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Liceo 3 y 4; historias de la Zona Este y Sur

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Salto Místico

Continuando con los relatos del Profesor José Buslón, está vez nos vamos a la zona este y zona sur de la ciudad.

En este caso las leyendas urbanas nos sitúan en los liceos 3 y 4 del departamento.

Liceo 3 “se fue para no irse”

Estos relatos de tradición oral, que compartimos se diferencian de las leyendas tradicionales, ya que quienes las manifiestan, las han experimentado o conocen de primera mano a quien le ocurrió, por esta razón y por opción del autor, los nombres que se manejan son ficticios, no así las narraciones, de las cuales no ponemos en cuestión su veracidad, ni modificamos el contenido de estas, excepto algunas licencias literarias tomadas por quien escribe.

Iris llevaba muchos años de bibliotecaria en el Liceo 3, también conocido como Liceo Zona Este. Quienes la conocieron hablan de su buena y abnegada dedicación a la tarea, su buen trato con los estudiantes y docentes que concurrían a requerir bibliografía. Su actividad en la biblioteca, no era un trabajo, sino parte de su vida.

Circunstancias naturales precipitaron su partida, quedando de manera muy grata en el recuerdo de aquellos que trataron con ella.

Esa noche ya todos los alumnos se habían retirado del tercer turno y los funcionarios se aprestaban a cerrar todo para poder irse, era una noche fría y de llovizna, que hacía que todos quisieran estar en casa.

Daban la última vuelta de llave y se sorprenden al ver bajar por las escaleras a Roberto, alumno de 6to año, muy buena persona pero muy distraído.

-Funcionario. ¿Otra vez vos?

-Roberto. Si, pasa que me quede ordenando los bancos y ahora me doy cuenta de que me olvide la cartuchera, vuelvo a buscarla.

-F. Deja que mañana te la guardamos y ahora nos vamos.

-R. Es un rato ya vuelvo, unos minutos.

Esos minutos fueron más o menos diez, pero lo curioso es que Roberto bajó sonriendo y les dijo “Tanto apuro por cerrar, iban a terminar dejando a la señora arriba sola, que por cierto apenas si me saludo, se ve que andaba cansada, debe ser funcionaria nueva, aunque es mayor”.

A nadie de los presentes les quedó muy claro el relato pero no quisieron seguir ahondando en detalles ya que no querían nada que demorara más la partida a sus casas.

Pero al otro día Mariel, una de las adscriptas que no se había ido muy convencida con lo ocurrido lo llama a Robert y le muestra una vieja foto, de esas que se sacan en las despedidas de fin de año, cuando todavía se revelaban los rollos y le pregunta si reconocía a la señora que había visto. El escalofrío le vuelve cada vez que recuerda la respuesta, “Si esa, la de pelo gris”, ya que la de pelo gris era Iris, fallecida ya hace algún tiempo.

Al parecer Iris abandono el mundo, pero no su función ya que existen otros relatos, como el del preparador del laboratorio de física de la noche, que se la encontró cara a cara en el pasillo o el de la posterior bibliotecaria, que nos cuenta de la presencia de ella en sueños dónde le daba instrucciones precisas sobre modificaciones que se iban a realizar en la biblioteca y resultaba que eran correctas y de hecho fueron tomadas en cuenta. Hace tres años una administrativa que recorría los salones asegurándose de que todo estuviera en orden, ve a una mujer entrar al baño, pero no salir más, después de tiempo entra al baño, pero no había nadie y ningún otro compañero observo a nadie más salir del liceo, cuando ya no quedaba nadie.

Liceo 4

Institución ubicada en la zona sur, que lleva el nombre del gran escritor Horacio Quiroga, forma parte de nuestros archivos de leyendas de Salto Místico.

