
«Los indomables» es un libro del periodista y escritor Pablo Cohen que presenta una serie de diálogos íntimos y exclusivos con José Mujica y Lucía Topolansky, dos figuras políticas uruguayas de gran influencia. A lo largo de estas conversaciones, ambos comparten reflexiones sobre su vida personal, su trayectoria política y su visión del pasado, presente y futuro de Uruguay.
En entrevista otorgada a EL PUEBLO, Cohen hace gala de su brillante condición de hombre de letras, equilibrando magistralmente la narrativa, el interés del lector y el espíritu de los protagonistas de la obra.
¿Qué lo llevó a escribir los indomables?
Todo tiene un contexto. A lo largo de mi carrera me he especializado en un género por el que tengo devoción, que es el de la entrevista. De mis 15 libros, la mayoría son de entrevistas. El anterior libro que se llama Diálogos en Espejo, que está protagonizado por Gerardo Caetano y Ana Ribeiro; y, el anterior, se llama MEVIR, Una Historia Hablada, libro para el cual, entreviste a todos los presidentes de la Democracia, con los que hice la presentación del libro en el SODRE.
Ahí, cuando entreviste a Mujica, noté que Lucía Topolansky aportaba un montón de cosas a las que él decía, no sólo ideológicas sino, también, pragmáticas, culturales, de todo tipo, y que ahí había una interacción, una cabeza, un alma que no estaba registrada en la vida pública. Entonces, después de esa experiencia, les propuse algo que me parecía importante: el primer libro de entrevistas de ellos juntos. Porque él sí tenía muchos libros, pero, los dos juntos, en igualdad de condiciones, ninguno. Todo lo que dijera Topolansky, podía ser novedoso. Por lo tanto, se narra ahí una vida a dúo, como dice Carlos Panni en el Prólogo; porque por momentos habla Topolansky, por momentos habla Mujica y, por momentos, habla la unidad difusa que constituyen Mujica y Topolansky.
Me parecía que, si ellos aceptaban con esa condición, de que fuera el primer libro con ellos dos como protagonistas, el resto se iba a dar naturalmente e iba a ser novedoso. Y así fue, en torno a las conversaciones de manera muy natural, surgieron los títulos, que tienen que ver con el contenido, pero, también, con el entorno en el que se desarrollaron las entrevistas. Ese fue un poco el proceso.
¿De qué manera una temática tan específica y, al mismo tiempo amplia, pudo estructurarse para no perder el relato y, compatibilizarlo, para no perder al lector?
Mire. Primero soy periodista, pero, también, soy escritor. Y cuando uno escribe un libro tiene que pensar que lo está haciendo con criterios periodísticos y con criterios narrativos y literarios. Entonces, el libro tiene que ser atemporal; tiene que, tener muchas novedades, y que usted lo pueda agarrar en cuatro años, y que siga estando vigente. Un libro no es una nota larga. ¿Cómo se logra eso? Creo que, hablando de un montón de temas de interés, que son estructurales, que tienen que ver con el país, que tiene que ver con la personalidad de ellos, con cosas que se desconocían respecto a la infancia, a lo que los formó como lectores, a la sensibilidad, con un montón de simpatías ideológicas que tienen y que puede llamar la atención. Y, luego sí con una sección novedosa -hay siete capítulos, pero tres secciones: Semillas, Frutos y Raíces-, que tiene reflexiones muy profundas que, si bien están relacionadas con la actualidad, las tiene que poder leer en unos años y que siga vigente. ¿Cómo se estructura eso? De una manera muy racional, de una manera un poco obsesiva, yendo y viniendo, viendo los textos, decidiendo el orden en que coloca cada pregunta, cuál saca para no ser repetitivo; y, buscando que esté la esencia, no contentarse con el volumen, tiene que estar la esencia de lo que las personas dijeron. Yo podría hacer Los Indomables dos y tres; pero no estaría la esencia. Entonces, para que la narración sea entretenida, sea cristalina, y sea estética, uno apela a tres elementos: la formación técnica, la razón y la intuición.
¿Cuál fue el mayor desafío al momento de escribir Los Indomables?
Nadie puede decir cuál es el tema de este libro. Es un libro de entrevistas con una esencia muy poderosa; pero hay gente que cree que es una historia de amor; hay gente que cree que es una historia de las ideas políticas del último medio siglo; hay gente que cree que es una historia de confesiones; hay gente que cree que es una especie de compendio de confesiones políticas. Entonces, hay muchas lecturas. No elegí el tema; elegí a los protagonistas. Y después vi los temas, a medida que surgían.
Yo quería hablar de la infancia de cada uno, la que había sido tan distinta. La infancia aristocrática de Topolansky y la infancia humilde de Mujica. Quería saber cómo se habían formado como lectores. Quería salir un poco del ruido del día a día. Y, quería que se sintieran cómodos con el tono y el clima de mis preguntas, para luego sí, hacerles preguntas más complicadas y relacionadas con la actualidad.
Por lo tanto, el mayor desafío fue, tener flexibilidad, el no juzgarlos, no interrogarlos sino, entrevistarlos. Lograr que no se perdiera el hilo; que el libro fuera versátil, fresco, entretenido, estuviera lleno de novedades; y, que la enfermedad de Mujica no afectara el resultado final o, lo afectara del menor modo posible. Y eso fue increíble; la enfermedad de Mujica está presente en el libro, y hace que él esté más sensible y confesional que nunca. Puedo decirle que, no hubo un desafío; hubo muchos. Algunos narrativos, de estructura; otros, que tienen que ver con la escucha, porque preparaba durante días las preguntas, pero estaba atento a lo que sucedía, es importante poder salirse del guion, tener la capacidad de sorpresa. Es que uno tiene que adaptarse a la realidad, y no la realidad a uno.
