Cuando hace unos días, para la sección Hoy Carnaval, conversamos con Luis Benítez, Médico Veterinario que dirigió unos años Murga Falta La Papa, descubrimos en él una serie de varias facetas, algunas muy diferentes entre sí, pero que «amalgamadas, todas me moldearon como persona y creo que fue muy positivo», sostuvo. Nacido el 24 de octubre de 1956 en Montevideo, aunque se considera un salteño más, Luis Benítez Da Rosa, el veterinario, el docente y el músico, protagoniza nuestro Al Dorso de hoy.

Eligió una carrera científica, pero a la vez tiene una larga trayectoria en el arte, ¿cómo se conjuga lo que parece tan distinto?
Una vez Roberto Agulla me hizo una nota y me decía que yo era científico, profesional y a la vez artista. Y me preguntaba cómo amalgamar eso. Lo que pasa es que todavía existe esa especie de consideración de que se puede ser científico o artista. Y no es así, está demostrado que podés desarrollar esas facetas y nos hace más completos a los seres humanos, nos da más herramientas frente a la vida, frente al pensamiento en general. La parte artística es fundamental; está el hemisferio derecho, que es el de la inteligencia creativa, de la «locura» por decirlo de cierto modo, el más «volado» en cierto sentido, y está el hemisferio izquierdo, que abarca la parte más formal y concreta del pensamiento, la matemática, la ciencia dura; esas partes no tienen que estar disociadas, se pueden complementar, y yo siempre he tratado de estar en los dos lados. Por eso siempre digo que si quitamos la parte artística de la Educación, va a ser nefasto dentro de algunos años. Recortar la parte artística en aras de aprender a manejar una máquina, nos haría volver a los tiempos de hace 150 años atrás, donde a los hombres se les enseñaba a manejar máquinas para trabajar y producir, pero no tenían tiempo para pensar, para crear, para ver la vida desde otros ángulos, y eso es peligroso, porque podríamos convertirnos como dice el Negro Rada, en una máquina de trabajar.
¿Por qué eligió estudiar Veterinaria?
Tenía inclinación hacia las ciencias biológicas y hacia la Medicina, hacia las ciencias médicas. Poco conocía la veterinaria en sí. En esa época los gurises del liceo teníamos pocas opciones… (piensa)…O quizás conocíamos poco lo que podíamos hacer; hoy en día se conoce mucho más, porque la Universidad mismo hace planes de difusión de sus carreras, a veces una misma Facultad tiene varias opciones. Cuando terminé el liceo no pude ir a Montevideo a hacer Medicina, creo que por problemas familiares, además me había quedado una materia para abril… Pero hablé con mis padres y les dije que por lo menos me iba a inscribir en Veterinaria acá en Salto, que está vinculado a la Medicina y por lo menos aprovechaba y cursaba materias bastante afines. La cuestión es que empecé primero de Veterinaria y me entusiasmé tanto… Descubrí una carrera que para mí fue increíble, las opciones que tiene la carrera son muy amplias. El veterinario de pequeños animales es el que más conocemos, y es importantísimo por supuesto, pero está también la parte de producción animal, de producción de alimentos que es fundamental. Cada vez que ponemos algo de comer sobre la mesa hay un veterinario detrás, por ejemplo en la inspección de carnes, inspección de leche, en las plantas de pesca, en fin, en otras actividades importantes como la producción lanera, una cantidad de cosas con las que tiene que ver un veterinario, enfermedades de animales que tienen relación con enfermedades humanas…
¿Y el rol docente cómo surge?
A mi siempre me gustó la asignatura que dicté hasta que me jubilé, que es la Histología, viene a ser el estudio de los tejidos microscópicamente, y también la Biología celular, que está muy vinculada con eso. En la Facultad (ya en Montevideo) me vinculé, di concurso y entré como Ayudante en la Cátedra de Histología, de ahí en adelante estuvo prácticamente toda mi vida vinculada a la docencia. Cuando regresamos a Salto, en 1991, seguí trabajando acá en la Regional Norte con una materia de primer año, trabajé a la vez unos pocos años en la profesión de veterinario, en clínica de pequeños animales y después tuve que optar. Porque trabajaba muchas horas en la docencia en la Universidad y también trabajaba en el liceo como Profesor de Biología. En realidad, dando clases de Biología, porque Profesor no era…
Era lo más común, que los profesores no tuvieran título de Profesor…
Claro, era bastante común que a los profesionales nos dijeran «profesor», y yo aclaraba: no soy profesor. Pero claro, es porque en aquella época no había la formación docente que después se impulsó y había incluso bachilleres que lograban tener una formación para dar clases, pero no había una carrera. A pesar que ya existía el IPA, pero había que ir a Montevideo, hacerlo semi presencial, era muy difícil. La cuestión es que yo, al dominar asignaturas de mi carrera, me pude ir desempeñando. Trabajé varios años en el Liceo de Rincón de Valentín, que fue una experiencia espectacular, y después seguí trabajando en liceos de acá de la ciudad y en Facultad.
