La edil frenteamplista Manuela Mutti habla con la misma pasión con la que pinta sus cuadros o defiende un proyecto en la Junta Departamental. Su mirada atraviesa la política, el arte y la vida con una sensibilidad que reivindica como fuerza transformadora. Desde la Comisión de Cultura de la Junta Departamental de Salto, impulsa una visión integral de la cultura, que entiende como una expresión esencial del ser humano y de la democracia.
“La cultura es la síntesis entre lo emocional y lo racional que nos comunica con otras cabezas en un tiempo y un espacio”, sostiene. “No alcanza con llenar la panza de comida; también necesitamos soñar y emocionarnos. Si no hay quien cante, pinte o nos conmueva, los cambios sociales no son profundos”.
Mutti, ex diputada y actual edil, combina su rol político con su labor artística y su ejercicio profesional en medicina tradicional china. Su relación con el arte, cuenta, nació casi en secreto: “Al principio escondía mis cuadros atrás del ropero. Me daba terror al ojo del otro”. Con el tiempo, comenzó a exponer en colectivo junto al taller Casa Tomada, donde descubrió el valor de su obra: “Pasé de regalar mis cuadros a mis amigas a ponerles un valor. Pintar es caro, y si quiero seguir expresándome tengo que poder costearlo”.
El arte como derecho y como política
En su trabajo en la Comisión de Cultura, Mutti subraya el doble rol de la Junta: “La Junta no solo controla, también propone. Controla cómo se ejecuta el presupuesto destinado a cultura, pero también puede generar proyectos y declaraciones de interés cultural”.
Explica que el equipo ya mantuvo reuniones con el director de Cultura, Pablo Bonet, para conocer los planes de gestión y presupuestos: “Nuestro rol hoy es de contralor, pero también de oposición responsable. Queremos saber con qué recursos se cuenta y cuáles son las prioridades ideológicas que marcarán esta administración”.
Mutti fue integrante de la Comisión de Educación y Cultura del Parlamento, donde impulsó el proyecto de ley de cuotas para artistas mujeres y emergentes del interior, retomado luego por la senadora Sandra Lazo. “Fue una manera de abrir espacios para quienes siempre quedaron afuera”, recuerda.
La realidad de los artistas salteños
La edil no disimula su preocupación por la situación actual del arte en el departamento:
“Hoy ser artista en Salto a veces implica ir a cantar por el pancho y la coca”, dice con crudeza. “No hay una conciencia real de impulsar las artes si no están dentro de circuitos económicos o festivales. Y los artistas locales siguen peleando por existir”.
Uno de los principales problemas, señala, es el acceso a los espacios culturales: “Hacer teatro es carísimo. Aunque la Intendencia tenga la intención de subvencionar, los costos son altos y los públicos limitados”.
Subraya como positivo, la creación del espacio, Eduardo Piñeyro que también funciona a pulmón. Reflexiona también acerca de la complejidad de los músicos y su vínculo con AGADU enfatizando, que muchas veces lo que logran recaudar por un festival tienen que destinarlos a cubrir los costos.
También la falta de políticas culturales sostenidas: “La cultura ha sido tierra arrasada en muchas administraciones, tanto de derecha como de izquierda. Los artistas sobreviven a pulmón, sin una política real de desarrollo del arte”.
Germen Cultural: construir desde lo colectivo
En respuesta a esa falta de apoyo estructural, Mutti integra Germen Cultural, un colectivo que busca unir artistas y promover la cooperación: “Un desafío enorme es que el arte suele hacerse en soledad y eso nos separa. Germen Cultural nació para romper con eso, para trabajar juntos más allá de las ideologías y pensar el desarrollo cultural del territorio”.
El grupo ya realizó dos asambleas y prepara la tercera: “Somos gente de distintos sectores, pero con la misma mirada sobre la importancia del arte. Nos une la idea de ser propositivos, de colaborar y de construir juntos”.
Una mirada sensible y política
Para Mutti, la cultura es componente esencial del bienestar social y de la identidad colectiva: “Los cambios profundos se expresan a través del arte. Sin poetas, sin músicos, sin pintores, una sociedad se vuelve muda emocionalmente”.
Su reflexión final sintetiza su modo de vivir la política y el arte: “Militar, pintar o gestionar cultura son formas de tender la mano. No creo en otra vida más allá de esta, así que creo que hay que hacer acá, con lo que tenemos, lo que consideramos correcto”.









