El origen de todo
(Suplemento Cultural de El País)
Casi al mismo tiempo se estrenó el documental Fattoruso, dirigido por Santiago Bednarik, y se publicó el libro Al rescate de Los Shakers de los argentinos Daniel Grigera y Mario Antonelli. Un buen antecedente era la entrevista a los hermanos que aparece en la película Hit (2008) donde hablan de Los Shakers y de su éxito «Break it all» (Rompan todo).
El origen de la historia puede ubicarse en el barrio la Comercial de Montevideo. Hugo Fattoruso solía jugar con amigos en la zona de las calles Nicaragua y Defensa. En un departamento de un primer piso, un acordeonista al que le decían Juan Tormenta ensayaba con un quinteto. De a poco el niño se dejó hechizar por ese sonido y les dijo a sus padres, Josefina y Antonio, que quería tocar el acordeón a piano. A comienzo de los cincuenta, cuando Hugo contaba apenas con siete años, sus padres se lo regalaron aunque su madre insiste que fueron los Reyes Magos. Los días siguientes transcurrieron debajo de la ventana de Juan Tormenta, escuchando al quinteto para descubrir los secretos del instrumento. Al poco tiempo comenzaron las clases. Sin importar su físico delgado, cargaba el acordeón hasta llegar a la casa de su primera profesora, la que entendió que el niño tenía una facilidad inusual para el instrumento. Le decían la «Polola» y recomendó que Hugo estudiara un instrumento con mayor abanico de posibilidades. Sugirió el piano.
En 1955 su hermano Osvaldo Fattoruso tenía siete años. A esa edad enfermó y al no saberse que tenía, fue internado. Se habló de leucemia, luego de reuma al corazón. Cuenta quien fuera su compañera, Mariana Ingold, que un día su padre lo fue a visitar y llevó unas tapas de discos. Antonio arreglaba vitrolas, los discos eran una constante en la casa de los Fattoruso. «Osvaldo tomó unos cubiertos y empezó a golpear contra las carátulas. Le dijo a su padre que quería tocar la batería. Mejoró y sin saber bien lo que tenía, salió del hospital». Otra vez los Reyes Magos tuvieron un papel fundamental al dejar una batería de juguete en los zapatos del niño, que Osvaldo rápidamente destrozó. Entonces tomaba las agujas de tejer de su madre y acompañaba a Hugo al acordeón, golpeando sobre cualquier superficie dura que encontrara. Don Antonio entendió el mensaje y le regaló un tambor y un bombo de verdad al tiempo que él mismo se hizo un contrabajo que consistía en una lata de té Ceylan, un palo de escoba pegado a la lata y una chaira. «El bajo sonaba fuerte pero no definía una nota» recuerda Osvaldo. Según la prolija cronología del libro de GrigeraAntonelli, las primeras actuaciones profesionales del Trío Fattoruso fueron en 1958. Antonio con su «bajo», Hugo al acordeón a piano, ukelele o, si había en el lugar de actuación, piano, y Osvaldo como «el niño batero». Los carnavales de aquellos años vieron pasar al trío por muchos escenarios, tocaron en bailes y llegaron a la todavía en pañales televisión uruguaya. Un padre con sus dos hijos prodigios tocando dixieland (jazz tradicional), tangos y lo que la gente pidiera. No podían perder.
EL SÓTANO.
Una barra de amigos, que además eran músicos, solía reunirse en la casa del baterista Carlos Román «Caio» Vila y comenzaron a relacionarse con el jazz. Como cuenta Federico García Vigil, miembro de ese grupo de amigos, en su biografía, «…un día bajamos por la escalera del sótano del Hot Club… en el número 1946 de la calle Guayabo… un lugar donde nunca se sabía bien qué hora era. La música no se detenía.» Interminables jam sessions ocurrían en ese sótano que era visitado por grandes músicos internacionales luego de actuar en lugares como el Teatro Solís. Hugo pasó a ser asiduo concurrente, al tiempo también Osvaldo y Juan Roberto «Pelín» Capobianco, hijo de un bandoneonista. Pelín, además de tocar ese instrumento, era contrabajista. El trompetista Daniel «Bachicha» Lencina comenzó a reclutar músicos para armar una orquesta de dixieland que se llamó los Hot Blowers. El contrabajo en dicha banda fue tocado primero por Federico García Vigil y luego por Hugo en un grupo que también integró Arturo «Cacho» de la Cruz en trombón, Ruben Rada —con el seudónimo Richie Silver— en canto, el futuro músico de Opa Ringo Thielmann y Osvaldo. Tuvieron gran éxito en la televisión uruguaya, con muchas actuaciones y giras. Todo iba bien pero en el puerto inglés de Liverpool apareció una banda con un sonido nuevo que llegaría rápido al puerto de Montevideo.
