Guillermo Pérez – Concordiense ex combatiente.
Estamos culminando mayo y no podemos dejar pasar por alto este mes donde, en las páginas de El Pueblo hemos dado lugar a los testimonios que han llegado desde el otro lado del ‘charco’.
La Guerra de Malvinas tocó de cerca a los uruguayos por la proximidad del país vecino y porque incluso familiares de la hermana argentina fueron al frente de combate y en algunos casos esos soldados no volvieron.
Guillermo Pérez es un entrerriano que fue desde las costas del atlántico norte, -donde se encontraba en el 1981 a bordo del destructor ARA Santísima Trinidad- para llegar hasta las costas de Malvinas. El buque con bandera argentina había sido botado desde las costas de Inglaterra, paradójicamente lugar de origen. Desde allí salieron hacia el sur donde le destinaron una misión; arrear la bandera inglesa, izar el pabellón nacional y volverse a continuar con las rutinas previstas para la flamante adquisición de las fuerzas armadas. Todo parecía sencillo, pero sabemos el final.
‘Tito’ como así se lo conoce en la vecina ciudad de Concordia, en ese momento tenía 26 años, siendo Cabo 1ro. electricista, técnico en telefonía, tripulante del Santísima Trinidad.
Por su viaje previo al Reino Unido, la familia de López en Argentina jamás se enteró de su participación en la Guerra de Malvinas, tampoco en su barrio natal; Tito es nacido en el Barrio Sur o también llamado barrio de la Cárcel, situado en las calles Perú y Andrade. Hoy tiene su taller de trabajo muy cerca de la zona de su infancia; Andrade y 25 de mayo.
A Malvinas sin saber porqué
«El 28 de marzo de 1982 zarpamos rumbo a las Malvinas a las 8 de la mañana, en total habíamos cuatro personas nacidas en Concordia, éramos doscientos veinte tripulantes en el destructor.
Nosotros no sabíamos hacía donde íbamos, no teníamos idea en principio, porque no nos habían comunicado nada. Pensamos que íbamos a un conflicto con Chile, en los pasillos del buque se hacían comentarios, pero no teníamos idea.
El 1° de Abril a las 10 de la mañana se nos comunica que nosotros íbamos a Malvinas a recuperar nuestras Islas, imagínese que la sorpresa fue muy grande.
Nos explican que debíamos ser lo más correcto posible, no podíamos matar a nadie, no debíamos romper ningún edificio, tampoco ningún tipo de violación de derechos, en concreto íbamos por 5 días de combate, teníamos que arrear la bandera inglesa, izar la bandera argentina y defenderla como mínimo 3 días. Esta acción nos daría la oportunidad de negociar en forma diplomática durante 150 días más mínimo.
En la isla iba a quedar un pequeño contingente del ejército de marina y fuerza aérea, algunos de prefectura y gendarmería y nosotros nos replegábamos. Cuando llegaran los ingleses a la isla (que era seguro) habría un ‘tiro de honor’; por esto ellos debían respetar nuestras vidas, eso fue lo que se nos comunicaron.
El 1 de abril a las 21;45 ya estábamos desembarcando en la isla. Yo no descendí, lo hacen si los infantes de Marina, bajan con el Capitán Giachino, un grupo va a la casa del gobernador Rex Hunt y otro sobre los soldados ingleses, en ese momento se hacen los primeros combates.»
Uruguay; lugar donde se envía a los prisioneros ingleses.
«Los soldados británicos y el gobernador son llevados a Montevideo y de ahí la Cruz Roja interviene para trasladarlos a su país. Todo eso ocurrió el 2 de abril, fue una operación muy rápida muy perfecta, bien planificada, todo se cumplió a la perfección.
Nuestra misión era de 5 días, por lo que nos sobraron 4; por ende, se hicieron rastrillajes por si había soldados escondidos o algo que hubiese quedado ahí que significara una amenaza.
Nosotros ya dábamos por cumplido y nos volvíamos con la esperanza de que todo había finalizado, que la guerra se terminó en ese momento. Nos sentíamos triunfantes con la bandera argentina izada y flameando en Malvinas.»
Orden de Volver a la Isla.
«Cuando llegamos a Puerto Belgrano nos encontramos con una realidad distinta; la guerra continuaba.
Mi familia no sabía nada donde yo estaba, en ese entonces era soltero, mi madre y mi padre no sabían dónde me encontraba.
Cuando estábamos parados en el puerto Belgrano nos dicen; ‘escriban una carta a sus casas, avisen donde estuvieron porque debemos regresar a Malvinas.’
Cargamos combustible, víveres y municiones, zarpamos nuevamente, ahí permanecimos hasta el final de la guerra.»
El Ara Santísima Trinidad y las distintas misiones.
«El 14 de junio se termina la Guerra, nosotros fuimos comunicados que debíamos permanecer para custodiar y escoltar a los buques ingleses hasta puerto Madryn, donde bajaron los más de diez mil soldados prisioneros argentinos. En el destructor Ara Santísima Trinidad comenzamos la misión a fines de marzo del ’82 y terminamos cerca del 9 de julio de ese año, fue bastante larga nuestra participación. Fuimos a la recuperación, activos en la defensa y después por último estuvimos en la custodia de los prisioneros argentinos.»
El desembarco y recibimiento de los argentinos prisioneros de Malvinas; «un momento muy triste, muy difícil y cruento».
«Ver cómo bajaban los soldados, que no sabían dónde estaban, en qué puerto se encontraban, no conocían Puerto Madryn.
El muelle es un espigón muy grande de dos kilómetros, son cemento y mar. Los camiones que estaban en la orilla totalmente tapados, no se veía nada hacia adentro, los colectivos también tenían los vidrios tapados para que la gente no los pudiera ver, era un panorama muy triste muy desolador.
Ver a los soldados como llegaban, en qué estado, casi sesenta días algunos.
La guerra duro 74 días, hubo regimientos que por 2 meses estuvieron totalmente aislados, otros soldados por un lapso de 20 días no tuvieron ningún tipo de asistencia en Malvinas, sin víveres, sin sanidad, sin abrigos, volvieron muy delgados y devastados.»
Mayo del ’82; fue un mes donde se hablaba de victorias en la vecina república, sin embargo, la cruda realidad mostraba otra cosa en el campo de combate. La fuerza que imprimió la armada británica hizo que los argentinos retrocedieran. El hundimiento del General Belgrano, su buque insignia en esta guerra donde más de 400 soldados perdieron la vida marcó un antes y un después.
Hoy los recuerdos siguen vivos y la memoria de aquellos jóvenes trae relatos que se plasman en papel y en hojas donde la historia se tiñe de gris.