La lucha contra la explotación infantil es uno de los temas permanentemente presentes en todos los países del mundo. No sólo se trata de explotación sexual, la más conocida y frecuente, sino que es explotación infantil cuando un niño en edad jugar y educarse, tiene que ir a trabajar a una mina, a vender pequeños elementos manufacturados o similares.
Ni que hablar delos niños, víctimas inocentes en las cruentas guerras desencadenadas por las ambiciones humanas. Cuando pensamos en las penurias que enfrentar los niños migrantes, a los que Donald Trump enjauló como animales en la frontera de los Estados Unidos, no podemos menos que imaginarnos que harían ellos si les pidiéramos solidaridad, responsabilidad para cuidar el aire que compartimos.
La explotación infantil va mucho más allá. Es explotación infantil es también ignorar su entorno, sus condiciones de vida, mirar para otro lado para no ver el sufrimiento de estos niños y sus familiares más cercanos.
Hoy sólo somos capaces de ver las consecuencias. Recordamos cuando alguien nos dijo “si vivieras en el barrios te darías cuenta que sólo los más inteligentes, los más despiertos salen a robar…y son los que estigmatizan el barrio. Pero nadie se fija ni estigmatiza un barrio por los que se suicidan al no encontrar salida a su situación, los que caen en los vicios, como el alcohol o las drogas.
Nadie cree que haya mujeres jóvenes que caigan en la prostitución por necesidad, sino que entienden o quieren convencerse que lo hacen porque les gusta esa vida. Por supuesto que a nadie se le ocurre dirigirse a los “clientes”, o preguntarse porqué hay personas que usan y abusan de estas personas.
Luego del estigma consideramos lógico “normal”, “natural” su situación, porque son unos vagos, unos “pastabaseros” o unos viciosos en general. Difícilmente alguien piensa que somos nosotros, los integrantes de la sociedad los que los empujamos de una manera o de otra a ser como son.
Ellos son la consecuencia de una encerrona, a la que no encuentran o de la que lisa y llanamente no tienen salida.
Cuando entendamos que la explotación infantil está en la base de esta situación. Cuando asumamos que la única solución viable es atender como corresponde a estos niños y su entorno social, quizás podamos aspirar a mejores resultados.
ARD