¿Fue difícil logar el equilibrio frente a semejantes entrevistados?
Cuando usted hace un libre, no puede tener tentaciones de largo plazo. Esto no es para ansiosos, para gente que quiera títulos. Esto es lento, sereno, tranquilo. Y va a ver que, al final del proceso, el resultado es muy satisfactorio.
Lo que sucede después de estar un año intensísimo con dos entrevistados, usted se encariña con los mismos; porque, estos, me brindaron su tiempo, con mucha generosidad, con mucha honestidad intelectual y sin ningún tipo de censura. Siempre voy a estar agradecido con ellos por eso. Y me encariñé con ellos. Pero, no puedo ser corporativista; no puedo escribir para mis colegas, no puedo idealizarlos y, no puedo alejarme de la imparcialidad cuando escribo, porque escribo para el lector. Creo en lo que se llama arte popular.
Es un doble proceso. Usted emocionalmente le tiene cariño a gente de la cual hizo un libro que le llevó tanto tiempo; y, por otro lado, usted escribe para el lector, y es imparcial. Ellos respetaron eso y nunca pidieron ver medio párrafo del libro. Por lo tanto, debo decir públicamente que, la imparcialidad está dada no solamente por mi narración, sino porque ellos, los entrevistados, tuvieron un espíritu verdaderamente liberal.
¿Cómo describiría la relación entre Topolansky y Mujica, más allá de la sociedad política?
Muchas veces existe una idea en la gente -en la que me incluyo-, de que los políticos de élite, tienen una relación distinta al resto de los seres humanos. Bueno, eso es cierto parcialmente; después, si usted está casado, está casado. En el Uruguay eso de me caso porque soy Presidente, no existe. Me alegra mucho que, por ejemplo, el Presidente Lacalle Pou se haya divorciado, y que no haya subido ni baja un punto de popularidad por eso. Los uruguayos respetamos la vida privada de nuestros líderes.
Acá, hay un matrimonio que se adora, que se tiene devoción. Sólo conocí otro matrimonio de la élite política con esa devoción, y es el de Marta Canessa y Julio María Sanguinetti.
De manera que, es una relación interesantísima. Ella es muy cerebral, es fría, es desconfiada, es brillante, metódica y precisa. Él es un caudillo romántico, brillante, impulsivo y carismático. El idealismo y el pragmatismo, juntos. Pero, en la relación entre ellos, Mujica tiene dependencia por Topolansky, y ella tiene devoción absoluta por él. El amor de Lucía Topolansky por José Mujica, es de una dimensión que, si usted no lo ve en primera persona, no llega a darse cuenta la magnitud. Es una dimensión, increíble. Se sufre en espejo. Si está mal el marido, ella lo sufre. Hace cosas que no le corresponde para cuidarlo. Se desvive por él, lo adora. Es impresionante verlo en primera persona, y parte del libro tiene que ver con esa historia de amor.
Respecto a las declaraciones de Topolansky sobre eventuales falsos testimonios por los que militares fueron condenados ¿qué puede decirnos?
No es que fuera así o menos así. Es que el periodismo diario tiene un ejercicio de adrenalina, que por más que esté hecho con buena fe y calidad técnica, se va muchas veces a la simplificación. Y, la simplificación, es como decía Onetti, la peor manera de mentir es decir toda, toda la verdad, sin contar el espíritu. No es que la prensa haya mentido, para nada, no lo hizo. Pero, parte de la prensa, simplificó. Entonces, cuando usted simplifica, corre riesgos.
De manera que, como parte de un largo diálogo lleno de reflexiones como parte de una conversación que se dio en mayo, en la que Lucía Topolansky hizo una reflexión en cómo el Frente Amplio había abordado el tema de la verdad y la justicia para enjuiciar a militares; como parte de eso, en un momento expresa que, hubo militantes de otro sector que le pidieron a militantes de su sector, el MPP, que mintieran. A eso, ella respondió que, si bien no era pro militar, si no había visto quién cometió el delito, no iba a mentir. Entonces ahí aclara que hubo gente que mintió en sus declaraciones. Lo que no dice es que todos mintieron y que haya inocentes presos, ni hace ninguna apología de la dictadura. Entonces, uno tiene que tener mucho cuidado, y ver las cosas cómo y tal cual sucedieron. No tengo, por lo tanto, más defensa; no soy portavoz de ella, soy periodista y escritor, pero digo que, el que lea el libro va a entender el espíritu de lo que ella dijo, y va a entender cosas que le va a sorprender ideológicamente. Porque el MPP, no votó mejor que el Partido Nacional en la última elección de casualidad; votó mejor porque Mujica y Topolansky son dos líderes hiper pragmáticos que se adaptan a la realidad y llegan, por ejemplo, a barrios periféricos de Montevideo donde el Frente Amplio no llega, y a departamentos fundamentales.
Usted no puede -y me refiero a dirigentes políticos-, llegar a lugares de relevancia y privilegio como el Senado o Diputados gracias a dos personas y, un mes después, incinerarlas. Eso no corresponde.