
Durante la etapa inicial de exploración del actual territorio de Uruguay por humanos debemos considerar la presencia de una fauna totalmente diferente a la que conocemos ahora. Existía la denominada megafauna, o sea mamíferos de gran tamaño que en algunos casos superaban las 3 toneladas de peso.
Así, en las praderas de grandes pastizales se veían manadas de mastodontes (similares al elefante), megaterios (perezosos gigantes), toxodontes (similares al hipopótamo), gliptodontes (similares a una mulita gigante), que eran cazados por el famoso tigre dientes de sable (nombre científico Smilodon fatalis).
Además, había cerca de 40 especies de animales que se extinguieron hace aproximadamente 12.000 años, como el caballo prehistórico. Existieron tres especies de tigre dientes de sable en Uruguay. Una de ellas estaba entre las más grandes de América: ¡se estima que el Smilodon fatalis podía alcanzar los 370 kg! Una verdadera bestia de músculos, fuerza y cuchillos en su boca.
¡Para tener una idea, el peso de los jaguares más grandes en la actualidad rondan los 150 kg, este tigre dientes de sable podía pesar más del doble y tenía dientes como cuchillos 4 veces más grandes! Encontrarse con uno de esos en el monte, no debió ser algo deseado o agradable para los humanos que recorrían las orillas del río Uruguay hace 14.000 o 13.000 años.
Otro aspecto que tenemos que tener en cuenta es el clima riguroso de finales de la Edad de Hielo, con promedios de 8 grados menos que hoy en día. Por lo tanto, en estos días de invierno que hoy tenemos temperaturas de 0 a -3 grados, durante las noches y días en que los humanos convivieron esas grandes bestias y otros animales, las temperaturas rondarían los -10 grados Celsius. Seguramente nevaba en los fríos inviernos y al salir de sus refugios o cuevas, nuestros ancestros veían los campos y cumbres de cerros blancos cubiertos de nevadas, en lugar del verde que vemos hoy.
Relacionado con esto, nuestra investigación en el sitio Pay Paso 1 (Artigas) permitió recuperar un artefacto que tiene una pequeña punta de 1 mm que fue datado en un piso de ocupación de 12.800 años.
¿Qué nos puede decir este artefacto sobre la vida cotidiana de estos humanos?
Varias cosas: primero que está hecho en ágata traslúcida, una materia prima con filo muy pronunciado, segundo que fue tallado muy delicadamente para conformar su punta en forma de taladro minúsculo.
Comparando con hallazgos similares de otras regiones de América y Europa de la misma edad, estos artefactos se utilizaban para hacer el ojo de agujas de hueso y/o marfil. Por lo tanto, tenemos evidencia indirecta de la confección y uso de agujas de hueso para elaborar abrigos de cuero, por los grupos humanos hace 12.800 años en el río Cuareim.
Esto no es una novedad, o no debería serlo, pues si sabemos que la temperatura era más extrema y fría que la de hoy en día, estas personas debían abrigarse. Sabemos entonces que hacían ropas (¿chaquetas, pantalones y chalecos de cuero tal vez?). No andaban desnudos y menos aún corriendo sin rumbo detrás de las presas para cazarlas. Sabemos también que tenían un uso estratégico y planificado del espacio, con sitios residenciales (viviendas), sitios de caza, sitios de aprovisionamiento de materias primas (canteras) y sitios rituales donde practicaban y se relacionaban con el mundo de sus antepasados y espíritus, que seguiremos presentando en próximas entregas.
Aún tenemos mucho que investigar para avanzar y conocer sobre los pueblos originarios y desterrar, de una vez por todas, esa falsa idea que desde la escuela se sigue repitiendo como un eco eterno: que los indígenas en Uruguay eran salvajes y taciturnos.
No lectores, estos indígenas de hace 14.000-10.000 años tenían un conocimiento profundo del ambiente, la fauna y la flora que los rodeaba, sabían dónde encontrar y seleccionar rocas con alto contenido de sílice que les servían para cortar y perforar tanto cuero como huesos y hacer sus artefactos. Tenían la misma capacidad intelectual que nosotros, simplemente se relacionaban con el ambiente de otra forma diferente y, seguramente, caminaban por los montes de los ríos y arroyos con mayor precaución y cautela que nosotros hoy en día.

Arriba: recreación de un tigre dientes de sable (Smilodon fatalis), que recorrió los montes y praderas de Uruguay durante la Edad de Hielo o final del Pleistoceno hasta hace aproximadamente 11.700 años.

Arriba: ejemplo de una aguja de hueso donde se observa el detalle del “ojo” de la misma (proveniente de un sitio del paleolítico superior en Europa). Abajo: perforador lítico en ágata traslúcida y detalle de la punta-perforador del mismo artefacto, proveniente del sitio Pay Paso 1 (Artigas) de un contexto arqueológico datado hace 12.800 años.

Abajo: ejemplo de agujas de hueso prehistóricas.
