Tanto en Argentina como en Brasil tenemos entendido, que se puede circular a una velocidad mayor de la que se puede hacerlo en nuestro país. Tanto es así, que conocemos gente de Artigas que para ir a Rivera, u otro departamento limítrofe con Brasil, prefiere salir de nuestro país y circular por una carretera brasileña.
El buen estado de las rutas brasileñas en la región es uno de los elementos que se tiene en cuenta. Lo mismo sucede con la región Argentina. Es que en nuestro país el tránsito es complicado. Uruguay tiene uno de los más altos índice de siniestralidad de acuerdo a la cantidad de habitantes (casi dos muertes por día) y ni que hablar de los que luego acarrean secuelas para el resto de su vida. Este es el concepto y les falta razón a quienes así piensan.
Celebramos que el Ministro de Transporte y Obras Públicas haya notado los errores que se cometieron con la instalación de los nuevos radares y haya anunciado que serán retirados.
Entre los errores principales que no por falta de información se ha cometido, es el hecho de que los nuevos semáforos hayan establecido la sanción para todo el mundo. Vale decir tanto para los infractores consuetudinarios, como para aquellos que infringen las disposiciones de tránsito por primera vez.
Esta característica hace que los nuevos radares dejen de lado la función educativa, uno de los aspectos esenciales en este tipo de medida y pasen a ser un elemento más de recaudación más. No debiera ser así, por lo menos si el fin no fuera el de sancionar, sino educar y advertir.
Para que los conductores se avengan a respetar las disposiciones de tránsito falta mucho camino por recorrer. Quienes andan frecuentemente en las rutas nacionales saben que el promedio de velocidad en ellas se acerca a los 100 Km o más (depende del transporte que se maneje), mientras que el límite máximo de velocidad establecido por las disposiciones de tránsito es de 75 Km o 90 y sólo en algunos tramos.
Más diríamos hay vehículos autorizados a circular a 110 Km por hora, depende del lugar donde lo hagan, pero en nuestra rutas nacionales que cambian cada tramo sumamente corto, se notará que prácticamente no hay tramos para desarrollar esta velocidad.
Es por eso que entendemos que la instalación con fines educativos prioritariamente es una buena medida, pero debe ser tomada de común acuerdo con quienes habitualmente transitan por nuestras rutas o seguirán entorpeciendo el tránsito y se convertirán en una nueva forma de recaudación que no debiera ser el fin primordial.
A.R.D.