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jueves, noviembre 6, 2025

Más que fútbol: el compromiso social de River Plate

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Diario EL PUEBLO digital

Que los gurises sigan soñando, que crean en ellos mismos y en sus compañeros. Porque cuando hay esfuerzo, los resultados llegan, en lo futbolístico y también en lo humano

Franco Pereira, técnico de formativas de Club River Plate

En el corazón del fútbol salteño, donde la pasión por la camiseta se mezcla con el compromiso social y la formación humana, el Club River Plate se ha consolidado como mucho más que una institución deportiva. Su historia reciente está marcada por un trabajo silencioso, constante y profundamente humano, que trasciende los límites del campo de juego. Allí, entre pelotas, botines y abrazos, se construye un espacio donde los valores, la educación y la solidaridad tienen tanto peso como los goles o los trofeos. 

Al frente de ese proceso está Franco Pereira, técnico que desde hace cinco años forma parte de la gran familia riverplatense. Con experiencia en distintos roles —entrenador, preparador físico, captador y organizador—, Franco encarna la esencia del club: el equilibrio entre lo deportivo y lo humano. Su mirada va mucho más allá del resultado del fin de semana. En cada entrenamiento, en cada charla con los jugadores o sus familias, se percibe la convicción de que el verdadero triunfo se alcanza cuando los chicos crecen como personas, cuando aprenden a respetar, a esforzarse y a trabajar en equipo. 

River Plate ha desarrollado un proyecto que prioriza la formación integral de sus futbolistas, combinando el desarrollo físico y técnico con la educación formal. “Formar jugadores estudiantes” es uno de los pilares fundamentales del club. Ningún joven juega en River si no está cursando el liceo o la UTU, una decisión que demuestra la responsabilidad social que asume la institución. No se trata solo de preparar deportistas, sino ciudadanos comprometidos, con valores sólidos y conciencia de grupo. 

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En este sentido, Franco Pereira destaca la importancia de los pequeños gestos: saludar al llegar, mirar a los ojos, explicar por qué se llega tarde o agradecer el trabajo del canchero. Son actitudes simples, pero que fortalecen la convivencia y refuerzan el sentido de pertenencia. En River, los entrenamientos no terminan cuando se apaga el silbato.

El trabajo continúa fuera de la cancha, en los almuerzos compartidos, en las meriendas improvisadas o en las tardes donde los gurises juegan a las cartas y las risas se mezclan con la camaradería. Es en esos espacios donde se forjan los equipos más fuertes, donde se construye la confianza que después se refleja dentro del campo. 

Siempre les decimos lo mismo: créansela. Créan en ustedes, en sus compañeros, y den todo hasta el final. Porque los resultados llegan, en lo futbolístico y también en lo humano.»

Salto Grande es energía, talento y desarrollo

Pero el compromiso del club va aún más allá del deporte. River Plate también cumple una función social esencial. Ante cualquier necesidad, ya sea falta de calzado, indumentaria o alimento, la respuesta llega rápido y en conjunto: dirigentes, técnicos, padres y jugadores se unen para brindar apoyo. Esa red solidaria ha permitido que ningún chico quede fuera por motivos económicos, reafirmando el principio de que en River siempre hay lugar para todos. 

Franco Pereira, técnico de formativas del Club River Plate junto a Romina Buzzo, periodista de EL PUEBLO.
Franco Pereira, técnico de formativas del Club River Plate junto a Romina Buzzo, periodista de EL PUEBLO.

Los padres, por su parte, son protagonistas silenciosos de este proyecto. Desde las frutas en la pretemporada hasta el chocolate caliente en los partidos de invierno, su acompañamiento constante es parte vital del funcionamiento del club. Pereira no duda en emocionarse al hablar de ellos: “Son gestos que valen más que mil palabras, porque demuestran compromiso y amor por los hijos, por el club y por el deporte”. 

Cada historia que se vive en River Plate tiene un trasfondo de esfuerzo, empatía y aprendizaje. Franco recuerda anécdotas que marcan, como la de aquel niño que un día llegó al entrenamiento sin haber merendado, y cómo una simple fruta se transformó en un

acto de contención y humanidad. Son situaciones que revelan la realidad de muchos jóvenes, pero también el compromiso de un club que no mira para otro lado, que actúa, acompaña y abraza. 

