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sábado, noviembre 29, 2025

Gabriela González: la humanidad detrás de la bata blanca

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Diario EL PUEBLO digital

En el marco de una cálida charla llena de anécdotas, recuerdos y reflexiones, la Dra. Gabriela González, actual directora del Hospital de Salto, comparte su historia de vida con una naturalidad que refleja tanto su compromiso con la medicina como su profundo sentido humano. Oriunda de Montevideo, criada en el emblemático barrio del Cerro, Gabriela lleva en su voz la firmeza de quien ha sabido transitar una vida de esfuerzo, vocación y servicio, pero también la ternura de quien nunca perdió la sensibilidad ante lo esencial: las personas.

Desde pequeña tuvo en claro que su destino estaba en la medicina, a pesar de que en su familia no existían antecedentes médicos. Su relato rescata con orgullo la figura de su abuelo materno —un sindicalista de los frigoríficos—, quien soñó con ser médico pero debió postergar esa meta por las circunstancias de la vida. Quizás, como ella misma dice, algo de ese anhelo quedó en los genes y fue su motor para cumplir aquel sueño familiar.

Al hablar de sus años de estudiante, la doctora revive con entusiasmo una época marcada por la lucha y los ideales: su ingreso a la Facultad de Medicina coincidió con el último año de dictadura en Uruguay, un contexto que moldeó una generación combativa, comprometida con la justicia y el cambio. Describe aquellos años como una etapa maravillosa, en la que las amistades, los aprendizajes y la vocación se entrelazaron para marcar el rumbo de su carrera.

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Hoy, como directora del Hospital Regional de Salto, uno de los más grandes del interior del país, Gabriela asume un rol que combina gestión, compromiso social y liderazgo. En su voz se percibe la responsabilidad con la que encara cada desafío, consciente de las dificultades propias de la salud pública, pero también del valor del trabajo en equipo y del poder transformador de una gestión humana y cercana.

A lo largo de la entrevista, se hace evidente su mirada empática y su sentido del deber, pero hay momentos en los que la conversación trasciende lo profesional: cuando habla de sus padres, de su familia o de sus hijos, en sus ojos se nota una emoción profunda, sincera, que ilumina su rostro y revela la sensibilidad detrás de la médica y la gestora. Es entonces cuando aflora la Gabriela más íntima, aquella que reconoce haber tenido una vida marcada por la suerte, por los afectos y por la gratitud hacia quienes la acompañaron en cada etapa.

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Con la serenidad de quien ha recorrido un largo camino, la Dra. Gabriela González deja en claro que su legado no se mide sólo en logros institucionales, sino en la entrega y la honestidad con que ejerce su tarea.

“Hacer todo lo que esté a mi alcance y no dejar nada en el tintero”, resume con convicción. Una frase que sintetiza su filosofía de vida y su compromiso con la salud pública, con su equipo y con la comunidad que hoy lidera desde el corazón del hospital salteño.

Por tal motivo, la protagonista de la historia de vida de hoy es la Dra. Gabriela González, directora del Hospital de Salto.

¿Cómo fue tu infancia?

“Yo soy de Montevideo, nací en el barrio del Cerro de Montevideo. De ahí, la familia de mi mamá, generaciones para atrás, son inmigrantes vascos, franceses y españoles. Ella, toda su familia, toda la vida vivió ahí, y cuando se casó con mi papá siguieron viviendo ahí, y yo viví hasta que me vine para Salto. Me vine porque mi ex esposo es salteño, por eso terminé acá, en este departamento.”

¿Siempre tuviste claro que querías ser médica?

“Siempre, desde que tengo uso de razón. De niña siempre dije que iba a ser médica, no sé por qué. En mi familia, en realidad, no hay ningún médico. En la familia de mis padres, ni de mi mamá ni de mi papá hay médicos. Sí, mi abuelo materno había querido ser médico y, por cuestiones de la vida, tuvo que empezar a trabajar.

Mi abuelo fue un gran sindicalista de los frigoríficos en la época de los frigoríficos en el Cerro, y él había querido ser médico. Es el único antecedente de medicina en la familia. Capaz que es algo genético, pero desde chica tenía muy claro que quería ser médica.”

¿Qué recordás de tus años como estudiante de medicina?

“Fue una época maravillosa. Nosotros entramos a la Facultad de Medicina en el último año de dictadura, en el 84. Mi generación fue una gran generación, combativa, reclamadora de derechos. Es una gran generación, llena de profesores, docentes, de grandes amigos, sindicalistas, divinos amigos. Es una generación maravillosa y fue una época realmente linda de mi vida.

Yo siempre fui buena estudiante y transité la facultad sin dificultades. No tenía que trabajar, además. Mis padres me bancaron mi carrera sin necesidad de tener que trabajar, además de que era una buena estudiante, así que, en realidad, no tuve dificultades para transitar por la facultad. Fue una época maravillosa.”

Sos la directora del Hospital de Salto. ¿Cómo describís el dirigir un hospital público?

“Yo llegué a este lugar por un compromiso social y político. Nunca imaginé llegar a ser la directora del hospital, o sea, no lo tenía en mis planes. Sí me gusta la gestión; de hecho, estudié para gestión, me gusta.

