Dicen los que sacaron conclusiones que el ómnibus que trasladaba al plantel de Ferro Carril, “estaba demasiado cerca del sector donde salían a la avenida, los hinchas de Pirata Juniors”. Se entiende que el ómnibus debió permanecer en el sector más cercano a los jugadores del Campeón Salteño. Dicen que así planteada la situación, desde esa turba de hinchas de Pirata Junior, surgió el ataque directo hacia los futbolistas albinegros, haciendo estallar fuegos artificiales y botellas de vidrios también.
El impacto no faltó en César Gómez y Axel Loncharich.
Dicen que si los jugadores de Ferro no se hubiesen juntado para hacer de alguna manera frente a la agresión, “la cosa pudo ser peor”. Algunos simpatizantes de Ferro quedaron en medio de la batalla y la policía fue llegando, hasta practicar algunas detenciones.
Lo concreto es que en ningún momento hubo cordón policial alguno, por lo que “todo fue una vía libre, para que los más violentos actuaran como sienten que tienen que actuar”.
NINGUNA MEDIDA DE PREVENCIÓN
Al paso de los minutos y sobre todo ya en la sede de Ferro Carril, el tema fue inevitable a manera de prolongación. Análisis de lo sucedido.
Quienes vieron lo que vinieron, hablan de “un momento de terror, porque nadie entendía bien lo que estaba pasando y porqué”.
Pero además se pone énfasis a que el ingreso de ese sector de hinchas de Pirata Junior, a la Tribuna del Este, “Esc. Fernando Irazoqui”, sin ser requisada en ningún momento.
Por lo tanto, introdujeron elementos prohibidos, más allá de botellas para que el alcohol hiciera el resto. La crítica es que “no se previno nada. Las medidas de prevención no existieron” y la tribuna se convirtió “en tierra fértil para ir generando el primer caldo de cultivo, para que después en las afueras del estadio la violencia estallara”.
Los testimonios se fueron acumulando sobre lo vivido y la conclusión es una: “la tragedia que pudo ser y no fue”.