Por todo eso, River Plate se ha convertido en una escuela de vida, donde el fútbol es la excusa perfecta para enseñar valores, disciplina y perseverancia. Los logros deportivos —como ver a varios jugadores del club integrando planteles de Primera o incluso preselecciones nacionales— son la consecuencia natural de un trabajo serio, constante y lleno de pasión. 

Con humildad y orgullo, Franco Pereira cierra la charla con un mensaje que resume el espíritu del club: “Que los gurises sigan soñando, que crean en ellos mismos y en sus compañeros. Porque cuando hay esfuerzo, los resultados llegan, en lo futbolístico y también en lo humano”. 

River Plate no solo forma jugadores: forma personas. Y en esa cancha donde se mezclan los sueños con la realidad, donde cada práctica es una lección de vida, se escribe día a día una historia que demuestra que el deporte puede ser, también, una poderosa herramienta de transformación social.


Continuación puede leer la transcripción de la entrevista completa:

¿Cómo viene trabajando el área de formación del club? 

«Muy bien, la verdad que bárbaro. Este es mi quinto año en River y he pasado por muchos roles: técnico, preparador físico, captador y también organizador. En este tiempo se han logrado muchos resultados, no solo deportivos, sino también sociales, y eso para nosotros es clave. Lo deportivo y lo humano van de la mano, y creo que ese equilibrio explica gran parte del crecimiento del club. Nos sentimos muy cómodos, como en casa.» 

Sos técnico de varias categorías, ¿verdad? 

» Sí. Este año me tocó dirigir las categorías Sub-14 y Sub-15, y en la recta final también la Sub-18. Todo un desafío, pero un desafío muy lindo. Formamos un cuerpo técnico familiar: me acompañan mi tío Javier González y mi hermano Valentín Pereira, además de muchas personas que trabajan detrás para que todo funcione bien.» 

¿Cómo es un día de práctica? ¿Se les da una charla motivacional, se trabaja la disciplina y los valores? 

«Sí, totalmente. Nosotros trabajamos de lunes a viernes, y por lo general arrancamos la segunda semana de enero. Empezamos con una recapitulación física y desde ese momento marcamos la línea de trabajo para todo el año. 

Algo que para nosotros es muy importante es formar jugadores estudiantes. Queremos que compartan las dos pasiones: estudiar y jugar. Creemos que el progreso personal no puede separarse del educativo. En River, la deserción escolar no es una opción: no tenemos chicos jugando que no estén cursando el liceo o la UTU. Eso es una base fundamental de nuestro proyecto.

Además, los valores se inculcan desde el primer día. Cosas simples, pero que hacen a la convivencia: saludar al llegar, despedirse del canchero, pedir permiso para usar materiales, mirar a los compañeros a los ojos, explicar por qué se llega tarde. Son detalles pequeños que construyen respeto, compromiso y pertenencia, tanto dentro como fuera de la cancha.» 

También se trabaja el tema del compañerismo, del respeto. 

«Sí, totalmente. Aprovechamos mucho los espacios fuera del entrenamiento: las comidas en la sede o en la cancha, compartir una hamburguesa o un choripán. Son momentos que fortalecen al grupo. Los gurises juegan a las cartas, a juegos de mesa, al tenis… y ahí se ve lo mejor de ellos. Es cuando aparece ese espíritu de equipo que venimos trabajando desde el primer día del año.» 

¿Y cómo influye ese momento de compartir? Más allá de lo deportivo, ¿qué aporta ese encuentro fuera de la cancha? 

«Aporta muchísimo. Nosotros estamos convencidos de que los grandes objetivos se logran con grupos fuertes. Si no hay unión interna, es muy difícil avanzar. Y cuando digo grupo, no me refiero solo a los jugadores: también a los padres. Ellos son una parte fundamental. Son quienes garantizan que los chicos tengan su ropa, sus botines, que participen en las comidas o actividades. Todos somos parte de un mismo equipo, y ese sentido de pertenencia es lo que sostiene el proyecto.» 

River también tiene una fuerte mirada social. ¿Qué pasa si a un chico le falta calzado o equipamiento deportivo? 

«En esos casos actuamos enseguida. Primero se consulta con la dirigencia y, si está a nuestro alcance, entre tres o cuatro personas ponemos el dinero y compramos lo necesario. Por suerte tenemos esa posibilidad de apoyo solidario. A veces los propios padres organizan colectas o rifas para cubrir esos gastos. Nosotros, como cuerpo técnico, también participamos. Son gestos simples, pero muy significativos. Estoy convencido de que los chicos lo valoran, y eso deja huella.» 

