La toma gráfica captada por Vicente Massarino de EL PUEBLO. El ingreso al campo de juego del Dickinson por parte de Melo Wanderers y Ferro Carril, el sábado a la tarde para afrontar el partido de vuelta en semifinales del Campeonato del Interior. Wanderers había vencido de local y Ferro Carril con la obligación de responder: ganar para avanzar a la final.
Ferro ganó, pero a la hora de los penales, razón de contrastes: la eficacia de Wanderers y el no poder de Ferro, a tal punto que las tres ejecuciones se malograron. El 3 a 0 a cuenta del visitante. Ferro se quedó al margen del capítulo final. Lo que no pretendió y finalmente pasó.
Más allá de las situaciones malogradas por el actual Campeòn Salteño, sobre todo en el primer tiempo, cuando DEBIÓ resolver.
Más allá de la impericia a la hora de ejecutar los penales, un aspecto NO PUEDE NI DEBE SOSLAYARSE: el pasaje de Melo Wanderers a la final del Campeonato del Interior, ES EL PASAJE DEL ANTI FÚTBOL.
Sobre todo en el complemento, Wanderers jugó a no jugar e hizo de las simulación sistemáticas para sumar minutos sin acción, un recurso orillando lo vergonzante.
Claro está que Wanderers capitalizó a extremos poco imaginables, la actitud tolerante y cómplice del árbitro riverense Néstor Coelho.
Cuesta evocar en el ayer, un segundo tiempo como el visto y observado, con el fútbol sometido entre la alevosía y la premeditación.
El manual de Melo Wanderers debiese producir rechazo frontal, porque caso contrario sería avalar a la peor de las trampas, desde aquel que NO quiere jugar. Que no admite esencia alguna del juego y que termina socavando la condición de espectáculo.
El anti fútbol desembarca en la final de OFI.
Penosamente cierto. Penosamente real.