
El trabajo es nuestra religión, porque a través de él nos perfeccionamos y hacemos el bien.
Ma. Estela Vieras, Serenísima Gran Maestra del la Gran Logia Femenina del Uruguay
La Masonería Femenina en Uruguay: espiritualidad, trabajo y valores
En diálogo con EL PUEBLO, la Gran Maestra de la Gran Logia Femenina de la Masonería del Uruguay, Ma. Estela Vieras, visitó Salto para compartir la visión de una institución que, con más de tres siglos de historia, sigue teniendo plena vigencia en el siglo XXI. En un mundo que se mueve al ritmo de la tecnología y los cambios sociales, la masonería femenina busca mantener encendida la llama del pensamiento libre, la fraternidad y el trabajo por el bien común.
“La masonería es un camino hacia el interior del ser, un espacio donde la mujer puede crecer espiritualmente, éticamente y moralmente”, expresó la Gran Maestra. Para ella, la búsqueda masónica no es hacia afuera, sino hacia adentro, en el descubrimiento de las virtudes que hoy parecen tan necesarias en una sociedad marcada por el conflicto y la dispersión.
Tolerancia, solidaridad, fraternidad y amor al prójimo son los pilares de ese desarrollo personal y colectivo. La Gran Logia Femenina del Uruguay —explicó— representa un ámbito donde las mujeres encuentran libertad de pensamiento y conciencia, y donde el trabajo es entendido como un acto de perfeccionamiento.
“En masonería decimos que el trabajo es nuestra religión”, señaló. “Porque a través del trabajo nos perfeccionamos, nos integramos en la sociedad y hacemos el bien.” Esa concepción se traduce en una acción concreta: ayudar a otras mujeres que enfrentan realidades difíciles, como la migración, la violencia o la maternidad en soledad.
En cuanto al papel de la mujer dentro de la orden, la Gran Maestra fue clara: la masonería femenina se abrió camino con esfuerzo y dedicación, demostrando que la mujer puede liderar y sostener los valores masónicos con la misma profundidad y compromiso que los hombres. “Nosotras trabajamos por y para la mujer, pero codo a codo con los hombres. Ese es el verdadero sentido del feminismo que practicamos.”

Cuando se le preguntó si ser masona en un mundo tan dogmático era un acto de valentía, respondió sin dudar: “No es valentía, es esencia. La masonería puede cambiar el mundo porque cambia a las personas desde adentro. Si cada uno transformara su interior, el mundo cambiaría de inmediato.”
La masonería, subrayó, no busca mujeres perfectas, sino mujeres en búsqueda. “No buscamos la perfección en sí misma, sino la perfección que permita construir una sociedad mejor. Trabajamos para que las que vengan después encuentren una orden mejor que la que recibimos.”
Ese legado, explicó, se proyecta en cada aspecto de la vida: en la familia, en el trabajo y en la sociedad. “Cada masona lleva consigo los valores de la orden y los multiplica. Así trabaja la masonería.”
Entre símbolos y silencio interior
La Gran Maestra se refirió también al carácter simbólico de la enseñanza masónica y al rol central del ritual. “La masonería fue secreta porque sus miembros fueron perseguidos por regímenes totalitarios y por la Iglesia. Hoy ya no es así, pero el secreto se mantiene, porque la masonería se vive, no se explica.”
En las logias —que se reúnen semanalmente—, las masonas trabajan en silencio interior, en base a símbolos y rituales que conectan con una energía superior, a la que llaman el Gran Arquitecto del Universo. “El ritual es nuestra principal herramienta. Nos conecta con lo que nos trasciende. Es una hora a la semana en la que hacemos silencio interior, una hora que nos transforma.”
La enseñanza simbólica —añadió— permite que cada mujer interprete el conocimiento de acuerdo con su propio proceso de evolución. “Un símbolo como la escuadra, que representa la rectitud, cambia su significado a medida que cambiamos como seres humanos. Por eso decimos que el camino masónico es individual, pero a la vez colectivo.”
La masonería, sostuvo, no se aprende aislándose, sino interactuando con otras personas. “La virtud se trabaja en la relación con los demás. Ser virtuoso en soledad es muy fácil; lo difícil es serlo en comunidad.”
La masonería frente a la tecnología
Consultada sobre el papel de la masonería en tiempos de inteligencia artificial y digitalización, la Gran Maestra aseguró que la orden es progresista, en el sentido de que progresa con la sociedad. “La inteligencia artificial no debe dominarnos. Debemos usarla como herramienta, con discernimiento y pensamiento crítico. En la Gran Logia Femenina incluso estamos aprendiendo a utilizarla para nuestros trabajos internos, pero sin perder el componente emocional y espiritual.”
Ese equilibrio entre tradición y modernidad —dijo— es fundamental. “Podemos consultar a la inteligencia artificial, como una gran biblioteca, pero el conocimiento masónico requiere sentir. Lo importante no es lo que dice un libro, sino lo que el símbolo despierta en el corazón.”
Un llamado a las mujeres que buscan
La Gran Logia Femenina del Uruguay invita a todas las mujeres mayores de veintiún años que estén en la búsqueda de su desarrollo interior a acercarse. “No pedimos títulos ni dinero, solo la voluntad de ser mejores personas”, explicó la Gran Maestra.
A través del sitio web oficial, cualquier interesada puede solicitar una entrevista y conocer más sobre la orden. “El perfeccionamiento comienza adentro. Y aunque es difícil, juntas es más fácil.”
La vigencia de los valores
En un mundo que parece perder sus referencias morales, la masonería propone volver a lo esencial: el servicio y los valores espirituales. “La masonería está parada en la libertad, la igualdad y la fraternidad. Ver un hermano en cada persona que se cruza en nuestro camino, incluso vernos a nosotros mismos en el otro. Esa es la enseñanza.”
La vida, concluyó, “es sencilla, y la grandeza está en los pequeños gestos: un apretón de manos, un abrazo, una sonrisa. Lo que das es lo que recibes. Si das luz, tu vida se colmará de bendiciones.”
Con esa convicción, la Gran Maestra cerró la entrevista agradeciendo la oportunidad de dar a conocer la labor de la Gran Logia Femenina del Uruguay, una institución que busca construir, desde el trabajo y la espiritualidad, una sociedad más justa, libre y fraterna.






