Es uno de los más grandes déficits que tiene el Estado. Los exagerados requisitos existentes para la adopción de menores de edad, hace que en definitiva haya un alto número de estos niños (cerca de 400 actualmente), que podrían ser adoptados y sin embargo permanecen en el INAU, por aspectos burocráticos.
Las causas por las que estos menores terminan en el INAU son multifacéticas, desde la violencia familiar, causa principal y más frecuente, los abusos o intentos de abusos sexuales de las que suelen ser víctimas, hasta la desintegración familiar por causas diversas.
Pero también se llega allí, siendo menores de edad, por haberse integrado al mundo delictivo, voluntariamente o contra su voluntad. Esto tiene a su vez un sinfín de aspectos, que no siempre son manejables.
En estos casos la salida que encuentra el Estado es enviarlos a un hogar en el que compartirá con menores, probablemente de su misma edad, pero que han terminado allí por motivos muy diferentes y las consecuencias pueden ser muy lamentables.
Es que los malos hábitos y las costumbres poco recomendables que se trasmiten en estos casos suelen resultar muy lamentables. En los hechos se sabe que es una de las vías de alimentación del delito en el país.
Hasta hoy lo que se ha intentado proteger y se ha sobreprotegido diríamos, es la posibilidad de reintegro de esos menores al seno familiar, vale decir que nunca se pierda la posibilidad de volver a su familia biológica.
Esto está bien, pero no cuando se exageran los requisitos al punto de que terminan impidiendo la adopción.
La cuestión a nuestro entender es que no debieran mezclarse las cosas y aún sabiendo que hay esfuerzos muy loables en este aspecto, creemos que se sigue en falta en este sentido. La cuestión – para nosotros al menos – es darle al menor, a todos, las oportunidades que merecen para salir de su situación. Significa que el pasaje por el INAU debe ser el más breve posible y de allí debe salir hacia un lugar donde sea formado, donde reciba educación e instrucción positivas para la vida.
Esto significa que generalmente el mayor error es tomar a ese niño como si fuera un individuo sólo en el mundo, cuando generalmente los más interesados en salir de su situación cayeron en el delito por solidaridad o por sensibilidad con sus hermanos u otros familiares a quienes veían en la misma situación, con hambre, con carencias de todo tipo o abandonados.
Este es el punto de partida y seguramente que mientras no entendamos esto no será mucho lo que lograremos.
A.R.D
Los menores “depositados” en el INAU no siempre son infractores
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