En una tarde noche de junio, de esas frías y en las cuales a las siete y media  ya está muy oscuro, donde se  encontraban un grupo de profesores que terminaban la jornada de coordinación, conversando , algunos, de cosas triviales, como que irían a cocinar y otros de las repercusiones de los temas tratados en la reunión, cuando de repente pasa por entre el grupo de docentes una mujer que llevaba un vestido blanco amarillento, algo rasgado, levitando, ya que los pies no tocaban el piso, y aunque no se movía muy rápido, a la extraña presencia le tomó unos segundos llegar a la puerta que conecta con el edificio nuevo, puerta que por cierto estaba cerrada pero que no le significó trabajo seguir de largo. Algunos, aunque paralizados por el miedo se fueron hacia la puerta, pero nada vieron, al cabo de unos minutos todo parecía una ilusión.

El día siguiente fue de conjeturas, a Roxana le pareció ver la misma imagen en el cruce del puente Sarandí por el cementerio, mientras que el más viejo de los auxiliares de servicio, preguntado por los profes si no sabía nada al respecto, comentó, con la voz trancada, que no era la primera vez de esta aparición, que hacía tiempo no se hablaba del tema pero que por lo menos desde 25 años atrás se observaba este fenómeno, sus compañeros de trabajo, ya jubilados también remitían a la historia. Al parecer se trataba de una vecina que había decidido terminar con su vida colgándose de un árbol, ubicado en un monte que era parte del terreno dónde luego se construyó el liceo.

“Vaya a saber? “Es lo que dicen no, a mi no me gustaría volverla a ver” De esta manera concluía su respuesta, el viejo limpiador.

Liceo 5 Armando Barbieri.

Se trata de la construcción más antigua dedicada a centro de enseñanza ya que hoy es el Liceo N5, pero por mucho tiempo fue el departamental hasta su mudanza al nuevo edificio en Calle Artigas.

Grandes personalidades de Salto pasaron por sus aulas, entre ellas Horacio Quiroga, Baltazar Brum, como para hacernos una idea de lo antiguo del centro educativo.

Esa noche después de cerrado el liceo, quedaba solo el policía que hacia el 222, que si bien le habían advertido de cosas extrañas que ocurrían por las noches, el no creía en esas cosas, “cosas de ignorantes “siempre repetía el cabo cuando alguno le quería contar sobre sucesos paranormales.

Había recorrido todo el liceo, que por cierto está protegido por muros altos y la propia construcción que es muy abarcatiba y todo estaba tranquilo.

La guardia que controlaba que estuviera cumpliendo su función pasaba cerca de las cuatro de la madrugada, así que bien podría tirarse un momento y dormir dos horas, para despertar un rato antes de las cuatro. En ese momento el reloj marcaba la una y media clavadita.

Se pone el bolso de almohada, y se tapa con la capa azul, recostándose en el banco que está debajo de la escalera que lleva al salón de actos. Antes puso el despertador, no sea cosa que quede dormido.

Entre sueños sintió gritos, que se lo atribuyó a las barras que pasaban por la vereda, era viernes de noche y que más se podía esperar. Si bien era de sueño profundo escucha que algo cae cerca de él, pero no presta importancia, era mucho el sueño y a la mañana entraba de turno en la comisaria a las siete, así que mejor seguir durmiendo. La calma se le terminó, cuando una fuerza imponente le oprime el pecho y lo sacude y aunque quiere levantarse no lo puede hacer, mete la mano para sacar el revólver y abre los ojos pero no ve nada y la presión desaparece como de repente. Se levanta asustado, recorre todo y todo está en orden.

Mira el reloj y lo que ve le causa más sorpresa que todo lo ocurrido, las agujas marcaban la una, como si el tiempo hubiera vuelto para atrás, también el despertador tenía la misma hora, pero el bien recordaba que era la una y media clavada cuando se tiro a dormir.

Desde esa constatación no pudo pegar un ojo por más que lo intento, y tampoco volvió a tomar guardia de 222 en ese liceo ni en ningún otro por las dudas, sin mencionar el arresto que se comió por no poder explicar a la guardia que hacían los tres gatos negros sin cabeza que estaban en un canasto debajo del banco que estuvo durmiendo.

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