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martes, diciembre 16, 2025

Felisberto Hernández el marido de la espía; una historia como la de un personaje de sus propios cuentos

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Diario EL PUEBLO digital

El pianista y escritor uruguayo vivió una historia digna de sus propios cuentos. En plena Segunda Guerra Mundial se casó con una mujer que resultó ser una agente soviética. Murió sin saberlo.

En la vida de Felisberto Hernández, las fronteras entre lo real y lo fantástico nunca fueron nítidas. Pianista autodidacta, narrador singular, hombre errante y profundamente sensible, construyó una obra que parece escrita desde el sueño. En sus cuentos, los objetos adquieren alma, las emociones se desdoblan y el tiempo se comporta como un personaje caprichoso. Su universo literario fascinó a escritores como Julio Cortázar, Italo Calvino y Gabriel García Márquez. Pero ni siquiera ellos imaginaron que el propio Felisberto viviría, sin saberlo, dentro de una historia tan fantástica como cualquiera de sus relatos.

Tal vez en cualquier país europeo, o por las inmediaciones de Hollywood, de la Gran Manzana, a orillas de la Casa Blanca, en esos mundos cinematográficos o de relumbre literarios, uno podría imaginar o tal vez vivir situaciones como le tocó vivir al narrador uruguayo, pero, en nuestro país, el que caminaba cada día Felisberto, el de los almacenes, bares, cines, salas bailables, el de las viejas ondas de radio, el del fútbol de los domingos, el de los diarios del lunes, el del fervor político partidario, el del que nos conocemos todos, ni el más pintado podría creer, que la guerra fría dormía en su casa.

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EL PIANISTA QUE ESCRIBÍA COMO QUIEN RECUERDA UN SUEÑO

Nacido en Montevideo en 1902, Felisberto se formó en la calle. A los 14 años ya tocaba el piano en cines mudos y en cafés de barrio. Viajó por el interior del país ofreciendo recitales donde mezclaba música, cuentos e improvisaciones. La literatura le llegó como una prolongación de la música: su prosa suena, respira, tiene ritmo.

Sus textos más recordados —Nadie encendía las lámparas, El caballo perdido, Las hortensias, Por los tiempos de Clemente Colling— parecen escritos por alguien que viviera a mitad de camino entre el sueño y la vigilia. Felisberto creía que las cosas guardaban una vida secreta, nunca imaginó que esa idea se volvería literal dentro de su propia casa.

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LA MUJER DE LOS DOS NOMBRES

En 1943 conoció a una mujer francesa que se hacía llamar María Luisa del Río. Era elegante, refinada, políglota y con un aire de misterio que lo cautivó. Poco después se casaron.

Felisberto estaba fascinado por su encanto y su mundo europeo, tan distinto del suyo. Pero el matrimonio fue breve, ella se ausentaba con frecuencia, evitaba hablar de su pasado y se mostraba siempre distante. Un año más tarde desapareció de Montevideo sin dejar rastros.

Durante décadas nadie supo más de ella. Felisberto, que siempre vivió con dificultades económicas, siguió tocando el piano, escribiendo sus cuentos y sobreviviendo a base de encargos y pequeños conciertos. Murió en 1964, sin imaginar que había compartido su vida con una mujer que no era quien decía ser.

LA VERDAD QUE VINO DEL FRÍO

Muchos años después, con la apertura de archivos del espionaje soviético y francés, se supo la verdad. La misteriosa “María Luisa del Río” era en realidad Olga Yevguénievna Korableva, una agente del NKVD —el servicio secreto soviético antecesor del KGB— que operó en América Latina durante la Segunda Guerra Mundial.

Su misión consistía en obtener información política y diplomática en la región del Río de la Plata, especialmente sobre los vínculos del Uruguay con los Aliados y los Estados Unidos. Bajo distintas identidades, se movía en ambientes culturales, donde la inteligencia soviética solía reclutar informantes o camuflar contactos.

El matrimonio con el pianista uruguayo habría sido parte de esa fachada. Pero los registros y testimonios coinciden en algo: Felisberto nunca supo nada. La espía cumplió su papel con absoluta discreción y desapareció tan silenciosamente como llegó.

ECOS DE UN AMOR SECRETO

Los críticos posteriores encontraron huellas de aquella relación en su literatura.

En Las hortensias, una mujer real y una muñeca de cera conviven hasta confundirse, en El cocodrilo, un hombre triste vive rodeado de secretos que no entiende, en Nadie encendía las lámparas, las presencias invisibles habitan el silencio cotidiano.

Quizás Felisberto, sin saberlo, escribió desde la sombra de esa experiencia.

Él, que creía en los misterios escondidos de las cosas, convivió con el mayor de todos, la doble vida de la mujer que amó. Su sensibilidad lo llevó a presentir lo inasible, pero la verdad concreta —la de los pasaportes falsos, los mensajes cifrados y los informes a Moscú— le fue completamente ajena.

EL CUENTO MÁS INCREIBLE DE FELISBERTO

La historia, cuando se conoció, parecía un relato suyo, absurdo, melancólico, poético. El escritor que inventó mundos de ensoñación fue también protagonista de un drama de espionaje real. Mientras él recorría los cafés de Montevideo tocando Chopin, su esposa enviaba informes a la Unión Soviética.

El pianista que hacía hablar a las lámparas convivía con una mujer que ocultaba secretos de Estado. Hay algo profundamente felisbertiano en esa ironía, la vida que se vuelve cuento, el amor que se vuelve incógnita, la inocencia que camina al borde del misterio. Y así, sin saberlo, Felisberto Hernández se convirtió en su propio personaje: el marido de una espía.

Han pasado muchos años desde entonces, hemos cambiado hasta de siglo y nos cuesta creer que el cuento más increíble de Felisberto no fuera escrito, sino vivido por el escritor. Es que la idioscincracia uruguaya no nos deja, a veces imaginar cosas como estas, pensamos que son cosas que suceden en otras partes, a otras personas o personajes, que nosotros estamos para gritar un gol, vivar a un candidato, leer un diario, comer un asado, tomar mate o un aperitivo entre amigos, celebrar vueltas del sol, como se dice ahora, y no para enredos de espías. Pero, pasó, sucedió y le toco en suerte o en desgracias a uno de nuestros queridos escritores. Capaz que si sucediera ahora estaría para Netflix o Amazon, pero por lo menos ya está, a modo de rescate, en nuestra páginas.

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