Pero realmente no estaba en mis planes hasta que la fuerza política a la cual pertenezco, mis compañeros, me propusieron, y ahí empecé a pensar este nuevo destino de mi vida profesional, que lo tomé con alegría, con mucha responsabilidad, porque este es un gran hospital.

Es un hospital muy grande, es uno de los más grandes de los hospitales del interior del país. El tamaño de los hospitales va en paralelo con las complejidades, y en un momento bastante particular, porque en salud siempre hace falta más dinero.

Es como que nunca hay suficiente para nada, así tengamos el mejor de los presupuestos, nunca hay. Siempre falta, siempre hay algo más que queremos comprar o queremos ofrecer a la ciudadanía, a nuestros usuarios.

Pero particularmente en este momento tomamos el hospital con una situación —y a la salud pública— en una situación de endeudamiento que hace muchos años no veíamos. Así que eso redobla la necesidad de poner tiempo, cabeza, imaginación, voluntad para que esto funcione, y es lo que estamos haciendo. No sólo yo, el equipo que me acompaña.

Yo siempre digo: una de las mejores cosas que hice fue elegir a mis compañeros, a los compañeros que me están acompañando en la dirección, porque hemos formado un equipo maravilloso.”

¿Cómo enfrentás las críticas de la gente? Como vos decís, siempre falta algo. Esas críticas, ¿cómo las enfrentás?

“Las críticas constructivas son bienvenidas, porque uno, a veces, estando dentro de la gestión, puede no ver cosas que se pueden ver desde afuera. La crítica constructiva es siempre bienvenida porque nos ayuda a nosotros a que, si creemos que este es el camino y vemos que hay críticas desde afuera o desde fuera de la dirección, hay que prestarles atención para volver a evaluar lo que estamos haciendo. Muchas veces puede cambiar el curso de lo que estamos haciendo gracias a esas críticas.

Eso es una cosa. Ahora, la crítica cuando están buscando un crédito político, cuando están buscando hacerse conocer, cuando están buscando eso, la crítica no constructiva realmente no le prestamos atención. Directamente no le prestamos atención. Sabemos de dónde viene, sabemos cuáles son los fines de ese tipo de críticas.

Acá ninguno de los cuatro que está en esta dirección tiene deseos de una carrera política posterior a esta. Nosotros estamos acá para esto, y este es nuestro fin, y en eso nos concentramos. Entonces, esas críticas que son para no sumar y, básicamente, con una raíz de ganar cuestiones políticas, no nos interesan.”

¿Cuál fue el momento más difícil que te tocó enfrentar en tu carrera como médica?

“Sabés que he tenido una carrera muy satisfactoria.”

¿Y con algún paciente?

“Siempre que hay resultados no buenos, es una tristeza. Yo soy ginecóloga, y la obstetricia es una especialidad con mucho riesgo, en el sentido de que las familias, las madres, el personal médico y el personal de enfermería, el personal de la salud en general, siempre pensamos que un embarazo va a terminar con una madre feliz, un niño feliz y el padre feliz, una familia feliz.

Pero la obstetricia es una especialidad bastante complicada en la que, a pesar de que la mayoría de los embarazos terminan en buenos resultados, a veces, a pesar de todo lo que uno haga, hay situaciones que caen como un rayo y que hacen que ese futuro que pensamos que iba a terminar en algo feliz no resulte en algo feliz. Y eso es realmente doloroso, obviamente para las familias, pero también, cuando los resultados no son buenos, el personal de la salud, nosotros, nuestros compañeros enfermeros, sufrimos también.

Requiere, a veces, mucho tiempo recuperarse de eso. Obviamente tenemos que estar preparados, y nos preparamos y entendemos que esas son las situaciones de la salud. Uno siempre quiere resultados positivos; no siempre se resultan esos resultados positivos, y nos tenemos que recuperar. Pero son golpes muy feos.”

¿Qué sentís al ver todo lo que has logrado en tu vida?

“Sabés que yo he sido una mujer de suerte. Creo que, a veces, también uno prepara el terreno para que las cosas vayan bien. Creo que soy una buena persona, intento ser una buena persona. He tenido suerte. Si miro para atrás, mi vida ha sido siempre con buenos mojones.

Tengo a mis padres vivos todavía, mi papá va a cumplir ahora noventa años, y tengo una familia divina, unos hijos maravillosos, tengo muchos amigos.

Uno prepara el terreno para esas cosas, pero a veces vos mirás a gente que decís: ‘Esta persona tan buena, ¿por qué le pasan estas cosas?’. Por eso digo que en mi vida ha habido un mojón grande de suerte, porque mi balance hasta ahora es positivo.”

¿Qué legado te gustaría dejar cuando finalice tu gestión?

“Siempre uno… en la vida no hay nada que esté asegurado, ¿no? Pero siempre he dicho que mi forma de hacer las cosas es que, cuando termine, yo haya hecho todo lo que esté a mi alcance para lograrlo. Si no puedo, hay otros factores que influyen para que los resultados sean.

Pero llegar al final de este período de dirección diciendo: ‘Bueno, hice todo lo que pude hacer, no me quedó nada en el tintero. Lo que está, está, pero de mi parte no me quedó nada en el tintero’.”

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