Músico, productor y director de La Academia de Música, nació en Artigas en 1978. Formado en órgano eléctrico desde niño, fue tecladista y arreglador de Mogambo en los 90 para el sello Sondor. En Salto fundó “La Nave” y luego se dedicó a la producción musical y la enseñanza.
1 – ¿Cuál fue el momento exacto en que dijiste “Salto necesita una academia de música” y te animaste a abrirla?
A fines del 2004, después de ver varios espectáculos y de haberles dado una mano, durante todo ese año, a varios músicos a lograr algunos objetivos con respecto a discos y actuaciones en vivo.
Ya estaba recibido de profesor de teoría y órgano por el conservatorio CEMA de Artigas. Resolví que para el 2005 iba a abrir La Academia de Música —ya le había puesto ese nombre—, en principio solamente clases de teclado, pero fue tal la receptividad que resolví abrir algunos instrumentos y contratar profesores.
Al comienzo era solamente guitarra, teclado y batería y luego fuimos consiguiendo también y hablando con profesores especializados en otros instrumentos que venían de diversos conservatorios de otras ciudades.
2 – ¿Qué tiene que tener un profesor para que vos digas “este encaja acá”?
Yo creo que un docente de música lo primero que tiene que tener para poder dar clases en La Academia, o para poder trabajar, es ser músico.
Uno puede recibirse de profesor de música y dejar de lado el instrumento como hay algunos que lo hacen, lamentablemente, pero hay gente que no, hay gente que busca el perfeccionamiento, busca seguir adelante, busca seguir sacando canciones, componiendo, armando, rearmando.
Es impresionante, hay mucha gente que ha egresado de La Academia en estos años y ha seguido haciendo música y hasta el día de hoy están haciéndolo de una forma muy linda, cada uno en su género.

3 – Venís de Artigas, una tierra con una musicalidad muy particular. ¿Qué parte de esa identidad artiguense sentís que trajiste a Salto y quedó impregnada en La Academia?
Bueno, vine de Artigas y viví muchos años allá, pero hoy por hoy ya tengo más años viviendo en Salto, soy más salteño que la naranja.
Pero, para responderte, creo en gran parte lo que hasta el día de hoy seguimos forjando es la característica de que se puede, de que todos los obstáculos pueden ser derribados con mucha paciencia, tenacidad y trabajo.
Las bandas de Artigas son muy tenaces en cuanto a su producto final, lo que llama mucho la atención. Muchos de ellos creen tanto en sí mismos que logran y han logrado muchas cosas, por eso Artigas es en la cuna de muchas bandas que han salido por todo Uruguay.
Yo creo que esa marca ha quedado impregnada en La Academia y ha hecho que muchos estudiantes la tomen y sigan adelante con ella.
4 – La Academia enseña de todo: murga, candombe, rock, clásico. ¿Qué género fue el que más te sorprendió que la gente pidiera?
Lo que más intentamos hacer es que el estudiante crezca musicalmente con el estilo que le guste. Obviamente que les damos a conocer, le abrimos el abanico musical para que conozca otros géneros, que no se encierre solo en la cumbia, en la plena, en el rock, en el candombe o en la murga.
Que pueda conocer ese gran abanico musical que te permite después cuando hacés cierto estilo poner un poco de tu propia esencia.
El rock and roll siempre es muy bienvenido en los escenarios y en los que hemos hecho en estos años acá en Salto. Y ni hablar que la parte de la música popular y también el folclore, la cumbia, son estilos que dejan huella.
5 – Tenés exalumnos que hoy son abogados, músicos, estudiantes universitarios. ¿Cuál fue la historia que más te conmovió o te dejó pensando?
Bueno, hay muchos profesionales de otras áreas que han egresado de La Academia y que hoy son abogados o están estudiando en medicina para ser doctores. Uno intenta dejar huellas y creo que eso se ha establecido.
