En el ámbito del Derecho Laboral y las políticas sociales, el fenómeno de los llamados “NI NI” —jóvenes que ni estudian ni trabajan— se presenta como una cuestión discursiva clave que desafía nuestra capacidad de comprender las dinámicas de inclusión y exclusión desde una perspectiva jurídica y social.
No se trata aquí de echarle la culpa al sistema —que por supuesto tiene sus fallas y carencias—, sino de señalar de manera directa y sin eufemismos que buena parte del problema radica en la ausencia de voluntad y compromiso por parte de muchos jóvenes. Los “NI NI” no son víctimas inocentes; son muchas veces actores pasivos que se refugian en la pereza disfrazada de derechos, esperando que el mundo les brinde el plato servido sin un mínimo esfuerzo.
No estudian, porque aprenden que el esfuerzo es una carga inútil; no trabajan, porque prefieren la comodidad de las ayudas o el ocio prolongado. Y luego, cuando la realidad los golpea, reclaman oportunidades, desarrollo, inclusión. Pero la pregunta es simple: ¿se esfuerzan realmente por lograrlas? La negación al trabajo o al estudio es una negación al crecimiento personal y colectivo.
La voluntad no se negocia ni se legisla, se ejerce.
Detrás de esta actitud yace un problema de disciplina, compromiso y sentido de la responsabilidad que, a la postre, erosionan el tejido social y legal. Lo tragicómico del asunto es la aparente voluntad colectiva de transformar la indiferencia en derecho, la negligencia en victimización y el ocio improductivo en un estatus respetable.
Y mientras tanto, la sociedad espera que esos jóvenes, que muchas veces ni siquiera mueven un dedo para cambiar su destino, exijan su lugar, pero sin poner nada en la mesa. La justicia y el derecho, por su parte, observan esta dinámica con preocupación, sabiendo que la regulación y la protección social tienen límites cuando la inacción personal impera.
Para cerrar, una ironía que merece no ser pasada por alto: en un país con miles de oportunidades por explorar, la verdadera tragedia no es la falta de plazas ni programas, sino el vacío de voluntad de quienes hacen del “ni estudio ni trabajo” su bandera. Como abogados, nuestro aporte no es solo exigir el cumplimiento de la ley, sino también señalar la importancia del esfuerzo y la responsabilidad, porque sin ellos, la justicia se vuelve letra muerta y la política una fachada hueca.
Hasta la próxima semana.

“LOS NI NI”: EL TINTERO VACÍO DE LA VOLUNTAD Y EL ESPEJISMO DE LA OPORTUNIDAD
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