La conclusión de la quinta y última fecha de la segunda rueda en la Divisional «C» dejó en evidencia un clima de incertidumbre, con reclamos por presuntas irregularidades que podrían alterar los resultados finales. La duda, una vez más, se instaló en la competencia, con la posibilidad de que ciertas decisiones y denuncias modifiquen la clasificación o el futuro de los equipos.
Este fenómeno no es exclusivo de la «C», sino que se ha potenciado a lo largo de la temporada 2024, especialmente en las divisionales B y C, donde las denuncias sobre deslices reglamentarios o transgresiones han marcado la pauta. En la Divisional «A», el caso más resonante fue la protesta de El Tanque contra Salto Nuevo, lo que mantiene en suspenso el futuro de ambos equipos, sin que se sepa aún si Salto Nuevo permanecerá o si El Tanque logrará su ascenso.
El foco de las denuncias no está tanto en la cronología de los eventos que las provocaron, sino en cómo evitar que este tipo de situaciones se repitan en el futuro, especialmente en la temporada 2025. Es fundamental que, a partir del conocimiento y la claridad sobre las reglas, se deje en evidencia lo que está permitido y lo que no lo está, con la finalidad de evitar futuras controversias.
El problema radica en que, en muchas ocasiones, las leyes y disposiciones se aplican de manera incorrecta o se eluden según conveniencia. Esto provoca desencuentros y una pérdida de credibilidad en el campeonato, ya que los equipos pueden sentirse perjudicados por decisiones que no corresponden con lo que ocurrió en el campo de juego.
En medio de estas denuncias, el impacto en la afición es considerable. Aquellos que pagaron su entrada, vieron a su equipo ganar y luego se enteran de que los resultados fueron modificados, pueden sentirse defraudados. Si esta práctica continúa, los campeonatos podrían llegar a convertirse en instancias de desconfianza y pérdida de credibilidad, algo que debe ser evitado para el bien del fútbol local.