Desde luego que algún día iba a llegar porque tarde o temprano la pandemia se extenderá y hoy no queda lugar que se halle libre del virus. Hoy la mayor preocupación son los brotes que se registran en las cárceles y en los hospitales públicos.
Aunque la mayor parte de la población tome las precauciones recomendadas, asuma su responsabilidad y se proteja, esto no la pone a salvo, a lo sumo disminuye el riesgo de contraer el virus, pero nada, ni nadie puede estar seguro de evitarlo.
Por estos días algunos países han comenzado a aplicar una vacuna que se cree podrá revertir la pandemia. Nadie sabe a ciencia cierta si esto es posible, por la sencilla razón de que tampoco se conocen los efectos que tendrán las vacunas a largo plazo.
Es que como lo dijéramos en su oportunidad, de esto no se salva nadie porque lo que está en juego es la solidaridad de toda la humanidad, de todos los habitantes del planeta y en este sentido lo que hoy tenemos dista mucho de ser solidaridad.
Cuando se comparte hasta el aire que respiramos es obvio que no estamos a la altura de lo que se precisa. Basta observar lo que sucede en relación al medio ambiente, los papeles de la golosinas, los embalajes ya sea de plástico, polietileno, nylon o cualquier otro material que tarda cientos de años en biodegradarse, cuando lo logra y va a parar a los cursos de agua.
Lo que sucede con el aire que respiramos, que llenamos de gases tóxicos con la convicción de que “desparecen”, cuando en realidad quedan en el aire, lo contaminan y arruinan. ¡pobre de nuestros sucesores! El mundo que encontrarán estará en ruinas, salvo que por una vez por todas entendamos que somos parte de un ecosistema y por lo tanto todo lo que hagamos tiene consecuencias, buenas o malas.
Lamentablemente estamos lejos de entender esto y aún seguimos creyendo que basta con sacar algo de nuestra vista para que “no exista”, de allí que haya tantos enterramientos, tantas cosas sumergidas en el agua y sobre todo tantas cosas que se queman, se destruyen o se cree que lo hacen cuando en realidad soló cambian de estado y en forma de gases permanecen en la atmósfera.
Por el momento lo máximo que se puede hacer es mostrar prudencia, responsabilidad y cautela, porque es lo máximo que podemos hacer por nosotros, por ellos, por todos.
A.R.D
