaron de ser cárceles, porque se las denominara de otra manera, ni los presos dejaron de ser presos, porque hayan pasado a ser “privados de libertad”.
Para nosotros la cuestión pasa por otro lado, comenzando por la educación y la enseñanza de oficios. Pero al mismo tiempo las medidas de represión deben seguir existiendo y deben ser duras. No se puede admitir que un par de delincuentes, mate a mansalva -por ejemplo- a un enfermero que tenía dos trabajos para satisfacer las necesidades de su familia.
No se puede permitir ni un solo delito en el país y si el delincuente no muestra signos de arrepentimiento y sobre todo voluntad para recuperarse, transformarse en alguien útil para la sociedad, entonces debe permanecer encarcelado, porque apenas salga volverá a delinquir, por la sencilla razón que no conoce otra forma de vida.
Se nos dirá que no todos los delincuentes muestran ganas de cambiar de vida y es verdad. Pero por eso entendemos que los delincuentes, que quieren seguir delinquiendo deben estar en la cárcel, porque el bien mayor a proteger en estos casos es la sociedad y estos individuos no saben ni quieren hacer otra cosa que destruirla y dañarla.

A.R.D.

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Liliana Castro Automóviles