En tiempos de brindis y despedidas, celebrar con responsabilidad es un acto de amor propio y social. Elegir sin alcohol también es brindar por la vida.
Llegan los días de balances y despedidas. Se multiplican los encuentros, los brindis, las risas compartidas y ese clima especial que invita a aflojar tensiones y celebrar lo vivido. Es una época linda, necesaria, que nos reencuentra con amigos, familiares y afectos. Festejar es parte de nuestra cultura y de nuestra identidad. Pero celebrar no debería implicar poner en riesgo a otros, ni a nosotros mismos.
Durante mucho tiempo, el brindis estuvo casi inevitablemente asociado al alcohol, como si no existiera otra manera de participar del ritual. Hoy la realidad es distinta. Existen múltiples opciones de bebidas sin alcohol que permiten levantar la copa, compartir el momento y volver a casa sin miedo. Elegirlas no nos hace menos parte de la fiesta ni menos amigos. Al contrario, habla de madurez y de compromiso.
Sin embargo, todavía persiste una presión silenciosa, ese miedo social a ser señalado por preferir una bebida sin alcohol. A veces llega en forma de broma, de chanza, de comentario liviano que busca arrancar una risa. No siempre hay mala intención, pero es importante aprender a desactivar esa lógica. La burla no debería pesar más que la responsabilidad. Y la soberbia de creer que “no va a pasarme nada” suele ser el primer paso hacia decisiones que luego no tienen vuelta atrás.
La verdadera valentía no está en excederse, sino en saber decir basta. En entender que disfrutar no es sinónimo de perder el control. Que cuidar al otro también es una forma de festejar. Que no todo termina cuando se apagan las luces del encuentro, porque el regreso a casa es parte del festejo y merece la misma atención.
Es bueno compartir con amigos, reírse, brindar y abrazarse. Pero también es bueno recordar que siempre hay alguien esperando. Alguien que confía en que vamos a volver. Alguien para quien nuestra llegada sana y salva es el mejor regalo posible.
Celebrar con responsabilidad no le quita alegría a la fiesta. Le da sentido. Nos permite seguir encontrándonos, seguir brindando y seguir construyendo recuerdos que no estén marcados por el dolor. En estas fechas especiales, elegir cuidarnos es elegir la vida. Y ese, sin dudas, es el brindis más importante.