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jueves, marzo 13, 2025

Macrocefalismo y desigualdad territorial: los desafíos demográficos de Uruguay en el siglo XX

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Uruguay presenta un nivel de urbanización extraordinario: el 96% de su población vive en centros urbanos, y más de la mitad se concentra en un radio de 30 kilómetros desde la Plaza Libertad de Montevideo. Esta tendencia, que comenzó en el siglo XX, fue consecuencia de una crisis prolongada en el sector agropecuario, políticas de centralización y desigualdad territorial. Según el análisis de Miguel Arregui, publicado en Montevideo Portal, el fenómeno refleja un desbalance histórico que todavía afecta al desarrollo nacional.

La concentración poblacional: un fenómeno extremo

Mientras que países como Estados Unidos, Argentina y Australia tienen altos niveles de urbanización, Uruguay destaca por la concentración desproporcionada de su población en Montevideo y su área metropolitana. En 1963, el 46,3% de los habitantes vivían en la capital, un aumento drástico desde el 28% en 1929. Al incluir áreas vecinas de Canelones y San José, este porcentaje alcanza el 53%.

Este fenómeno, conocido como macrocefalismo, refleja un desbalance en el desarrollo regional, con una capital sobredimensionada y un interior despoblado. En contraste, los departamentos centrales y del norte del país experimentaron un vaciamiento demográfico, mientras que el 70% de los uruguayos se concentra en los departamentos costeros, desde Colonia hasta Rocha.

Desigualdad territorial y falta de inversión en el norte

La Dra. Cecilia Eguiluz, en su análisis sobre desigualdad territorial en Uruguay, señala que la falta de inversión pública de envergadura en el norte del país ha sido uno de los principales factores que explican el estancamiento de la región. Esta desigualdad ha acentuado la emigración hacia el sur, donde se encuentran la mayoría de los servicios y oportunidades laborales.

La falta de políticas públicas robustas para estimular el desarrollo del norte y del centro del país consolidó un modelo de centralización que, durante gran parte del siglo XX, marginó a amplias regiones rurales. Todo esto queda reflejado en los últimos informes del INE1 sobre cómo han sido distribuidas las inversiones públicas en el territorio nacional, y eso termina forzando una migración cada vez mayor desde el medio rural hacia las ciudades, pero también desde las ciudades más chicas hacia las capitales, y finalmente a Montevideo.

Factores detrás del éxodo rural

El estancamiento agropecuario durante gran parte del siglo XX fue un factor clave. Políticas de control de precios y transferencias de recursos desde el sector exportador hacia actividades orientadas al mercado interno desalentaron la innovación y el aumento de productividad en el campo. Según el economista Gabriel Oddone, estas transferencias limitaron el desarrollo rural y fomentaron la migración hacia la capital y el exterior.

La crisis económica de las décadas de 1950 y 1960, sumada a políticas proteccionistas internacionales como la Política Agraria Común (PAC) de la Comunidad Económica Europea, agravaron la situación. Gran Bretaña, un importante comprador de carnes uruguayas, también cerró sus mercados en favor de sus antiguos territorios coloniales.

La transformación social y el auge agroindustrial

El Plan MEVIR, lanzado en 1967, y la mejora en el transporte rural ayudaron a mitigar los efectos de la urbanización masiva. Desde la década de 1990, un nuevo ciclo de auge agroindustrial en sectores como la ganadería, agricultura e industria forestal permitió retener población en el interior. Además, la descentralización de servicios públicos, facilitada por el acceso a Internet, marcó un cambio positivo.

Aunque estas tendencias recientes han reducido el impacto del macrocefalismo, Montevideo sigue siendo el epicentro demográfico del país, con una periferia caracterizada por ciudades dormitorio y una creciente densidad poblacional.

Conclusión

La historia demográfica de Uruguay en el siglo XX, como señala Miguel Arregui, es una lección sobre las consecuencias de políticas económicas y sociales centralizadas. Además, el concepto de desigualdad territorial, destacado por la Dra. Cecilia Eguiluz, evidencia cómo la falta de inversión pública en el interior, especialmente en el norte, contribuyó a consolidar un modelo desigual. Si bien el país ha iniciado un proceso de descentralización, el legado del macrocefalismo y la desigualdad territorial sigue presente, exigiendo estrategias sostenibles que promuevan un desarrollo equitativo entre la capital y el interior.

  1. Ver Adjunto de la OPP ↩︎
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