Científicos consultados al respecto coinciden que existen personas, sobre todo jóvenes, que han cursado o cursan la enfermedad del COVID 19 que son asintomáticos. No sólo que ellos no sienten ni tienen ningún síntoma, sino que pueden contagiar o difundir la enfermedad a otras personas, como cualquier otro paciente del virus, debido a que la carga viral que poseen es alta.
La comprobación no deja de ser preocupante. Si tenemos por válida esta afirmación, significa que estas personas deben ser las más cuidadosas y responsables de su conducta, debido a que podrían estar contagiando a sus seres queridos, padre, madre, abuelos o cualquier otra persona.
Sobre todo a las que integran el denominado “grupo de riesgo”, debido a su edad o al hecho de que poseen alguna patología que los predispone a acentuarla.
También es cierto que hay personas mayores que presentan la misma particularidad y tienen por lo tanto la misma responsabilidad, incluso podrían estar contagiando hasta a sus propios hijos, máxime si éstos tienen alguna predisposición a contraer la enfermedad o a agravarla.
Pensando en esta línea se nos ocurre la tremenda temeridad que resulta de quienes organizan las denominadas fiestas clandestinas, en las que se reúnen cientos de personas, por lo general jóvenes, que luego volverán a desempeñarse en el seno de la sociedad, ya como estudiantes, trabajadores, o en cualquier otra función.

Cuando hablamos de responsabilidad social entendemos por ésta el compromiso de asumir debidamente aquellos de “cuidarse y cuidarnos”, porque la situación así lo exige.
Es hora de entender que en el mismo barco vamos todos. Integramos un ecosistema en el que compartimos hasta el aire que respiramos. Sabemos y así lo hemos manifestado en estas columnas, que es la gente joven la que más sufre este encierro, porque ha cambiado sustancialmente sus hábitos, pero no podemos menos que exigir que se respete las normas de convivencia que se han difundido en estos momentos.
Nadie lo quiso y nadie ha impulsado esta maldita pandemia. A todos de diferente manera nos está maniatando, haciendo sufrir, pero se entiende necesario asumir la responsabilidad de la hora.
Esperemos que como otros muchos virus y bacterias que ha azotado la humanidad, en algún momento la ciencia logre dominarlo y si no erradicarlo, al menos controlarlo para que podamos volver a la normalidad, que es una sola y la teníamos y disfrutábamos sin asumirla debidamente.
A.R.D.