Tenemos alumnas y alumnos que trabajan en empresas, que son estudiantes universitarios o que están por egresar. Hay maestros, maestras, que han hecho un esfuerzo grandísimo. Tengo muchos ejemplos, pero se me viene a la cabeza ahora la historia de uno en particular que no quiero nombrar porque no le pedí autorización.
Era un estudiante que vino de otro conservatorio y estaba por egresar en ese conservatorio. Y cuando le dije, bueno, tocá lo que vos sepas, me dice — no, yo toco con la partitura nada más. — Y bueno, ¿y qué tocas? — Ah, no sé, yo traje anotado en un cuaderno. Y había traído en el cuaderno anotado una canción y tocó con una mano sola, la otra no tocaba.
Y empezamos a trabajar con él. Empezó a leer canciones y empezó a sacar canciones de oído. En el trayecto de tres años, con el conocimiento que venía trayendo y con su estudio constante, cambió totalmente.
La música te cambia, te enfoca. La música te cierra ventanas que tenés abiertas en cuanto a la educación y te enfoca de tal forma que vos lográs el objetivo cuando te lo propones. Y yo creo que ese estudiante fue uno de los que tomó las herramientas que le dimos en música para poder seguir adelante.
Contado por el padre y la madre, él de 1º a 4º de liceo, siempre con algún problema en alguna materia y después de que empezó a estudiar música, empezó a cambiar. 5º y 6º sin materias pendientes, sin nada y empezó la facultad y la terminó en tiempo y forma. Cambió. Yo creo que la música te hace un clic en la cabeza.
6 – ¿Qué es lo que más cambia?
Cuando entran a la Academia entran con muchas dudas, muchas incertidumbres de que si van a aprender o no música, si van a aprender a cantar, que si van a poder percutir, que si van a poder tocar una batería o una guitarra o lo que sea y terminan tocando desde el primer día y se sorprenden, te das cuenta.
En niños, en jóvenes y en adultos, es mágico. Enseñar música es mágico, pero ver esa transposición didáctica musical en el estudiante, eso es mágico de verdad.

7 – Si mañana tuvieras que sumar un curso nuevo y arriesgado, algo que nunca dieron, ¿qué te gustaría agregar?
Un curso que me gustaría mucho agregar es de cavaquiño, porque realmente es un instrumento que ha crecido mucho últimamente, hay mucha gente que quiere aprender a tocarlo. Es como un ukelele, pero con cuerdas de acero, muy utilizado en el samba y el pagode de Brasil, me parece que es un instrumento muy interesante.
Tenemos el curso de violín y de ukelele, que también son otros dos cursos que muchos años han pedido y estos últimos tres años lo venimos teniendo abierto con una profesora de Concordia, Concepción Bolindre.
Tenemos el curso de percusión con Pedro Zeni, de batería con Néstor Suárez, de guitarra con Jonathan Falcón y Aníbal Lequini (y bajo también), tenemos abierto el taller de canto, la parte de teclas, que soy yo, toda la parte de piano y teclado.
Salto es una ciudad muy guitarrera, muy de la guitarra, hay mucha gente que quiere aprender guitarra, después tenemos gente, mucha gente que le gusta aprender percusión y mucha gente que le gusta aprender el piano, teclado
La parte de vientos la hemos tenido cubierta en años anteriores, como la trompeta, trombón, saxofón también, que son docentes que están a la orden siempre,
Pero el cavaquiño sería un instrumento interesantísimo para poder implementarlo. El primer instrumento que se me vino a la cabeza fue el arpa, pero sería un curso que quizás no todo el mundo le gustaría aprender, aparte es un instrumento que para nosotros es bastante complejo de adquirir.
La Academia está ubicada en calle San Martín 475, en el corazón del barrio 100 Manzanas. Tenemos la facilidad para poder llegar y estacionamiento y eso hace que sea también un lugar lindo para compartir en familia. Hace 20 años que todos los vecinos nos confían sus hijos, sus adolescentes y a ellos mismos para aprender música en este barrio hermoso.









