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sábado, noviembre 22, 2025
Columnas De Opinión

LA DURACION DEL BIEN DEFINE EL PLAZO DE FINANCIACIÓN

En la nota anterior, describíamos la importancia de incorporar la dinámica permanente del tiempo, en la consideración de las decisiones a largo plazo.

El tiempo es fungible, “se gasta” aunque no se lo utilice en nada. Las cosas también se gastan más lentamente; los autos envejecen, nosotros envejecemos, los pavimentos envejecen, se deterioran, como es ostensible en nuestras calles después de veinte años de despilfarro.

Pero, si se va a elevar por encima de la cota #15 el puente de calle Sarandí sobre el arroyo Ceibal, nada impide financiar la obra a veinte años, porque si se construye bien, su duración excederá largamente el medio siglo.

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Idéntico criterio puede aplicarse a los necesarios viaductos a cota #15 en Calle Zorrilla y 19 de Abril, y en Joaquín Suárez y Agraciada, para impedir el aislamiento por inundación de la zona noroeste de la ciudad, que hace años se reclaman.

Diferente es la compra de maquinaria o vehículos, que en diez años estarán a punto de chatarra; o los pavimentos asfálticos, que con los calores del verano salteño son de dudosa duración, y no hablemos de pagar sueldos, que a los treinta días hay que volver a pagarlos.

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Resumiendo: el plazo de la financiación debe estar acorde a la duración de lo que se va a pagar con ella; no es cuestión que, dentro de 10 años, las maquinas vehículos y obras realizadas se habrán “gastado”, pero se debe seguir pagándolos por diez años más.

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