Hoy me levanté hecho un filósofo (¿seré un filo-sófo de sartén que solo sirve para…?). Con un aire de Sócrates fui al baño, me lavé la cara y rumbié para la cocina. Allí, como, Platón, me preparé un mate. Cierto es que Platón no tomaba mate, pero si lo tomara, seguro que lo preparaba así.
Me puse a pensar como Aristóteles, prendí la radio, ¿cómo Tabaré Cardozo o cómo Tales de Mileto?, encendí un cigarro como Pitágoras, hice zapping en el dial como Anaxágoras, salí a la vereda a ver como barrían las vecinas como Anaximandro, saludé al vecino que volvía de parranda como Empédocles.
Mas tarde, me senté con las alpargatas en chancleta como San Agustín, que no tenia alpargatas, es cierto, pero si chancletas, unas monjitas de la caridad que hablaban y hablaban.
«LA DIVERSIDAD ES TAN DIVERSA, QUE A VECES RESULTA INVERSA»
Hay frases que parecen un trabalenguas y otras que son un espejo. Esta tiene un poco de ambas. Porque claro, todos aplaudimos la diversidad, la celebramos en discursos, en redes, en cafés intelectuales y hasta en los asados (“yo tengo un amigo que piensa distinto y lo quiero igual”, decimos, mientras servimos más achuras que argumentos).

Pero la diversidad —tan diversa ella— a veces se nos da vuelta. Es como una media que uno se pone apurado: cuando creemos que estamos mostrando apertura, resulta que está del revés. Porque ser diverso no siempre es coincidir con la diversidad del otro. A veces el otro es tan diverso que no encaja ni en la idea que uno tenía de lo diverso. Y ahí empieza el cortocircuito: “yo banco todas las diferencias… menos las que no me gustan”.
Es que la diversidad tiene humor propio. Se ríe de nuestras categorías, de nuestras etiquetas, de nuestros intentos de encasillarla. Cuando creemos haberla comprendido, ella nos cambia la jugada. Es como el mate del que todos toman, pero ninguno prepara igual.
LA DIVERSIDAD ES LA MADRE O MADRASTRA DE LA TOLERENCIA?
Dicen que la diversidad es la madre de la tolerancia. Pero uno mira alrededor y sospecha que, si fuera madre, tendría varios hijos peleados, para mi que es su madrastra, no sé, me parece.
Tomemos el caso de esos dos intelectuales de esquina —o de boliche, que es casi lo mismo pero con olor a caña y a fritura—. Ahí están, copa en mano, discutiendo si Borges era más universal que Onetti o si Cortázar jugaba de enganche o de puntero. Y todo empieza civilizado, con citas, guiños cómplices y esa sonrisa leve del que se cree razonable. Pero, como toda buena charla uruguaya, termina al grito de “¡vos no entendés nada, hermano!”.
Porque la diversidad, cuando se vuelve muy diversa, se da vuelta y te pega con la propia ironía. Y es ahí cuando uno se da cuenta de que el problema no es la diferencia de ideas, sino el exceso de confianza en tener razón.
El mismo fenómeno pasa con el fútbol, claro. Bielsa, ese filósofo del área chica, que no toma consejo ni de Carrasco, ni de Aguirre, ni de Peirano… y que encima no cita jugadores de los grandes. Prefiere los que corren en canchas de barrio, con las medias caídas y la fe intacta. Eso sí, mientras todos discuten si está loco o iluminado, él mastica garrapiñada como si ahí estuviera la verdad del universo. Despues se trae a todos de Europa…
Y tal vez tenga razón: la diversidad auténtica no está en los grandes debates, sino en esa mezcla absurda de convicciones y manías que nos hacen únicos. En el que lee a Borges pero se emociona con una definición por penales, o en el que cita a Onetti con la misma solemnidad con la que pide otra vuelta de medio y medio.
Así somos: diversos hasta el ridículo, contradictorios por vocación. Uruguayos, al fin. Capaces de discutir sobre metafísica y táctica futbolera en la misma frase, y de terminar reconciliados porque alguien dijo “bo, ¿pedimos una pizza?”.
Porque la diversidad —tan diversa, tan humana— no se entiende: se practica. Aunque a veces resulte inversa, o simplemente nos deje con la certeza de que, en este país, todos tenemos razón… pero cada uno en su esquina.
ESTOY HECHO UN DEMONIO, COMO DIJO SAFARI
En fin, con esos aires filosóficos, “debajo de un considero me puse a considerar”, y es como dijeran Stoll y Meyer, cuando hablaban de lo considerado que debe de ser la consideración del momento a considerar. O como Frank Mortimer, que decía que lo considerable se considera, si se puede.
También Iñigo Solari abundaba en detalles de lo considerable y lo inconsiderable. El Pardo Ayala, filósofo del boliche de la vuelta, no andaba con vuelta (redundantemente lo digo) cuando decía, “mire mi amigo, si tiene que considerar, considere, y sino, juegue al casín”.

También la Petronila repetía a menudo, ¡ay, usted no me considera!, pero yo soy, ¡ muy recatada!!…“rescatada, Petronila, rescatada, de varias cobijas ajenas, por su marido, no confunda!!!.
En fin, uno admite, comparte y entiende, que la diversidad es tan diversa, a veces.
Y que es bueno hablar de la diversidad, de pensamiento, de la diversidad cultural, de la diversidad genética, vegetal, social, sexual, económica, universal, deportiva.
Los uruguayos somos diversos, como esos políticos que dicen, “aceptamos la unidad en la diversidad, eso es lo que nos hace fuerte, grandes, victoriosos”.
Arriba de una tribuna suena lindísimo, pero abajo, cuando se elabora un programa de gobierno, y uno discrepa, no comparte, tiene otra visión, apunta a otros objetivos, cree en otros mecanismos, en otras prioridades, señala errores y busca caminos, pareciera que para algunos, la diversidad rompe la unidad, y se enojan, se encolerizan, se ofenden y vetan.
Un consejo, de este filósofo, por hoy nomás lo digo, porque mañana me puedo levantar con aires clásicos, o con aires poéticos, o con aires musicales, o con aires de buseca, porque me invitaron a una esta noche…. No hablen de la diversidad en tiempos electorales, porque hay una unidad de respuestas, arriba de la tribuna “unidad en la diversidad”, abajo, “diversos descalificativos unánimemente dichos, por los que piensan diferente a ti”.
En fin, con aire de Hamlet uno puede concluir como el filósofo de nuestro barrio…
– “Te vi o no te vi, esa es la cuestión”, dijo Orcasitas, viendo a su cuñada alejarse en la moto con su patrón….









