Ser neutral de la Liga Salteña de Fútbol o ser presidente o vicepresidente, no son temas menores. Pero la historia viene de lejos. Hay quienes han sostenido que la Liga por ejemplo, otorga visibilidad y proyección.
¡Más se conoce a un dirigente de fútbol, que a un edil de la Junta o a un jerarca de la Intendencia!
Por eso, lo del viernes próximo, no será una noche más, desde el momento que HABRÁ PUJA ELECTORAL.
La búsqueda del poder está planteada a partir de dos fórmulas contrincantes.
Constituída la «oficial» por Luis Alberto Arreseigor y Miguel Rognioni, mientras la «opositora» a partir de Christian Pintos y Deolindo Miquelarena.
De los cuatro, solo Pintos no tiene antecedentes en Cuerpos de Neutrales de la Liga. Tanto Arreseigor como Miquelarena ejercen presidencias de la Liga y de la «B» y la «C», mientras Rognioni ocupa el cargo mayor en el Consejo Único Juvenil, pero además fue integrado al esquema de mando de la Liga, tras la sucesión de hechos que fueron determinando los relegamientos de Eduardo Supparo, Alan Kuchman, Walter Martínez y Javier Suárez.
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ESO DE LA ARTICULACIÓN COLECTIVA
Cabe preguntarse si pretender ser presidente de la Liga, implica la búsqueda del poder: definitivamente sí. El viernes que viene, ese poder estará en juego, en una Liga-récord a nivel del Interior en materia de clubes afiliados: un total de 36. Más el Consejo Único Juvenil y el Fútbol Femenino.
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La Liga Salteña es potencial, abarcadora, con casi 5.000 jugadores para la acción y tres divisionales. Un fenómeno deportivo y social, desde su simiente misma.
Y estar al frente de esa mole humana, hace seguro al orgullo personal, sin que debiera marginarse la articulación colectiva, evitando el enfermante fin del sectarismo. Unos sí y otros no.
Sucede que el poder no siempre reparte desde la razón. A veces también, desde la conveniencia. Es cuando se abre cauce la insolencia mayor. O la justicia recortada.
-ELEAZAR JOSÉ SILVA-