Al llegar al Paseo de Compras, el aroma característico a pancho caliente se mezcla con el bullicio del mediodía y las voces de los clientes que, día tras día, se acercan al carrito de Julio Aguirre, un hombre de 62 años que desde hace más de dos décadas forma parte del paisaje cotidiano del lugar.
Con una sonrisa permanente, un saludo amable y una energía contagiosa, Julio recibe a todos con la misma cordialidad que lo distingue. Antes de comenzar la entrevista, ya había una fila de clientes esperándolo, y mientras conversábamos, seguían llegando personas que no querían perderse sus riquísimos panchos, preparados con la dedicación y el cariño que solo alguien apasionado por su trabajo puede ofrecer.
Divorciado y, actualmente, viviendo con su hija, sus nietos y su yerno, Julio ha hecho de este emprendimiento su fuente de sustento y también su modo de vida. Su historia está marcada por el esfuerzo, la constancia y el agradecimiento hacia la gente que lo acompaña día a día.

Con humildad y una gran calidez humana, nos abrió las puertas de su experiencia para contarnos cómo fue construyendo este camino, que hoy no solo representa su trabajo, sino también un punto de encuentro para vecinos, turistas y amigos que lo eligen no solo por sus panchos, sino por su inconfundible simpatía.
Así fue como, entre risas, anécdotas y el aroma tentador de su carrito, Julio nos compartió una parte de su historia de vida, esa que se cocina a fuego lento, con esfuerzo, amor y gratitud.
Por tal motivo, el protagonista de la historia de vida de hoy es Julio Aguirre, de 62 años, quien vende panchos en la zona del Paseo de Compras.
“Soy divorciado, estoy viviendo con mi hija, mis nietos y mi yerno.”
¿Cuánto hace que está en esta zona vendiendo panchos?
“Hace 22 años.”
¿Recuerda qué cantidad de panchos vendió el primer día?
“Un porcentaje de cincuenta, sesenta.”
“Trabajé en varios lados. Últimamente trabajaba en panadería, seguí trabajando en panadería un año más con Panizza. Después dejé la panadería y me vine para acá, y ahí sí me quedé fijo en esto nomás.”
¿En qué horario está por acá en el Paseo de Compras con la venta de panchos?
“Vengo 11:30, 12:00 ya salgo con los panchos, pero antes de eso yo vengo a limpiar todo, como a las 9.”
¿Cómo es la respuesta de la gente?
“Ahí tiene la prueba, que la venta anda por ahí de cien, cien y algo.”
¿Cómo es el trato de la gente hacia usted?
“Espectacular, se vienen de los barrios a comprar panchos.”
“Estoy todos los días, de lunes a sábado, aun lloviendo igual, no hay de nada.”
Ya tiene una clientela bastante importante.
“Sí, de acá y de todos lados, porque acá vienen turistas.”
En un futuro, ¿qué le gustaría hacer? ¿Le gustaría quedarse en este trabajo?
“Esto nomás, porque para la edad que tengo ya no estoy para otras cosas.”
“Yo estoy agradecido con todos acá.”
¿Qué le puede decir a la gente que cotidianamente viene a comprar, que siempre lo sigue eligiendo?
“Se agradece, se agradece siempre. Siempre hay que dar gracias, porque eso es lo fundamental, y que sigan viniendo si les gustan mis panchos.”









