La economía en 3D

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    La época de cambios es la norma, lo único que se mantiene constante son los equilibrios económicos, sociales y políticos. Bajo un escenario cada vez más incierto, se hace evidente la importancia de encontrar información útil cuando esta abunda y en un alto porcentaje no aporta. Ir más allá de los titulares de los noticieros, no ignorar lo que ocurre fuera de las fronteras nacionales y encontrar “las gafas” para no perder de vista las dimensiones de la economía puede marcar la diferencia entre las empresas que viven y quienes fracasan.
    Mientras se viaja en el tren de Israel Railways que conecta las ciudades de Tel Aviv y Haifa en Israel, existen pasos en que se pasa de una zona a otra: Galilea, Acre, Monte Carmelo, la costa mediterránea, la costa meridional y Sharón. Entre la mayoría de las mismas, de una estación a la siguiente, existen apenas algunas diferencias, o no las hay, en cuanto a condiciones climáticas, lenguaje o cultura, el suelo en esta pequeña franja ubicada en el cercano oriente es fértil y cuenta con diversos recursos hídricos.
    Pero algunos pasos son diferentes. Constituyen verdaderos límites, si bien generalmente no representan grandes contrastes entre una y otra inmediata, y no es siquiera una verdadera «divisoria», a veces hay un cambio notorio que lleva a entender de que se pasa de una región a una nueva, al menos en el contraste entre la primera y la última.
    La historia de la región conoce también de límites. Tienden también a no ser significativas una noticia de otra. Pero, una vez ocurridos los hechos a lo largo del tiempo, cambia el panorama social, económico y político. Es diferente el clima dentro de la sociedad y ello genera impactos en la percepción de las cosas.
    Aproximadamente a partir de fines de la década de los ´90 y el año 2010, marcados por las crisis económicas de países americanos primero y europeos luego, hemos cruzado a una nueva zona. Hemos dejado atrás las opiniones, convicciones y compromisos que mantuvimos sobre el rol del gobierno, las de fuentes de empleo, los medios de comunicación y la estabilidad de la economía. Nadie, excepto un puñado de personas, cree que mejor que enseñar a pescar, es dar pescado.
    En la actualidad, los países de Latinoamérica se enfrentan a nuevas recisiones económicas. La contracción económica en la región, según las previsiones de bancos internacionales lleva a deducir que el sector MIPYME deberá definir una ruta adecuada y navegar en océanos poco serenos. Sobre la afirmación de la existencia de una crisis o no, la respuesta del empresario a cualquiera de esos escenarios debería ser una sola: trabajar en una adecuada gestión empresarial.
    La era industrial iniciada a fines del siglo XVIII por el ingeniero escocés James Watt, creador de la máquina a vapor ha terminado. La modificación en el alcance de los mercados, la formación esperada del personal, los cambios en los hábitos de consumo, los avances tecnológicos, entre otros aspectos da la pauta de que el futuro ya pasó. Sin embargo, aún ingenuamente quedan muchas gafas con las que se miraba el funcionamiento de la economía, la academia, las empresas y el gobierno de hace muchos años atrás.
    ¡Gestionar o morir!
    La gestión y el emprendimiento, dos palabras que zumban con mayor frecuencia en los medios de comunicación de nuestra región desde que los países desarrollados aprendieron sobre su impacto en el desarrollo económico y social. Sin embargo, su efectivo abordaje en el sector MIPYME y la sociedad en general requiere que la gestión y la promoción de emprendimiento en sí mismos sean organizadas como actividades sistemáticas. A su vez la noción que lleva a definir que ambos conceptos no son diferentes, sino complementarios. Las empresas nuevas necesitan saber gestionar cuando crecen, por otra parte las empresas con mayor antigüedad que no innoven y/o trabajen en el desarrollo de nuevos emprendimientos –conocidos como spin off- no podrán adaptarse a los cambios que el entorno, “de estación a estación tiene en la ruta y las lleva a cruzar un nuevo límite”.
    A partir de lo anteriormente dicho, la tesis que argumenta la importancia de encontrar un camino que tome en cuenta las tensiones entre la búsqueda de la continuidad y el riesgo –bueno o malo- de adaptarse a los cambios. Los factores productivos descriptos por Adam Smith en su libro “La riqueza de las naciones” en 1776 son tierra, capital y trabajo, lo que se entendía, era necesario para movilizar la economía y lograr cumplir los intereses de trabajadores, terratenientes y capitalistas. Sin embargo, la economía terminaría siendo vista a través de gafas que llevarían a “deducciones con miopía” si no se toma en cuenta el cuarto factor: la gestión.
