No solemos opinar sobre situaciones existentes en otros países, pero coincidimos con la opinión de Luis Inacio da Silva (Lula), que ha salido valientemente a enfrentar los planes de permanencia en el poder de Daniel Ortega en Nicaragua, aunque por nuestra parte agregamos que bien podría extenderse dicha opinión a Venezuela, -Cuba y otros países con regímenes similares.
Lula le recordó a Ortega que cuando un gobernante se considera imprescindible se vuelve un dictador, coincidimos plenamente con la opinión de Lula y nos duele prenda alguna cuando rechazamos de plano los planes de Ortega y su mujer que van por el quinto periodo de gobierno, habiendo hoy encarcelado con diferentes excusas a sus principales competidores por el poder.
Esto no quiere decir que olvidemos o dejemos de lado todos los aspectos que pueden incidir en cada situación, pero para nosotros nada justifica que se avasalle el sistema democrático de gobierno.
No hay para nosotros nada que justifique la pérdida de la libertad por arte del pueblo, ni la posibilidad de expresarse libremente.
Para nosotros el camino es el de la persuasión, del convencimiento, de la información profunda y verdadera, pero nunca el poder de las armas o de la fuerza que lleva a encarcelar competidores o incluso a “desaparecerlos”.
Es más, si bien es cierto que cuando se ve sólo lo que flota o navega sobre el agua, sin detenerse a ver en profundidad, se corre un gran riesgo, preferimos correrlo, como el mal menor, antes de que los regímenes totalitarios.
No desconocemos ni olvidamos que Ortega pasó siete años en la cárcel, donde fue torturado física psicológicamente, pero nada de esto alcanza para justificar aquello.
Dentro de estas situaciones aferrarse al poder, como si fuera uno una especie de salvador para una nación es contraproducente. Somos acérrimos defensores de las elecciones libres, de la libertad de expresión de las ideas aún cuando sepamos que nuestros adversarios piensa y actúan en forma totalmente opuesta a nosotros.
En momentos en que América Latina aparece sumamente dividida y “agrietada”, es bueno que nos esforcemos por hallar coincidencias, que nos esforcemos por acercar posiciones y no por profundizar las “grietas”, porque bien sabemos qué pasa cuando dos que se pelean…
de las elecciones libres.
América Latina precisa de lideres que hablen claro y que demuestren con sus acciones la coherencia con lo que piensan y pregonan. Lula da Silva es uno de ellos.
A.R.D.
