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Historias de Vida : Erico Perdomo

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Nunca dejé que las dificultades me detuvieran; cada desafío fue una oportunidad para aprender.

Un Camino de Transformación

Erico Perdomo recuerda con claridad la vida que llevaba antes de encontrar a Dios. Para muchos en su ciudad, su nombre estaba asociado a la noche, a los bailes y a un ritmo de vida desordenado. Durante años, organizó eventos y espectáculos en distintas partes de Uruguay, alcanzando una estabilidad económica que le permitía vivir sin preocupaciones materiales. Sin embargo, en apenas seis meses, todo aquello se desmoronó.

A los 33 años, recién casado y con un hijo en camino, Erico enfrentó un quiebre económico que lo sumió en la desesperación. La depresión lo atrapó al punto de no querer salir de su habitación ni siquiera para realizar tareas básicas como asearse o socializar. Como si eso fuera poco, su hijo Paul nació con una enfermedad que ningún médico lograba diagnosticar. Durante dos años y medio, recorrió consultorios y hospitales en busca de respuestas, sin éxito.

En medio de esa angustia, un enfermero llamado Víctor, que atendía a su hijo en su domicilio, insistió en invitarlo a la iglesia. Erico, aferrado a sus dudas y prejuicios, rechazó una y otra vez la propuesta, hasta que Víctor le hizo una última advertencia: “El problema de salud de tu hijo no es para la medicina, es para Dios. Si fuera para la medicina, ya se hubiera sanado. ¿Por qué no le das una oportunidad a Dios?”

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Aquellas palabras resonaron en su corazón. Fue entonces, un frío 6 de agosto, cuando junto a su esposa Paola decidió dar el paso. Con vergüenza, esperaron en la vereda de enfrente hasta que la calle quedó vacía para cruzar la puerta de la iglesia. Al entrar, se sentaron en la última fila, temerosos de ser vistos por conocidos. Sin embargo, lo que vivieron ese día transformó sus vidas para siempre: su hijo fue sanado en ese mismo instante.

El impacto de ese milagro los llevó a tomar una decisión firme: si Dios existía y era capaz de obrar de esa manera, entonces querían conocerlo y servirle. Desde entonces, han transcurrido 25 años de compromiso con la fe, enfrentando desafíos y aprendiendo a dejar atrás aquello que los alejaba del camino de Dios.

El esfuerzo y la perseverancia son la clave del éxito.

El llamado al liderazgo espiritual llegó más tarde. Un pastor de Paraguay le profetizó que Dios lo usaría en el ministerio, pero Erico no tenía los recursos económicos para alquilar un espacio donde abrir una iglesia. Oraron y, en un acto de fe, fueron hasta un local que sintieron indicado. Cuando le planteó su intención al propietario, este simplemente le entregó la llave y le dijo: “Quédatela y haz la iglesia.” Durante cuatro años y medio, el lugar estuvo a su disposición sin que le exigieran pago alguno. Fue otra confirmación de que cuando Dios abre una puerta, ninguna circunstancia puede cerrarla.

El primer milagro que presenció como pastor ocurrió a través de la radio. Durante una transmisión en vivo, sintió el impulso de dirigir un mensaje a una madre que había perdido un hijo y que lloraba en silencio. Le aseguró que Dios le devolvería el fruto de su amor. Años después, aquella mujer apareció en su iglesia con su esposo y su bebé en brazos, confirmando el cumplimiento de aquella promesa divina.

Hoy, Erico Perdomo sigue entregado a su misión, compartiendo su testimonio y guiando a otros en su búsqueda espiritual. Ha encontrado en la fe no solo la paz que tanto necesitaba, sino una familia mucho más grande de lo que jamás imaginó. Su mensaje es claro: no hay barreras que impidan el acercamiento a Dios, solo hay que dar el primer paso, sin miedo y con el corazón dispuesto a creer.

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