Silvia Caffree nunca imaginó que su camino hacia la maternidad estaría lleno de giros inesperados. Junto a su esposo Alberto, formaron una familia con Guzmán, Bautista y la pequeña Luisana, cada uno con una historia particular que marcó sus vidas.
Su primer hijo, Guzmán, llegó después de un difícil tratamiento de fertilidad. Cuando los médicos le informaron que el procedimiento no había funcionado, la pareja comenzó los trámites de adopción. Sin embargo, cuando todo estaba casi listo, Silvia descubrió que estaba embarazada. Así, el 20 de enero de 2008, Guzmán llegó al mundo. Los médicos le advirtieron que no sería fácil volver a concebir, pero en 2014, de manera inesperada, nació Bautista.
El embarazo de Bautista transcurrió con normalidad hasta el día del parto. Silvia notó algo diferente en su bebé y, aunque los médicos minimizaron sus sospechas, ella tenía un presentimiento. A las 24 horas le realizaron exámenes y, días después, el diagnóstico se confirmó: Bautista tenía síndrome de Down.
La noticia transformó sus vidas. Aunque ya eran padres experimentados, con Bautista todo fue un aprendizaje. Silvia dejó su trabajo nocturno para dedicarse a él, investigó sobre estimulación temprana y gestionó apoyos en el BPS para fonoaudiología y psicomotricidad. Desde la primera semana, recibió el respaldo de la Asociación Down, que le brindó acompañamiento psicológico y orientación.
Criar a Bautista fue un proceso lleno de amor y enseñanzas. Silvia recordó cómo, de niña, jugaba con un vecino con síndrome de Down y decía que cuando creciera tendría un «Coquito», como le llamaban cariñosamente. Ese recuerdo cobró un significado especial cuando su madre se lo mencionó tras el nacimiento de Bautista.
El niño creció sano y feliz, pero en enero de 2019 comenzaron los problemas de salud. Un dolor en la pierna, seguido de fiebres y desmayos, los llevó de urgencia al hospital. Los análisis revelaron que su médula ósea no producía glóbulos rojos, y el 14 de febrero de 2019, Bautista fue trasladado a Montevideo. Al día siguiente, recibieron la noticia: tenía leucemia.
El tratamiento comenzó de inmediato con quimioterapia, y Bautista, con apenas cuatro años, enfrentó cada procedimiento con una fortaleza admirable. Perdió el cabello tras la tercera sesión y su reacción fue desgarradora. Cada mañana se despertaba buscando sus cabellos en la almohada, intentando pegárselos de nuevo, sin comprender lo que sucedía.
Tras 11 meses de internación y años de tratamientos ambulatorios, en 2021 Bautista finalizó la quimioterapia. Hoy, con 10 años, está sano y a la espera de la cirugía para retirar el catéter. Durante este tiempo, Silvia volvió a quedar embarazada y en julio de 2023 nació Luisana. Intentaron recolectar células madre del cordón umbilical para su hermano, pero la pequeña nació una semana antes de lo esperado, lo que impidió su uso.
A pesar de las diferencias de carácter entre Bautista y Luisana, su vínculo es inquebrantable. Mientras él disfruta de la tranquilidad, ella lo reta con su energía inagotable. A lo largo de estos años, Silvia ha aprendido la importancia de la empatía y la falta de conocimiento sobre el síndrome de Down. A pesar de haber crecido cerca de alguien con la condición, no comprendía completamente lo que significaba hasta que Bautista llegó a su vida.
Hoy, su historia es un testimonio de amor, resiliencia y aprendizaje continuo.