Casi 16 mil casos activos. Estamos llegando a los mil muertos. Casi sin lugar ya en los Centros de Terapia Intensiva (CTI). Esta es la situación sanitaria del país, la gran pandemia que soportamos. Consignarlo no es a nuestro entender sembrar pánico, sino revelar la realidad que atravesamos.
Estamos de acuerdo que la salud es prioritaria, pero no se puede perder de vista la pobreza, una de las consecuencias que a nuestro juicio será de las más graves y difíciles de enfrentar.
Cerca de 100 mil pobres más tiene ya el país y nada más crudo para graficar la situación económica que la máxima esgrimida por una de las personas que hacen la diaria (y no el periódico del mismo nombre precisamente), que expresó : “prefiero que me mate el coronavirus si me alcanza y no el hambre…)
Es que en la actual situación y mientras los políticos se achacan responsabilidades, la población la sufre, no hay opción: el pobre tiene que salir a la calle a trabajar y no siempre puede elegir a su “burbuja” y mantenerse en ella.
Tarde o temprano, acuciado por el hambre o no, tendrá que salir y movilizarse. Es la otra pandemia. La que existe desde que existe la humanidad y que no hemos podido dominar, sencillamente porque hay muchos intereses en que no se domine.
La explotación del hombre por el hombre, en un mundo que ha sabido siempre de ricos y pobres, de poderosos y despojados, es el concepto que ha predominado siempre. La pandemia que no terminamos de dominar y sin embargo no siempre se ve.
Para superar la pandemia de la pobreza se requiere equidad, justicia social y seguramente lograr que se entienda y asuma esto será mucho más difícil que superar una enfermedad, porque es mucha la gente que no quiere que las cosas cambien, porque directa o indirectamente piensa sólo en si, en su bienestar, en el disfrute de los bienes materiales por parte de él y de los suyos, aunque a su alrededor haya gente padeciendo.
A esto los hemos condenado y pensar en una situación diferente pasa por situaciones que no queremos.
Estas son las consecuencias del “hacé la tuya” y aunque ahora nadie se haga cargo, no haya responsables a la vista, todos sabemos quienes impulsaron esta política, expresa o subrepticiamente y la mantienen, por lo tanto “no nos hagamos los distraídos.
A.R.D.