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viernes, noviembre 14, 2025

Las barbaries al norte

«Les ganes o pierdas, ellos igual te pegan»

-Lo sucedido con los juveniles salteños en Artigas, se prolonga en materia de ecos. Ocurrió el sábado, con la Sub 14 y Sub 15 enfrentando al local, en partidos correspondientes a la segunda fase del Torneo del Interior.

No solo que se jugó en condiciones absolutamente anormales, sino que al cabo del juego, la violencia se desató en zona de vestuarios. La foto incluida en la edición de la víspera en EL PUEBLO, obrando como testimonio. Un testimonio más entre los tantos que se podían haber acumulado. Bastó esa publicación, para admitir otra vez que «jugar en Artigas se ha convertido en una opción de riesgo».

En tanto, una expresión vertida por un ex delegado a nivel de selecciones es de elocuencia terminante: «les ganes o pierdas, ellos igual te pegan».

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Pasa a mencionarse entonces, la tendencia a la violenta reacción de jugadores, más allá de la categoría que fuese. Ya sea a nivel de combinados o de algunos equipos. Es cosa concreta que los equipos salteños han sufrido en pellejo propio la quemante intolerancia que parece regir por aquellos lares, de años a esta parte. El paso del tiempo, lejos de disminuir, parece acentuar la aplicación de argumentos distanciados de la esencia del fútbol.

⚠️ ¿Denunciar qué y para qué?

Restará por verse ahora si desde el Consejo Único Juvenil o desde la propia Liga Salteña de Fútbol, se eleva algún tipo de nota donde se denuncie lo acontecido el pasado sábado.

No solamente por haberse jugado los partidos en condiciones dramáticamente inhumanas, sino por todo lo padecido después, con la violencia desatada en el vestuario y la sangre bañando rostros en más de un caso.

Se enfatiza en que en el Estadio Matías González el grado de inseguridad o garantías en más de una situación ha solido ser inexistente, incluso a partir de un hecho perceptible: los jugadores transitan en una misma dirección rumbo a la zona de vestuario. No existen ámbitos paralelos que no se conecten. Si alguien enciende la primera chispa, la explosión se torna inevitable y el combate «cuerpo a cuerpo» se transforma en una consecuencia irrespirable.

Por lo demás, si la Liga Salteña enviase nota de repudio, ¿en qué área de OFI encontraría eco? No pocas veces las denuncias concluyen en el cajón de lo anecdótico.

Es cosa concreta que jugar en Artigas implica un tormento de no fácil asimilación. De última habría que preguntarle a los juveniles salteños. A esa edad, la contaminación de la mentira no ha llegado y a partir de la franqueza, la realidad insultante. Bofetada a la esencia de un juego llamado fútbol.

Lo es. Mientras cabe una duda:

¿Artigas no debiese corregir esos males?
¿Tan incurables son?
¿Hasta cuándo el lenguaje de la violencia que ultraja?
¿Hasta cuándo?

-ELEAZAR JOSÉ SILVA-


Aquel ataque entre piedras y ladrillos….

-En la edición del 2012 del Campeonato del Interior de Clubes, Ferro Carril fue y jugó en Artigas frente a Pirata Juniors. El partido finalizó 1 a 1. El gol de la franja por cuenta de Gabriel de Souza, ahora como uno más en el plantel de Universitario.

En los últimos minutos del partido, hinchas del equipo local invadieron el sector este de la Tribuna del Estadio Matías González, donde se ubicaba la parcialidad de Ferro Carril.

Esos hinchas no lo pensaron dos veces: apelaron a ladrillos y piedras para ser lanzados sobre el banco de suplentes de Ferro Carril. La policía local no intervino y solo atinó a observar el despliegue de los atacantes.

A las horas, la Comisión Directiva de Ferro Carril, entonces liderada por Juan Carlos Realini, elevó una denuncia a OFI. Se detalló lo sucedido. El aporte de testimonios. De nada sirvió. De nada valió. A los tribunales del Ejecutivo de OFI no se les movió un pelo. Como tantas veces en el tiempo.


🚔 Los Comisarios que fueron custodias de Ferro en OFI

En la pasada década, Ferro Carril no pocas veces afrontó la disputa del Campeonato del Interior a nivel de Clubes.

La delegación albinegra había padecido actos de violencia concreta. En función de ello, se optó por sumar a la embajada un Comisario de Policía en funciones, para que la investidura actuara como escudo ante el flagelo de la intolerancia.

Ese Comisario se había contactado en la semana con sus colegas, aquella vez de Artigas y de Fray Bentos. Cuando la unidad que transportaba al plantel ferrocarrilero llegó a esos destinos, lo aguardaba un móvil policial para escoltarlo hasta el estadio.

Una vez finalizado el partido, comprobable otra vez la actuación de los agentes. Todo transcurrió sin complicaciones, pero desde Ferro Carril el sentido de búsqueda de seguridad o garantía para asistir.

En tanto, hubo que presumir que el servicio de aquellos Comisarios de Policía, a Ferro Carril le costó dinero. Ferro se defendió pagando la seguridad. No le quedó otra.

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