Día a día la gente te cuenta su vida, sus problemas, sus alegrías. Se genera un vínculo fuerte con los clientes y amigos. Es lindo conocer personas nuevas y sorprenderse con quienes aparecen en tu vida en el momento menos esperado
En el supermercado «Los Rusitos», Ángel Duarte es mucho más que un empleado; es un rostro familiar para clientes y compañeros, alguien que transforma la rutina de las compras en un espacio de encuentro y cercanía. Con casi cinco años en el lugar, ha construido un vínculo especial con quienes lo rodean, encontrando en su trabajo una segunda familia.
Desde pequeño, siempre le atrajo la atención al público. Su primer empleo fue en un ciber frente a la plaza de deportes, donde trabajó por 12 años, pero fue en el supermercado donde descubrió la importancia de crear lazos más allá de la simple compra y venta.
Dentro del local, la calidez humana no solo proviene de su equipo de trabajo, sino también de un integrante muy especial: Juan Albero, un gato que llegó al supermercado con desconfianza y terminó convirtiéndose en parte del «staff».
Más allá de su labor, Ángel cree en el valor de brindar una atención cercana y humana. «Quiero que la gente salga contenta, no solo porque encontró lo que buscaba, sino porque se sintió bien tratada. Hay que dedicarle tiempo y cariño al trabajo y a quienes entran al local», enfatiza.
Para él, la vida es una sola y hay que aprovecharla con alegría. Con su actitud positiva y su vocación de servicio, Ángel sigue demostrando que un simple acto de amabilidad puede hacer la diferencia en el día de alguien.