Pasaron las internas y, con ellas, aparentemente los melones se acomodaron en las carretas partidarias; hubo festejos de supuestos vencedores y, desazón, en los supuestos vencidos. Pero… ¿será tan así? Tenemos nuestras dudas, y explicamos los por qué.
Indudablemente que, las elecciones internas o primarias para muchos, podrían tomarse como una instancia que revele los posibles resultados de octubre, noviembre (en lo nacional) y mayo (en lo departamental); sucede que, la historia ha demostrado que ni es tan cierto, ni tampoco tan incierto.
Hubo casos anteriores en los que fueron un reflejo de lo que sucedió después; y, al mismo tiempo, lo contrario.
Dentro de las filas de la izquierda mayoritaria, no habría mayores dudas. Ahora, el dilema aparecería en la Coalición, pero no tanto en lo nacional, donde en octubre concurrirán los partidos que la integran buscando fortalecerse y así marcar para un eventual noviembre, de donde saldría, como en 2019, un acuerdo multipartidario; sino que, es en los departamentos donde se presentó como partido la Coalición Republicana (Salto, Canelones y Montevideo), donde surgiría el mismo, como, con más razón, dónde no.
La Constitución de la República y las leyes reglamentarias electorales, dan la posibilidad a los partidos políticos de que sus organismos deliberativos departamentales (convenciones o plenarios), elijan un candidato único o, como máximo, hasta tres, para la intendencia. En Salto, recuérdese que, cualquiera de las colectividades mayoritarias, han concurrido, por lo general, con más de uno.
Al ser partidos políticos diferentes, debieron concurrir al acto eleccionario, eligiendo a sus respectivas autoridades, las que dirán el visto bueno a la o las candidaturas.
Donde no se presentó la Coalición Republicana, cada divisa llevará su o sus propuestas electorales, dependiendo, luego, de quién gane, los acuerdos a realizarse y todo lo que ello conlleva.
Pero, en los lugares donde sí se presentó dicho lema, los acuerdos efectuados dicen que, el “ganador” de las internas de los partidos Nacional, Colorado y Cabildo Abierto, los representarán, siendo candidatos a las comunas, siendo el más votado de ellos, en caso de triunfar ante el Frente Amplio, el Intendente; pacto de palabra, sin efecto vinculante alguno desde el punto de vista jurídico, sino que, engloba un convenio electoral, éticamente obligatorio para los acuerdistas, que en las elecciones de mayo de 2025 integrarían dicha Coalición devenida en partido político, y no a los de su procedencia.
Ergo. Nada impide que, los convencionales blancos, colorados o cabildantes, decidan -pues la Carta Magna y las leyes los respaldan-, nombrar, además de su representante en la Coalición Republicana, al o a los candidatos a los que tienen derecho a postular; que, necesariamente, no tuvieron porque haber participado de la interna, y puede ser cualquier ciudadano elegible y elector de la República, que cuente con el porcentaje requerido para ser nominado.
El panorama no es muy claro o, por lo menos, presenta cierta nubosidad.
Sin dudas, la Coalición Republicana fue creada para impedir, o intentarlo, nuevos triunfos del Frente Amplio; ahora, las grandes pregunta a formularnos son: ¿reflejan realmente los candidatos surgidos de las internas el real caudal electoral de cada uno de esos partidos?; los líderes “vencidos”, ¿entregarán sus respaldos pudiendo tener la oportunidad de demostrarlos?; las colectividades, ¿dejarán languidecer sus lemas sin dar batalla ante una apuesta que nadie asegura logrará su objetivo, siendo que el Frente Amplio competirá entre sí pero los votos quedarán allí, sumados a los que se puedan sumar, valga la redundancia?; ¿da certeza la Coalición de ser la “diferencia” cuando no se avizora un programa en común alternativo, sino que cada “candidato” ha apuntado a un solo objetivo: desbancar al Frente Amplio?
Hasta mayo, falta mucho…y, en política, lo único que es cierto es que el que se precipita, se precipita, como dijo don José Batlle y Ordóñez.
P.D. Muchos dicen, que en el futuro gobierno local, hay Coalición. ¿La habrá?