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domingo, 25 de mayo de 2025
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Mindfulness o atención plena, una contribución a la salud mental y emocional

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Diario EL PUEBLO digital
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Lic. en Psicología Cristina Beltramelli.-
En el artículo pasado mencionaba que podemos transitar el dolor de manera más saludable a través de la práctica de Mindfulness o atención plena. Hoy quiero hablarles de otra de las estrategias de tercera generación que contribuye a acompañar el dolor de manera diferente a la que estamos acostumbrados.
Se trata de la práctica de la AUTOCOMPASIÓN, es una práctica intencional que necesita de la atención plena para darnos cuenta que estamos sufriendo, estresados, con ansiedad, para así poder cuidarnos desde el amor de igual manera como cuidaríamos a un ser querido.
Como verás la Autocompasión, desde este enfoque, no es lo que parece: NO es hacerse la víctima, NO es tenerse lástima, NO es ser débil…
Se trata de una habilidad que se puede entrenar para desarrollar una forma virtuosa de relacionarnos con nosotros mismos, dirigiendo una actitud amable y comprensiva en vez de hacerlo desde la hostilidad. Se puede entender como “ser tu mejor amigo/a y procurarte lo que más te nutre”.
Habitualmente nos resistimos y luchamos contra lo que nos está ocurriendo y muchas veces criticándonos; aparecen voces interiores como “hay un problema en mí”, “te lo merecés” dejándonos paralizados. También puede ocurrir que adoptemos conductas de evitación que provocan más malestar, como por ej: comer de más, trabajar en exceso, distraernos en las redes sociales en forma compulsiva.
La ciencia encontró evidencia de que determinadas prácticas generan cambios actitudinales, perceptuales y atencionales y la autocompasión se encuentra en este grupo de prácticas contemplativas basadas en ciencia. Cuando somos compasivos con nosotros mismos, activamos el sistema de seguridad y calma o sea el sistema que organiza la respuesta de calma y las sensaciones de satisfacción.
Seguramente se estarán preguntando cómo podemos entrenar la compasión, he aquí algunas maneras de hacerlo:
En primer lugar podemos comenzar por conectar con la intención de tratarnos con cariño y amabilidad. Esto ya puede hacer una diferencia en nuestra vida cotidiana; reconocer cuando surge la voz crítica interior y abrirnos a una nueva voz, el amigo
interior. Por ej: cuando nos equivocamos podemos decirnos que “es humano equivocarse, la próxima intentaré hacerlo mejor”.
Se trata de conectar con nuestra parte más sabia, resiliente y fuerte y “abrazar” la parte que sufre y es vulnerable.
Otra manera es a través de palabras compasivas, hay palabras que cuando hay sufrimiento y dolor pueden constituirse en un bálsamo para nuestro corazón, para descubrir cuáles te son apropiadas puedes explorar cómo resuena en ti la pregunta ¿qué necesito en este momento?
Hay frases tradicionales que puedes repetir y que funcionan tales como “que sea feliz, que tenga paz y esté libre de sufrimiento” pero tú puedes encontrar tus propias frases. Puedes llevar la atención amorosa hacia la respiración, acompañándola de buenos deseos.
Por otro lado, tenemos cualidades compartidas con los animales que han permitido sobrevivir como especie: la importancia de sentir el contacto del otro en momentos de vulnerabilidad. La experiencia del dolor es menor si nos sentimos acompañados y queridos, pero como no siempre tenemos a alguien que nos acompañe. Por eso te invito a practicar gestos compasivos hacia tu persona cuando sientas malestar.
El gesto compasivo resuena en todo el cuerpo, nos damos un tiempo para ser consciente del contacto de una mano sobre la otra, o reposar suavemente las manos en tus mejillas, o llevar las manos a los hombros como dándonos un abrazo. Se entiende que estos gestos no lo hacemos para que se vaya el malestar sino para acompañarnos en el momento que lo necesitamos.
Otra manera de cultivar autocompasión es a través de imágenes, para las personas visuales este camino es muy apropiado. Mientras sentimos el movimiento de la respiración, podemos visualizar una luz que baña todo nuestro cuerpo. Al inspirar la luz se dirige a nosotros y al exhalar podemos enviarla a todos los seres.
Puedes también sentirte en presencia de un ser que para ti es compasivo, imaginarlo cerca de ti y disfrutar su compañía; la sensación de pertenencia “de formar parte de la manada” es un gran apoyo para regular nuestra fisiología y nos ayuda a salir de la idea de lo que nos está pasando.
Además la autocompasión en la vida cotidiana puede ser una opción accesible para comenzar. Se trata de responder con alguna conducta frente al malestar. Por ej: cuando estamos tensos darnos un baño reparador con agua caliente, salir a caminar, escuchar música, etc.
Te dejo estas ideas, anímate a ponerlas en práctica, no vas a perder nada, por el contrario, vas a ganar en bienestar.

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