
-Jugando en Brasil y frente a Palmeiras, los penales otra vez salvaron al Boca Juniors de Jorge Almirón. Más allá de la imposición a través de esa vía y el avance a la final de la Copa Libertadores de América frente a Fluminense, la imagen futbolística no parece convencer ni medianamente a los exigentes del fútbol. O por lo menos aquellos que plantean cuestiones básicas, para que el juego alcance un determinado valor desde lo estético, a lo funcional, y sobre todo el valor de la eficacia.Analistas que por ejemplo, concluyen en una opinión lapidaria: «este Boca, es el equipo que juega más feo a nivel de su propia historia». Otro enfoque: «Boca juega a no jugar, por las limitaciones individuales que padece y lo salva la imponente jerarquía del golero Sergio Romero y algún referente más, como en el caso de Marcos Rojo».No faltan quienes admiten que «este Boca no es un buen ejemplo para los más jóvenes, porque no tiene repertorio ofensivo y no luce estrategia alguna. Propone defender desde la rusticidad y ruega a los dioses que Romero más que arquero, se prolongue en lo que es: un prohombre ataja penales»