Mencionabas a los padres: un grupo que acompaña siempre, más allá del resultado. 

«Sí, siempre. Desde el primer día. En enero, durante la pretemporada, hay padres que llevan frutas, otros que se encargan del agua. En los partidos de verano, cuando hace mucho calor, aparecen con hielo y bebidas isotónicas. Y en invierno, más de una vez hicieron chocolate caliente en el entretiempo, con pan o con bollos al final del partido. Son detalles que emocionan, porque demuestran que están comprometidos.» 

¿Qué significa para vos formar parte del cuerpo técnico de River? 

«Es un orgullo enorme. He tenido la suerte de compartir con gente muy capacitada, incluso en la selección salteña, y eso me permitió aprender mucho, en lo deportivo y en lo humano. Nosotros hacemos hincapié en lo humano: creemos que los resultados deportivos son una consecuencia. Lo más importante es haber formado un grupo fuerte, con valores, con respeto. Para mí eso vale más que ganar un campeonato.»

¿Y qué mensaje le darías a los padres de los chicos que entrenás? 

«Solo agradecerles. Todos los años me cruzo con padres o con jugadores que ya están en Primera y se siguen acordando de una merienda, de una salida al parque o a las plazas. Sabemos que hay familias que pueden más y otras que menos, pero todas ponen algo: tiempo, esfuerzo, afecto. Y eso se siente. Porque cuando el esfuerzo se comparte entre la institución y las familias, todo se hace más llevadero y mucho más lindo.» 

¿Recordás alguna anécdota especial con alguno de los chicos? 

» Sí, varias. Una que me marcó fue la de un gurí que llegó a un entrenamiento y se sintió mal. Le pregunté qué le pasaba y me dijo que no había merendado. En ese momento se te hace un nudo en la garganta. Salí corriendo a buscar fruta, algo para darle. Y eso te hace pensar que hay realidades muy duras. Por suerte, el club tiene un compromiso social fuerte y ayuda a los chicos más carenciados con canastas mensuales. Eso va mucho más allá del fútbol. Es lo que te confirma que estamos en el camino correcto.» 

Porque en River se le abren las puertas a todos. 

«Sí, exactamente. Todos los años tenemos más de 60 jugadores en el club, y en algunos momentos llegamos a 80 gurises. Eso a veces se complica, porque hay planteles de hasta 30 chicos, pero tratamos de no decirle que no a nadie. Como vos decís, más que un club de fútbol somos una institución social. Si un chico se acerca es porque te eligió por algo, y eso hay que valorarlo. Por supuesto, River tiene un nivel competitivo alto: en juveniles es uno de los clubes más importantes de Salto. Pero intentamos que todos tengan su lugar y que se sientan parte.» 

¿Qué sentís cuando ves a los jugadores de River salir a la cancha? 

«Orgullo. Orgullo, pasión, dedicación y esfuerzo. Siempre les digo que me gusta mirarlos a los ojos antes de cada partido y ver ese fuego sagrado, esa entrega por la camiseta. Nunca hubo un partido en el que nos fuéramos con la sensación de que no dejaron todo. Más allá del resultado, siempre lo dan todo. 

Y eso es lo más importante: enseñarles que el deporte es una escuela de vida. Que aprendan disciplina, constancia, perseverancia. Que entiendan que, aunque a veces los resultados no llegan, lo fundamental es irse con la satisfacción de haber hecho el máximo esfuerzo.» 

Para cerrar, ¿qué mensaje te gustaría decirles a los jugadores de River? 

«Que sigan soñando. Que trabajen con ganas, que no bajen los brazos. Cualquiera sea el objetivo, con esfuerzo se puede lograr. Hemos visto a muchos chicos empezar desde abajo y hoy algunos están en una preselección de Uruguay, en Montevideo. Eso es un orgullo enorme para nosotros.

Siempre les decimos lo mismo: créansela. Créan en ustedes, en sus compañeros, y den todo hasta el final. Porque los resultados llegan, en lo futbolístico y también en lo humano.» 

«Gracias a vos por la invitación y por acordarte de River, un club que viene trabajando muy bien desde hace años. El otro día, en un partido de Primera, los dirigentes nos decían con orgullo que había once gurises del club jugando en un plantel de dieciocho. Para nosotros eso fue emocionante, porque muchos de ellos pasaron por nuestras manos. 

Así que gracias por dar espacio a esta historia, que es deportiva pero también profundamente social.”

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