Seguramente la vivienda es una de las grandes preocupaciones de los jóvenes y las parejas en general de los uruguayos. También es la llave de muchos votos y quien aporte una solución a este tema seguramente logrará cosechar gran parte de la simpatía y la voluntad popular.
Es que sobre todo las parejas jóvenes tienen en la vivienda un gran dilema a resolver. Dilema que muchas veces se resuelve haciendo la casita al fondo del terreno de uno de sus padres o alquilando lo que se pueda en el mejor de los casos.
Si esto era ya una dificultad en nuestro país, en tiempos de pandemia, cuando escasea el trabajo es uno de los más difíciles de enfrentar en la convivencia diaria.
El gobierno anterior, consciente del tema intentó facilitar el acceso a la vivienda para los jóvenes y aquellas parejas que tenían muy pocas posibilidades de acceso. Sin embargo las facilidades que se otorgaron para acceder a una vivienda social, terminaron favoreciendo a los especuladores, a los denominados inversores, que compraron una segunda vivienda para ofrecerla al mercado inmobiliario en alquiler y en nada mejoraron sus posibilidades quienes realmente necesitaban una vivienda.
Seguramente que no era esto lo que se pretendía, pero la realidad indica que fue lo que se logró. Quizás los errores estuvieron en las condiciones que se fijaron para acceder a estas viviendas, pero de todas maneras lo que vemos es que hoy hay más viviendas en pocas manos y más gente desesperada por solucionar el tema. Gente que termina conformando asentamientos o viviendo en lugares inapropiados.
“El que se casa, casa quiere…”.decían nuestros mayores y seguramente que más allá de la experiencia les asistía la razón. Es que las parejas de jóvenes reclaman su derecho incluso a cometer errores, a equivocarse, pero juntos y también a enriquecerse con la experiencia de enfrentar las dificultades juntos.
Los países socialistas han puesto en práctica muchas veces el préstamo de la vivienda a muy bajo precio para las nuevas parejas, aunque saben que esto a lo sumo ayuda a solucionar sólo uno de los mayores problemas, pero mientras no haya soluciones de fondo para el trabajo digno es nada más que un aporte, importante pero nunca suficiente.
En tanto el sistema capitalista, aplica el derecho a la propiedad como una de sus bases esenciales y quizás sea hora de pensar si tanto uno como otro sistema tienen ventajas y desventajas.
Si realmente lo que nos mueve es el interés del bien común seguro que hallaríamos una pronta solución.
A.R.D.
