En los comienzos de toda gestión, el acceso a la información institucional debe ser una prioridad, no un obstáculo. Resulta fundamental conocer las líneas de trabajo y las personas responsables de las distintas áreas, especialmente cuando se habla de transparencia como valor central.
Es comprensible el nerviosismo de quienes recién asumen cargos: hay que aclimatarse, entender los “qué”, los “cómo” y, sobre todo, los “cuándo”. Pero deben comprender que los medios de comunicación no estamos para incomodar, sino para cumplir con nuestro rol: informar.
Limitar el acceso a la información pública no es una estrategia de protección, es una barrera contra la confianza. Si la ciudadanía desconoce lo que se está haciendo o quién lo está haciendo, cualquier discurso sobre transparencia pierde sustancia.
Los debemos informar, con o sin el aporte oficial, pero siempre es mejor hacerlo con diálogo, apertura y responsabilidad. La confianza se construye desde el primer día, no cuando todo está resuelto.