Parece tan sencillo de entender y sin embargo cuesta tanto. Es que la carrera armamentista aparece como “invisible” a los ojos de la humanidad. El pasado primero de enero se conmemoró una nueva fecha de la “Jornada por la Paz” y van ya muchas de ellas desde establecida si mal no recordamos exactamente 54, sin tener en cuenta que las primeras celebraciones se hicieron a instancias de Mahatma Gandhi.
Sin embargo lo que se ha avanzado desde entonces es muy poco, casi nada diríamos. Las grandes potencias gastan cifras escandalosas en la fabricación de nuevas armas, cada vez más letales y más dañinas.
Escandalosas porque esos mismos miles de millones de dólares que se dedican a estos fines podrían ser una gran contribución al combate del hambre en la humanidad o reparar el daño que la avaricia humana ha causado y sigue causando en la naturaleza.
El hambre ha matado mucho más en el mundo que cualquier pandemia, a pesar de que la “vacuna” en estos casos está muy a mano, es la alimentación adecuada que se podría proporcionar a esos seres humanos inocentes que mueren día a día de hambre.
Sucede que no hay interés en combatir el hambre, sino en fabricar armas que son pagadas onerosamente a sus fabricantes. Nadie tiene interés en evitar esas muertes. Ni esos países empobrecidos tienen con qué pagar esos alimentos.
Todo lo que está sucediendo con el virus causante del COVID 19, que ha atacado a toda la humanidad y por lo tanto también a los países ricos, que disponen de medios para pagar la vacuna, aún cuando no esté totalmente probada su eficacia.
Ni que hablar que nunca se han destinado cifras similares a educar y evitar la incidencia de las muertes en tránsito vial, una pandemia que mata más que el COVID 19 cada año.
Ni que hablar de la carrera espacial, que se lleva otros miles de millones de dólares cada año y no sabemos con qué fin se hace. Mucho nos tememos que sea con el fin de tener un “plan B”, cuando su avaricia termine con el mundo actual. Es que nadie como ellos saben bien que su avaricia está llevando a la ruina al mar, la tierra y la naturaleza en general porque su accionar está destruyendo estos elementos.
De seguir por este camino lamentablemente las perspectivas no son buenas y las grandes potencias lo saben.
A.R.D.