En 1964 la dueña de una panadería ubicada en la intersección de las calles Justicia y Lima viajó a Londres. Al volver le dijo a Hugo «vos que sos músico, te traje este disco». En algunas ocasiones Hugo ha dicho que ese simple contenía «Love me do», en otras «She loves you» pero lo cierto es que era un disco de Los Beatles. «¡Todo empezó en la panadería de Justicia y Lima!» afirma. Osvaldo los escuchó gracias a un disco que había conseguido Ringo Thielmann en el Bar El Ancla. Esas primeras escuchas no entusiasmaron a los hermanos. Formados en el jazz, en el tango, en todo lo que se escuchaba en su casa, las novedades musicales que venían del norte no les gustaron. A los pocos días comenzaron a descubrir el valor de esas canciones hasta entender que ahí había algo nuevo. Hugo confesó al periodista Andrés Torrón que la aparición del cuarteto de Liverpool «fue un cambio enorme» desde la propuesta musical pero también en cuanto a «conducta nueva, ropa, estética» y que los terminó seduciendo. En ese tiempo se pudo ver un corto de Los Beatles en los cines montevideanos y llegó al Río de la Plata una banda oportunista llamada The American Beetles, que muchos tomaron por los originales. Los falsos beatles generaron una locura colectiva tanto en Buenos Aires como Montevideo. La beatlemanía también se había desatado en este lado del mundo.
SHAKE IT.
Según Osvaldo la idea fue de Antonio, su padre. Según Pelín el que se lo propuso fue Hugo. Tanto al padre como al hermano mayor los entusiasmaba armar una banda para jugar a ser Beatles. Osvaldo ocuparía la batería, Pelín al bajo y Hugo la guitarra. El otro guitarrista iba a ser Ringo Thielmann pero nunca vino a los ensayos. No encontraron a un guitarrista que diera con la «imagen beatle» buscada. Osvaldo pasó a tocar guitarra y le plantearon la idea a Caio Vila, aquel baterista compañero del Hot Club en cuya casa solían reunirse. Aceptó entusiasmado. Fue Antonio el que consiguió los instrumentos. Canjeó publicidad en actuaciones de la futura banda por tres rústicas guitarras eléctricas Sony Boy, fabricadas por Palacio de la Música, y un amplificador de doce watts. El jefe de la sección ventas era Georges Roos, músico y tío de Jaime. Con preocupación le preguntó a Hugo si era cierto que «¿un músico como vos va a tocar eso?». Hablaron con un carpintero y transformaron una de las guitarras en bajo, sustituyendo el brazo por una larga pata de mesa a la que le agregaron cuatro clavijas pero no consiguieron colocarle trastes, algo que no preocupaba a Pelín acostumbrado al contrabajo de pie.
El ritmo de moda era el shake y un amigo de Hugo propuso ese nombre. Debutaron en Canal 4, en Mediodía con Usted, conducido por Sara Otermin y Gustavo Adolfo Ruegger. Luego en El Show del Mediodía en Canal 12, donde era figura central el ex compañero de los Hot Blowers, Cacho de la Cruz. Empezaron a darse a conocer. Los Fattoruso habían conseguido un buen contrato para tocar como trío de jazz y bossa nova en un boliche llamado Orfeo Negro. Luego de determinada hora, aparecían Caio y Pelín y se transformaban en Los Shakers. El grupo recibió buenos comentarios y el suceso fue mayor cuando, en el verano de 1965, tocaron en el boliche IMarangatú de Punta del Este y en fiestas particulares a las que concurría la farándula porteña.