Taller Horacio Quiroga realizó lectura de Microcuentos
En la noche del viernes se cumplió el acto de fin de cursos del Taller Literario Municipal Horacio Quiroga. Como estaba previsto, el mismo consistió en una lectura en público de microcuentos o minicuentos, textos narrativos que en algunos casos no superan una línea de extensión. Cada integrante del taller leyó por lo menos un cuento –algunos dos o tres-, logrando una actividad dinámica, entretenida y, sobre todo, donde pudo apreciarse un exigente trabajo con el lenguaje y el pensamiento. Cabe destacar el muy buen nivel de la mayoría de los microcuentos, entre los que marcaron los puntos más altos los de Rocío Menoni o Juan Carlos Ferreira, aunque también debe valorarse el buen resultado logrado por gente muy joven, como Alfredo Sobesky, de tan solo catorce años. Antes de la lectura, hicieron uso de la palabra Carlos María Cattani, en representación de la Intendencia de Salto, Leonardo Garet como director orientador del taller y José Luis Guarino, quien tuvo a su cargo la presentación.
La ocasión fue propicia también para mostrar en público el Premio Morosoli, reconocimiento a nivel nacional recientemente obtenido por el Taller Quiroga, que en el acto fue simbólicamente entregado a Garet por las integrantes de mayor antigüedad en el grupo: Myriam Albisu, Estela Rodríguez Lisasola y Rocío Menoni. Asimismo, el Taller entregó obsequios a su orientador y al funcionario de Biblioteca Municipal Miguel Poyhú, por su amabilidad durante tantos años de funcionamiento del Taller.
Las palabras de Garet
Sobre el Premio Morosoli: “Es un premio que tiene seriedad, nivel y exigencia. Por eso es que este año, cuando se otorgó el Premio Morosoli Institucional al Taller Literario Horacio Quiroga, que es el primer taller literario que lo obtiene, paralelamente sentí alegría y sorpresa. Alegría, honor y orgullo que sé que también tienen todos los integrantes del Taller, los actuales y aquellos otros que pasaron por él y lo siguen reconociendo y siguen demostrando su adhesión y su afecto. Todos ellos sienten, legítimamente, la misma alegría que siento yo como orientador…”.
Sobre los Microcuentos: “Quiero comparar los microcuentos con los cuentos para niños, tienen una cosa muy importante en común, y es que nadie los valora. Nadie que escribe literatura en serio siente ese desprestigio, pero en general me he cansado de escuchar “yo solamente escribo para niños”, como si eso fuera facilísimo; yo conozco contados con los dedos de la mano los buenos escritores para niños. De la misma manera se puede sentir que escribir un microcuento es una tarea muy sencilla que cualquiera puede hacer. Pero no es una oración cortada en cualquier lugar, un microcuento debe tener todas las partes de un cuento…”.
La presentación de José Luis Guarino
A continuación transcribimos los aspectos medulares de la presentación que de este conjunto de microcuentos (que se espera pueda ser publicado en un libro el próximo año), titulado “Menos es más”, realizara el Profesor José Luis Guarino:
“La lectura de estos cuentos me ha hecho recordar algunas frases hechas, que vienen de lejos. Aquel “Esto brevis et placebis” (“Sé breve y agradarás”) de los antiguos romanos, y que en el período barroco Baltasar Gracián adoptó y adaptó para su teoría conceptista expresando: “Lo bueno, si breve, dos veces bueno”. Con esta idea se relaciona el título del libro: “Menos es más”. La verdad es que el primer complacido por la belleza del libro he sido yo. La brevedad exige concisión, dominio del lenguaje, uso certero de las palabras. Cuando uno lee, por ejemplo: “Abrió el paraguas que no debía y el viento se la llevó”, bastan la exposición de la causa y la consecuencia, para la comunicación de un suceso fugaz, pero completo en sí mismo. O cuando encontramos escrito: “Desde su cama, envuelto en yeso, vio dos gatos caminando sobre el pretil. Ellos sí saben hacerlo- pensó- y además, no toman alcohol”, estamos frente a una arquitectura sólida y frágil a la vez. Nada falta, ni nada sobra. Una palabra más y se derrumba su armonía. Una palabra de menos y queda la construcción inconclusa. La palabra tiene así la trayectoria de la piedra disparada de la honda y que hace blanco sin desvíos. Estos minicuentos apresan el momento. Se desentienden del antes y del después. Tienen algo del relámpago y su momentáneo fulgor; algo del pájaro que pasa volando y desaparece, dejándonos sin referencia de dónde y hacia dónde; algo del golpe de la brisa que nos toca y desaparece. Y pese a lo fugaz hay un contenido, un mensaje completo, una riqueza en la totalidad del libro porque abre un abanico de propuestas, sentimientos e impactos muy diversos en el lector. Hay, a modo de breves ejemplos, textos que apuestan a lo fantástico, como el que lleva por título “Miedo inconsciente”, otros al misterio, como el que se titula “Otra”, los hay relacionados con las creencias populares, como “Oportunidad”, o con las tragedias que suelen ser causadas por hechos casuales, como puede verse en “El duelo”, o apuntan a la ironía de la vida, tan bien reflejada en el minicuento “Destino”, y también en el titulado “Luna de miel”; o hacia lo cómico, como en “Un futuro mejor, o en “Familia numerosa”, o hacia lo mágico, como en “Callejero”, o deriva a lo lúdico y macabro, como en “Jugando”… La brevedad se resuelve en una contundencia que lleva al lector a un final muchas veces impensable, inesperado, por lo que también debo destacar entonces el factor sorpresa como uno de los ingredientes que conducen a esa complacencia a que se referían los romanos, y a ese “dos veces bueno” del jesuita español. Y eso supone un trabajo de refinamiento, de purificación de todo lastre verbal, de concreción, de buena orientación en el rumbo narrativo sin perderse en bifurcaciones innecesarias, de ingenio: decía Shakespeare que la brevedad es el alma del ingenio. Por su parte, Pascal, ironizaba: “¡He hecho esta carta más larga porque no he tenido tiempo de hacerla más corta!”. Creo que acá, todos los integrantes del Taller tuvieron tiempo para “hacerla más corta”. Decirlo todo con brevedad. Y en ese todo está lo dicho explícitamente y lo que queda implícito y el lector entiende, y se ha dejado de lado lo que no es necesario que el destinatario sepa. Por esto, estas creaciones valen por las palabras y por los silencios. Han sabido captar la esencia, y despojarse de todo lo secundario. Estos textos tienen la levedad del vuelo, pero la contundencia de la gota que estalla en la tierra. La maestría de la palabra justa, medida, exacta. Se trata de un libro muy original. La originalidad, el nivel de esta producción colectiva, forman un acorde sonoro, armónico, que canta la calidad de un taller literario, de luminosa trayectoria, reconocida y premiada…A todos los escritores que integran el libro, entre los que hay profesionales, maestras, amas de casa, estudiantes de profesorado, estudiantes liceales: Myriam Albisu, Juan Carlos Ferreira, Rocío Menoni, Alejandra Guglielmone, Miguel González, Alfredo Sobesky, Silvia Corti, Irene Viera, Silvana Montegreno, María Angélica Pérez Pallares, Lilí Rivero, Damaris Sobesky, Patricia Coitiño, Ana Irene Bentos Pereira, Juan Pablo Nickleson, Roberto Machado, Rocío Cardona, Teresita Picción, Washington Díaz, Laura Reina, Raquel Paganini, Lorena de los Santos, Sonia Hornos, y al director del Taller, la constatación y la constancia de un libro muy bien logrado…”.