El Instituto Santa Lucía de Paraná, Argentina, destaca su compromiso con el diagnóstico y tratamiento integral de patologías visuales complejas a través del caso de Alejandro Reina, un paciente uruguayo menor de 40 años que llegó al centro con un cuadro avanzado de glaucoma.
Su historia, junto a los aportes de la Dra. María José Riera, especialista en glaucoma del Instituto, refleja la importancia de los controles preventivos y la capacidad de respuesta médica ante una enfermedad silenciosa y progresiva.
Alejandro detectó los primeros signos del problema de forma inesperada, durante un viaje familiar. “Volviendo de las vacaciones, mi señora me da el mate y no veía para un costado… No veía bien, con el ojo derecho, la parte del ojo no veía bien”, recuerda. Ese fue el inicio de un camino que lo llevó al Instituto Santa Lucía, donde fue atendido de forma inmediata y con gran celeridad.
“Fui a la clínica y me hicieron ahí en el día todos los estudios, muy rápido, muy bien. Ya me diagnosticaron automáticamente glaucoma del ojo derecho. Por suerte, en el izquierdo lo agarramos a tiempo”, relata el paciente.
La Dra. Riera explica que el glaucoma es una neuropatía óptica crónica y multifactorial que daña progresivamente las fibras del nervio óptico. “La forma más común es el glaucoma de ángulo abierto, que suele manifestarse en mayores de 40 años, pero hay variantes como el glaucoma juvenil que afectan a personas más jóvenes”, detalla.
En el caso de Alejandro, la presión intraocular era muy elevada y ya había un daño significativo en el campo visual.
“Me dieron gotas, todo, a ver si podía bajar porque estaba muy alta… Estuve con eso unos tres, cuatro meses, pero no bajó lo que tenía que bajar por lo avanzado que estaba el ojo”, recuerda. Ante la falta de respuesta al tratamiento farmacológico inicial, se decidió realizar una cirugía: una trabeculectomía, técnica que permite crear una vía alternativa para el drenaje del humor acuoso y así reducir la presión ocular.
La intervención se realizó en diciembre de 2024 con muy buenos resultados. “Gracias a Dios salió todo bien. La operación duró media hora. Me quedé en Paraná un día para el posoperatorio y al martes siguiente ya estaba de alta”, comenta Alejandro.
La Dra. Riera subraya que si bien el glaucoma no tiene cura y la visión perdida no se recupera, el tratamiento permite frenar la progresión de la enfermedad y conservar la visión que queda. “La presión objetivo es individual para cada paciente. En casos como el de Alejandro, se necesitaba llegar a valores muy bajos para proteger lo que aún no había sido afectado”.
El seguimiento fue riguroso: controles semanales al inicio y luego mensuales durante tres meses. “Muy conforme y muy rápido, sí. Me agarraron a tiempo, si no perdía la visión derecha. Me hicieron todos los estudios en un solo día, con todas las máquinas que tienen. Impresionante”, afirma el paciente.
Más allá del aspecto médico, Alejandro destaca la atención humana y profesional del equipo: “Excelente María José, excelente Alejandro, excelente todos los que me atendieron ahí. Impecable la atención, muy muy bien, la verdad”. Su testimonio también refleja la confianza ganada por el Instituto: “Cien por ciento lo recomiendo. Mi hermana también va a atenderse ahí por antecedentes familiares. Incluso mi nena se atiende en la clínica, ya usa lentes”.
El Instituto Santa Lucía cuenta con áreas especializadas en retina, córnea, cirugía refractiva, cataratas y, por supuesto, glaucoma. Desde el Departamento de Glaucoma, la Dra. Riera remarca que “cada tratamiento se adapta no solo al cuadro clínico, sino a las posibilidades y hábitos del paciente. A veces es necesario pasar a cirugía por falta de adhesión al tratamiento con gotas, por ejemplo, y eso se evalúa de manera integral”.
El caso de Alejandro es un claro ejemplo del valor de la consulta oportuna y el abordaje médico personalizado. El Instituto Santa Lucía reafirma así su misión: brindar atención oftalmológica de excelencia, con tecnología de vanguardia y un enfoque humano que pone al paciente en el centro de cada decisión.