    Desde el pasado mes de junio de 2016, la Comisión Europea trabaja en los aspectos regulatorios de empresas como UBER y Airbnb, dos “startups ícono” de la llamada economía colaborativa que también da que hablar en el sector financiero con la llegada de las plataformas “P2P” para ahorro y otorgamiento de préstamos entre particulares. El mayor acceso a internet por parte de los consumidores, la baja en los indicadores de consumo y la llegada de una “clase emprendedora joven” influyen, guste o no guste, en la actividad empresarial del tejido productivo: es ahí donde se hace evidente el rol de la gestión y la importancia de adaptarse a las nuevas reglas de juego.
    Los postulados del economista austriaco Joseph Schumpeter –sobre destrucción creativa- escritos en 1942 están presentes cuando en la televisión informan sobre conflictos entre los sindicatos de taxistas y una multinacional que ofrece un mejor servicio, reclamos del sector lechero por tener costos promedio superiores al precio, dificultades del sector citrícola en torno a la búsqueda de nuevos mercados, mayor crecimiento relativo de turistas en un destino que otro, inexistencia de patentes del sector académico que puedan ser tomadas por el sector productivo para generar nuevos negocios, entre otros ejemplos.
    Si no se encuentra una mejor manera de hacer las cosas, difícilmente sea fácil sobrevivir cuando la competencia –de la región y el mundo- tenga algo más competitivo.
    Enseñemos a pescar
    Muchos libros, blogs, artículos y conferencias hablan sobre la globalización. Se trata, ciertamente, de la nueva realidad en la que vivimos. Sin embargo, aún son tímidas las acciones para trabajar la innovación por parte del entorno institucional como respuesta frente a los cambios. Ver la economía en tres dimensiones es reconocer que el sector privado, sector público y la sociedad civil en general, influyen en su progreso. La adaptación a los cambios no debe confiarse únicamente al gobierno de turno, tampoco hacer caso omiso a las leyes anti-intervencionistas del economista francés Vincent de Gournay de “dejar hacer, dejar pasar”, también conocida como la mano invisible que optimiza las relaciones entre oferentes y demandantes.
    En la promoción del autoempleo tal vez haya una respuesta para abordar las dificultades del desempleo, no es la única pero sin dudas, la capacitación en ventas, complementada con la formación técnica específica del rubro es una herramienta que se alinea a la cita: “si no hay trabajo, hay que inventarlo”. El desarrollo del emprendedurismo, generador de nuevos negocios para satisfacer las necesidades de la población, creador de empleo, promotor de inversiones, de incrementos de productividad, innovador, socialmente responsable e integrado a la economía local e internacional acelera el crecimiento económico y mejora las condiciones sociales de un país.
    No es posible lograr que el cien por cien de la población pasiva económicamente termine poniendo en marcha un proyecto empresarial, sin embargo, trabajar en la ruptura de la cultura “M´ hijo el empleado público”, encontrar alternativas a la valiosa población de jóvenes ni-ni, dar oportunidades de desarrollo a las personas de edad media con dificultades de reinserción laboral, será más probable si se empodera a la juventud con iniciativas educativas que enseñen a pescar y eviten que esperen a que le den el “pescado”.
    La recesión económica y la nueva realidad de la región necesita un cambio en la percepción de las cosas: el rol del gobierno, la importancia del sector empresarial y los avances tecnológicos, la competencia global y su impacto en el tejido productivo nacional.
    Del análisis a la percepción
    Si el empresario no tiene autocrítica difícilmente se vea interesado en cambiar su manera de hacer las cosas. Sin embargo, la historia de las empresas en la región tiene muchos ejemplos de fracasos que sirven como fuente de concientización para evitar ser un número más de las estadísticas de mortalidad del sector PYME.
    Imaginemos por un momento el impacto de la percepción por encima de cualquier análisis, aparentemente, racional. De la misma manera que la teoría de la relatividad de Albert Einstein marca un antes y un después en los predecesores paradigmas regidos por Isaac Newton, igual que la visión de Immanuel Kant sobre la razón pura en oposición a la visión de René Descartes y bajo la misma lógica los hallazgos de Nicolás Copérnico sobre la ubicación del sol dentro del sistema solar, opuestos a la Iglesia de aquel entonces, algo es cierto: importa más qué se ve, en lugar de lo que sea.
    Dar nuevas gafas que permitan ver las “otras” dimensiones de la economía uruguaya y regional, no aislada de los cambios que ocurren diariamente y que sin querer los obviamos y pocas veces les prestamos atención.
    Peter Senge en su libro “La quinta disciplina” hace mención a la parábola de la rana en agua hervida diciendo que si el anfibio era colocado en una olla con agua caliente, la misma intentaría rápidamente salir, sin embargo, si se la coloca en una olla con agua fría y lentamente se aumenta la temperatura, la misma morirá porque no sentirá los cambios bruscos –los mismos que se ven de estación a estación y no necesariamente nos dejan percibir las diferencias entre una y otra-.
    Lic. Nicolás Remedi Rumi

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