Luego quise profundizar y cursé el Instituto de Formación Docente acá en Salto, y luego por concurso de oposición y méritos obtuve la efectividad en Secundaria, en Biología.
Qué tema el de los títulos hoy en día…
Nosotros en la Universidad tenemos gente que no es recibida y que son profesores de alto rango, de gran nivel, por su trayectoria notoria en la disciplina que están ejerciendo, en determinada materia, que tenemos en nuestra carrera más de cuarenta. Algunos son especialistas en esas áreas, investigadores, y han logrado una competencia impresionante hasta llegar incluso a ser Grado 5. No tienen título de profesor pero de hecho lo son, y pueden hacer las maestrías y postgrados, cosas que ahora están siendo muy discutidas, pero sería para charlarlo en otro momento…
A propósito de la Universidad, tengo entendido que también cursó otra carrera, ¿es así?
Sí, también hice la carrera de Laboratorio Clínico, y trabajé en el Hospital de Clínicas. Hice las dos carreras juntas, me recibí de Veterinario y a los dos meses de Técnico en Laboratorio Clínico. En esa carrera de Laboratorista fui docente también. Cuando volví a Salto ya no trabajé más en eso, los laboratorios de acá ya tenían sus plantillas, etc. Lo que sí sigo hasta ahora, porque ya me jubilé pero estoy contratado un año más, es trabajando como docente en Facultad de Enfermería, desde el año 97 que se inició la carrera acá, estoy en esa Facultad.
¿Cómo llega la inclinación por la música y el canto?
La música siempre estuvo, desde que era chico, mi padre me llevaba a peñas folclóricas, yo cantaba de chiquito, decían que tenía buen oído, hasta que después canté incluso en Los Rítmicos, yo era un cantor jovencito, hasta que me tuve que ir a Montevideo a estudiar y ahí dejé.
Cuando era chiquito, me dice… Hablemos de esos primeros años de vida…
Nací en Montevideo pero enseguida me vine para acá y me crié en Salto. Diría que soy salteño, que nací en Montevideo por azares del destino. Concurrí al Colegio Salesiano, donde hice hasta los cuatro años que se llamaban Preparatorio. Después fui al Liceo Piloto, donde terminé Secundaria. Me crié en la zona de 8 de Octubre y Belén, un pasaje que se llama Andresito, donde empieza 8 de Octubre. Mi infancia transcurrió ahí, éramos pocos gurises, tres o cuatro, nos juntábamos a jugar a la pelota en lo que le decíamos «la placita», en Avda. Barbieri y República Argentina, que ahora hay muchas casas, pero en esa época era un campito grande. Diría que tuve una infancia feliz… Andábamos por todos lados, la costanera, el puerto, el Club Remeros. Recuerdo también el Microcine en la Plaza Flores, eso era interesantísimo también.
Vuelvo a la música, con su esposa han conformado el Dúo Luis y Rosario…
Con mi compañera Rosario (Sosa) puedo decir que nos conocimos cantando, en cantarolas de gurises. La música, la guitarra, son buenísimas formas de expresarse, de divertirse con amigos, eso es impagable, enaltece al ser humano. Después, durante el matrimonio allá en Montevideo seguimos cantando, y en fiestas, asados… Y ahí, como quien no quiere la cosa surgió el dúo. Acá en Salto como que se formalizó un poco más. Te cuento también que un día surge un llamado para el Coro Cantares, fuimos, nos probamos y entramos. Al año siguiente ya fuimos con el coro a Roma. Una cosa increíble.
Pensar que estábamos en Montevideo mirando por la tele al Coro Cantares cuando vino el Papa a Salto, en aquel quincho que después se incendió, y después estábamos nosotros también cantando en ese coro. Hicimos tres viajes a Europa, estuvimos años en el coro. Y hoy seguimos en el coro Ostinato, así que seguimos practicando el canto coral, algo importantísimo, cantar con gente de diferentes edades, idiosincrasia, profesiones. Cantar en grupo no tiene precio, demuestra que el ser humano puede hacer cosas en común más allá de las diferencias de cada uno. Y mientras tanto seguimos con el dúo, hicimos un disco para jóvenes y niños hace unos años, donde musicalizamos poemas de Ignacio Martínez, y para este año tenemos algunos otros proyectos.
Y ya que hablamos de Rosario, hablemos de la familia…
Tenemos dos hijos: Andrés, que tiene varios años saliendo en murgas, y Fernando; Fernando vive en Buenos Aires desde hace unos nueve años, siempre que podemos vamos por allá, y acá también salió en carnaval, hacía el papel de Petinatti en la murga Cortita y al Pie.
También tenemos una nieta, otra luz de nuestros ojos, que baila muy bien y canta en el coro de su liceo, creo que también en ella está la veta artística. Y tengo a mi mamá, con 89 años.